domingo, 1 de junio de 2014

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Miradas al Sur  Año 7. Edición número 296. Domingo 19 de Enero de 2014

Cuando tenga la tierra   Por  Sociedad sociedad@miradasalsur.com   VERSIÓN ADAPTADA

Un fragmento del libro de Norma Giarracca y Miguel Teubal que propone una mirada sobre el extractivismo, una palabra que no figura en ningún diccionario pero que muestra la falta de valoración social que gran parte de la población les otorga a estas actividades.

Norma Giarracca es magíster en Sociología, Titular de Sociología Rural, Coordinadora del Grupode Estudios Rurales (GER) y del Grupo de Estudios de los Movimientos Sociales de América Latina (Gemsal) e investigadora del Instituto Gino Germani.

 
Miguel Teubal es doctor en Economía Agraria,Profesor Consulto de la UBA e Investigador Superior del Conicet en el GER-Gemsal del Instituto Gino Germani.

 
El paisaje tanto geográfico como agrario-cultural de la Argentina llamaba mucho la atención de propios y ajenos; las inmensas llanuras planas donde se llegaba a divisar tanto la salida como la puesta de sol, ese horizonte difícil de encontrar en otros territorios y que fue frecuentemente cantado por los poetas; caminos de montañas, serranías, desiertos que desembocaban en oasis naturales o producidos por la mano del hombre; inconmensurables zonas de lagos y glaciares, saltos verticales u horizontales de los cauces de los ríos en una provincia de tierra ferrosa de color ladrillo; todo junto y mucho más podía registrarse como en muy pocas otras naciones del mundo. Los recorridos por las rutas, hasta hace unos años suponía cambiar cada tanto de paisaje agrario; pasar por zonas de vacas pastando a campo abierto en grandes extensiones, los tupidos girasoles o campos de maíz y trigo que nos hicieron famosos en todo el mundo.

 Llegar a Tucumán era perderse en un mundo verde de cañaverales, arroyos y ríos; a Chaco, en un mundo blanco del algodón a punto de cosechar; Misiones, un universo pequeño de cultivos y culturas de muchas partes del mundo. Esa diversidad que, como siempre ocurre, era biológica y cultural, se expresaba en extensiones interminables de cultivos (por lo menos para el europeo) y pueblos entrañables donde los vecinos paseaban o hacían compras sobre un sulky o en un tractor; los bares eran lugares de reunión y amistad y todo giraba alrededor de las plazas. Nuestra literatura da cuenta de estos territorios y poblaciones preñadas de historias que tanto reenviaban a los pueblos preexistentes con sus leyendas como las del “familiar” o “la salamanca” en el norte, como a los “gringos” de todos los rincones: árabes, ucranianos, alemanes, daneses, españoles, gauchos judíos y “chinas” rubias y polacas. Las comidas de los pueblos podían ser tan variadas como las culturas mismas pero los huevos siempre fueron caseros, los asados de carne de vacas caminadoras que nos hizo famosos en el mundo por su calidad y los vinos de verdaderos maestros en el arte de hacerlos. Esos territorios nunca estuvieron exentos de tensiones y conflictos, porque en el momento fundacional del Estado-Nación, además de un etnocidio se configuró una injusta distribución de la tierra que no pudo remediarse con los miles de colonos que comenzaron a llegar y asentarse durante décadas. Pero un fuerte entramado institucional había logrado una convivencia sin violencias y un sistema de inclusión, muy desigual por cierto, pero donde todos estaban adentro. Éramos autosuficientes alimentariamente y podíamos exportar; el mercado interno permitía alimentar con los mismos productos a la clase obrera y al resto (el famoso asadito de los albañiles). Necesitábamos cambios, distribuir la tierra o profundizar innovaciones propias para subir rendimientos; en eso estábamos a comienzos de los años setenta bajo la batuta experta del ingeniero agrónomo Horacio Giberti  (Secretario de Agricultura y Ganadería durante las presidencias de Héctor Cámpora  y de Juan Domingo Perón).

 

 Hoy, dictadura, década de 1990 y gobiernos posteriores mediante, todo eso ha cambiado y muchos lo llaman “progreso”. Sólo mencionar ese tramo de la ruta 158 de Villa María a Río Cuarto en la provincia de Córdoba para ejemplificar lo que “esos muchos” denominan progreso. Los desiertos de soja verde derivan en la ciudad General Deheza, reinado del complejo del agro-negocio sojero donde el olor rancio del aceite indica la famosa      “agro-industrialización” o “incorporación de valor” como dicen las propagandas oficiales del “modelo”. Una ciudad intervenida, rodeada por unos hierros de una pestilente fábrica que cruza la ruta en forma de puentes e imponen al que pasa por la ciudad esa presencia prepotente de poder, devastación y saqueo de una tierra que, para la Constitución de 1949, debía cumplir una función social. Con sus propios trenes a los costados para sacar las producciones por los puertos de Rosario, una parte de Córdoba se alza con el orgullo de los ricos ignorantes en el corazón del agro-negocio sojero. Recordamos al pasar por allí a esos hijos muertos y enfermos de unas madres valerosas que en esta misma provincia (localidad de Malvinas Argentinas- Córdoba) llevaron a los tribunales por contaminación a dos sojeros y un fumigador en un juicio penal que les dio la razón.

 ¿Debemos resignarnos a que estamos a finales de una época, que esta es la nueva Argentina a la que nos debemos adaptar? ¿Reconocernos como los “perdedores del modelo” como suele decir el empresario sojero Gustavo Grobocopatel, dueño del grupo Los Grobo? O como nos cuenta el final de la novela de Gabriela Massuh, “La omisión”, debemos mantener oculta de algún modo nuestra cultura como lo hizo una de las más antiguas civilizaciones entre el Eufrates y el Tigris, Góbekli Tepe, que preservaron el pasado enterrándolo para testimoniar sobre él en tiempos futuros. ¿Son los libros nuestras formas contemporáneas de preservar u ocultar lo que fuimos para un futuro incierto? En cierto sentido los son, pero también son herramientas de resistencia para parar y modificar aquello que destruye el tesoro más importante que se nos otorgó: un territorio diverso y fértil.

 Eso tratamos de mostrar en nuestro libro: las transformaciones en marcha desde diversas disciplinas y con la rigurosidad del buen oficio de investigadores pero también desde la invitación a conocer y sumarse a las resistencias y proponer un camino a seguir que no haga necesario “ocultar” en páginas lo que construimos alrededor de una naturaleza generosa y exuberante, porque lo perdemos.

 ¿Reprimarización de la economía?

No hay ninguna duda de que las actividades extractivas se expandieron, la inquietud que cabe es si este crecimiento se refleja en los datos de los componentes de la economía del país. Hemos demostrado en trabajos anteriores que en el nivel de los valores exportables, en la Argentina como en el resto de la América latina incluido Brasil, hubo una reprimarización (aunque la Presidenta en sus discursos se empeñe en decir lo contrario). El interrogante reside en si en el nivel de la actividad interna prevalecen también los sectores de origen primario o la industria ha recuperado cierta dinámica que la lleva a convertirse en motor de la economía.

 No es la primera vez en la historia de América latina que uno de los ejes centrales de los debates y de las luchas políticas, sociales, culturales y epistemológicas del momento, gire en torno a la relación entre actividades primarias e industriales. En otras palabras, el interrogante de si hubo un proceso de reprimarización de la economía, las características que asumiría dentro de lo que hemos denominado modelo extractivo o extractivismo y su relación con el sector industrial. Hablamos de reprimarización porque esta relación ha sufrido un largo derrotero en el continente desde la conquista hasta nuestros días, es decir, en algún momento el continente tuvo una vocación industrializadora.

 Entendemos por reprimarización al énfasis puesto sobre la producción de materias primas que se constituyen en productos básicos de exportación (commodities) aunque también aquellos provistos por el sector agropecuario en el modo de producción del “agronegocio” o agroindustrias para el mercado interno. Los sectores primarios de la economía incluyen en forma creciente sectores que pueden ser altamente intensivos en capital, pero que generan poco empleo, e incluso lo expulsan, y que tienen pocos vínculos con el resto de la economía (tienden a formar parte de las llamadas economías de enclave). Y si bien, como señalamos en este libro, en el momento actual son actividades muy rentables, involucran el desgaste y agotamiento de la base de recursos naturales del país, una feroz degradación ambiental y consecuencias en el nivel de la salud humana.

 El papel que juega el sector primario, y lo que denominamos como la reprimarización, o sea, el extractivismo, en nuestra sociedad puede ser visualizado en un contexto más amplio, en el marco de las políticas globales aplicadas en diferentes períodos históricos. En este sentido podemos considerar como trasfondo de estos análisis las políticas y los procesos referidos a la explotación de los recursos naturales en tres períodos:

 1) Una primera etapa en la que se resaltan muy marcadamente las denominadas políticas de “industrialización por sustitución de las importaciones” (ISI);

 2) Las denominadas políticas de “apertura” impulsadas tanto por la dictadura militar como por la convertibilidad enmarcada en el neoliberalismo económico;

 3) las actuales políticas de la “post-convertibilidad”.

Las políticas de ISI surgen como consecuencia de la crisis de los años treinta y las dos Guerras  Mundiales y concluyen hacia comienzos de la década de los setenta con el embate del neoliberalismo. Señaladas como políticas que se proponían modificar el tradicional patrón primario exportador establecido en nuestro país desde fines del siglo XIX se manifiestan claramente a partir del primer gobierno peronista del período 1946-1955. Diversos estudios remarcan como parte de este proceso el crecimiento de la industria, y la sustitución de importaciones de productos manufacturados. En un primer período se trata del establecimiento de industrias livianas (textiles, artefactos para el hogar, etc.), mientras que en una segunda etapa se complejiza el desarrollo industrial y tienden a sustituirse las importaciones de algunos bienes intermedios y de capital al establecerse industrias tales como la petroquímica, química pesada, automotriz, etcétera.

 A lo largo de esta etapa el proceso de industrialización se manifiesta en el aumento de la participación del producto industrial en la producción global; en nuestro país, éste alcanza un máximo en el período 1970/1974 con un producto industrial que representa 43,5% del PBI. Se trata de un proceso que involucra a toda América latina en general.

La otra variable que configura un indicador del grado de sustitución de importaciones alcanzado es el porcentaje de la participación de la producción manufacturera en las importaciones (en particular en lo que concierne a importaciones de bienes de consumo) que a lo largo del período se reduce sustancialmente. El proceso de industrialización incide sobre el aumento del PBI per cápita de toda la región alcanzando un 2,5% por año entre 1950 y 1973. Asimismo, si bien se manifiesta una tendencia decreciente en las importaciones de productos manufacturados, en casi todos los países de la región se producen déficit de la balanza comercial, inclusive en nuestro país. Esto se debe, por una parte, a los aumentos de las importaciones de bienes intermedios y de capital, y por la otra, a que las exportaciones siguen siendo casi exclusivamente productos primarios que no aumentan sus volúmenes o valores de exportación lo suficientemente como para hacer frente a las crecientes importaciones. Asimismo se trata de un período en el que se presenta un claro enfrentamiento entre el modelo de ISI y el de la “apertura” apoyado por sectores tradicionales y el capital extranjero.

En esta etapa, el movimiento obrero adquiere un protagonismo muy importante y la participación del trabajo en el ingreso nacional alcanza niveles muy altos (en particular a comienzos de los años ’50). En nuestro país el modelo es en general resistido por diversos sectores, lo que se manifiesta en una gran inestabilidad política. Vemos así que con vaivenes y en el marco de procesos políticos complejos que conducen inclusive a golpes de Estado, el proceso de industrialización en nuestro país sigue su curso. Al mismo tiempo, el grueso de las exportaciones están conformadas por los tradicionales productos primarios de exportación, constituyéndose en determinadas coyunturas económicas cuellos de botella a causa de los déficits en la balanza comercial que conducen a cambios bruscos de política. Cabe destacar también que la ISI como régimen de acumulación se constituyó como un proceso que se proponía modificar las pautas primarias exportadoras de antaño. Ya se había generado un debate impulsado inicialmente por la Comisión Económica Para América latina (Cepal) destacándose la importancia de la ISI y la necesidad de modificar estructuras económicas y los modelos de acumulación basados en exclusividad en las “ventajas comparativas” que presuntamente tenían los países de la periferia respecto de sus productos primarios de exportación.

 Estas políticas de ISI entran en crisis en los años ’70, a causa del auge del neoliberalismo en todo el continente. En nuestro país surge con el golpe militar del “Proceso de reorganización nacional” primero y durante la “Convertibilidad” de los años 1990 después. Comienzan a prevalecer las políticas de “apertura” al exterior, la presunta necesidad de dar rienda suelta a las denominadas “ventajas comparativas”, y al “mercado” que cuestionaban las anteriores políticas de ISI. Se trata de la implantación de políticas de desregulación, privatizaciones, y aperturas al exterior, políticas que habrían de potenciar fundamentalmente a dos sectores de la economía que paulatinamente se transformaron en hegemónicos: el sector financiero y los sectores primarios relacionados fundamentalmente al agronegocio sojero. Es el período en el que se impulsa la expansión sojera y se establecen las bases para el crecimiento de la minería a cielo abierto. También se trata de darle rienda suelta al capital extranjero en estos sectores y en el sector petrolífero, en el proceso de privatización de YPF.

 A lo largo y ancho del continente se establecen regímenes y leyes que favorecen al extractivismo y a la reprimarización de la economía. En Argentina se decreta el Plan de Convertibilidad y el Decreto de Desregulación del año 1991 siendo éste último el marco en el que se establecen las bases para dar impulso al neoliberalismo y a la reprimarización de la economía. El Plan de Convertibilidad establece el uno a uno (un peso igual a un dólar) y la plena liberalización de los capitales desde el exterior hacia el país y desde el país hacia el exterior. Como consecuencia existe una recuperación de los sectores primarios en el producto agregado y en particular en la estructura de las exportaciones, pero también se manifiesta un intenso proceso de desindustrialización, lo cual conduce a “la destrucción de la capacidad instalada y del tejido industrial, así como la pérdida de capacidades humanas difíciles y costosas de revertir”.

 Durante este período se promueve activamente la reprimarización de la economía aparte de la importancia que se le asignada al sector financiero. Se manifiesta cierta recuperación de los sectores primarios en el producto agregado y en las exportaciones, o sea, una tendencia hacia la reconfiguración de la tradicional economía primario-exportadora. El contexto global ha cambiado con relación a lo que eran las economías primario-exportadoras de comienzos del siglo pasado; hoy en día están motorizadas por grandes empresas transnacionales que dominan sectores claves en las que operan y en los espacios financieros que las impulsan. Se manifiesta la utilización de tecnologías de punta –en la producción agraria las semillas transgénicas, en la minerías grandes emprendimientos “a cielo abierto” en la que se dinamitan montañas enteras en vez de utilizar los tradicionales socavones, en la producción de hidrocarburos el nuevo sistema de fracking– y entre cuyas características determinantes están los enormes pasivos ambientales y sociales que generan.

No es de extrañar entonces que son procesos altamente resistidos tanto en nuestro país como en todo el continente, dados sus efectos sociales y ambientales altamente perniciosos.

(…)

En nuestro país, con la reprimarización de la economía, las exportaciones de soja adquieren preeminencia en el total, y en términos globales si bien se produjo cierto recupero de las exportaciones de productos manufacturados (por ejemplo, automóviles al Brasil), casi el 70% de las exportaciones sigue siendo productos primarios, tanto agropecuarios y manufacturas de origen agropecuarios, como productos mineros. Ésta es una tendencia que sigue también en nuestros días, pese a que el modelo neoliberal es denostado por los gobiernos denominados “progresistas”.

La reprimarización continúa intensamente durante la tercera etapa, la post-convertibilidad. Si bien en 2001-2002 hay una crisis propia del neoliberalismo, algunas políticas que se remiten precisamente a la reprimarización de las economías siguen su curso con posterioridad. Un cambio importante lo constituye el hecho de que en los términos planteados por el economista Daniel Azpiazu habría habido una reactivación industrial donde se quebró el modelo de desindustrialización que arrancó en 1976. Sin embargo, la nueva paridad cambiaria y los bajos costos salariales en dólares potenciaron un perfil exportador vinculado con la producción de commodities . El autor acepta que hubo un proceso industrializador circunscripto a determinados sectores pero tuvo sus limitaciones. La única política activa que hubo fue la de promover  industrias que favorecieron  a los oligopolios (las siderúrgicas, las automotrices y las de procesamiento de soja). En medio del conflicto del agro, se les dio beneficios de promoción a los que procesaban soja de exportación y a las que producen biodiésel a partir de la soja. Se promocionaron además proyectos que se hubiesen hecho de todas formas porque estaban las condiciones dadas en el escenario internacional.

 Daniel Azpiazu fue crítico del proceso industrializador por ser concentrador y extranjerizante, marcaba que no hubo políticas para las pymes (Pequeñas y Medianas Empresas) y se mantenía un perfil exportador semejante a los de 1990. Asimismo, si bien hasta 2006 las cifras muestran superávit comercial, en 2007 y 2008 se transforman en déficit industrial. Vuelven a aparecer las figuras del “stop and go de la industrialización sustitutiva”; y si la estructura de la producción industrial no se modificaba volvería a aparecer el déficit comercial.

 Como es sabido, y nuestro libro intenta reforzar la idea con datos y análisis de todo tipo, la Argentina sigue impulsando significativamente los sectores primario-exportadores a fin de garantizar la provisión de reservas de divisas para hacer frente a posibles efectos de la crisis mundial. El modelo extractivista cobra intensidad a raíz del aumento de la demanda de China y la India y del alza de los precios de los commodities en los mercados internacionales. El mercado de commodities asume plenamente las características que tienen los mercados financieros globales y que han contribuido significativamente a la debacle actual que sufren los países europeos, Estados Unidos y Japón, entre otros.

Con respecto a nuestro país, creemos que es necesario poner en cuestionamiento un modelo que no sólo es inestable y no resuelve los problemas fundamentales de la sociedad sino que los agrava, creando con el correr de los años creciente sufrimiento entre amplios espectros de la población.

 

 

Artículo muy interesante


En www.pagina12.com.ar
Política, tele y calidad educativa  Por Mempo Giardinelli

Cuando se escuchan o leen afirmaciones condenatorias de la educación argentina, y periodistas y políticos opositores repiten la reiterada cantilena acerca de la pésima calidad educativa argentina, la sociedad está asistiendo, sin saberlo, a otro perfecto doble mensaje confundidor.

Es inevitable preguntarse a qué tipo de calidad educativa aspirarán esos mismos políticos y periodistas que –infatigables y mentirosos, y algunos negadores de sus oscuros pasados– trajinan los estudios televisivos y las páginas editoriales de los todavía llamados grandes diarios monologando y coincidiendo entre ellos mismos acerca de un problema nacional gravísimo que en efecto existe –la calidad educativa en la Argentina viene en tobogán descendente desde hace más de 30 años– pero al que ellos, desde su ignorancia y repitiendo clichés, apenas y solamente frivolizan y confunden.

Puede entenderse en aquellos empleados del establishment televisivo y de Clarín y La Nación que, como sus patrones, están al servicio de intereses económicos antinacionales. Pero cuesta mucho más entender a dirigentes y legisladores que son gente grande y de apariencia seria, que aceptan y repiten todo lo que dicen o escriben aquéllos.

Porque la calidad educativa es un asunto de extrema complejidad y muy difícil solución para un país como el nuestro, en el que se degradó sistemáticamente a la docencia durante dos décadas y media (1976 a 2002); se arruinó un sistema que dio buenos resultados durante un largo siglo y, entre otras calamidades, acabó con el respeto a la autoridad del saber y el conocimiento, además de que eliminó todo sano criterio sancionatorio.

Resulta lamentable comprobar cómo periodistas, políticos, funcionarios y hasta dizque “estrellas” de variopintos firmamentos mediáticos, en realidad banalizan y bastardean el problema de la calidad educativa. Desde sus falsas preocupaciones al respecto, repiten lugares comunes y frases hechas, algunos invocan acríticamente las pruebas PISA y todos se pasean por los programas televisivos más condenables.

Así se confunde al pueblo argentino respecto de conceptos como “educación” “cultura”, “artistas”, “entretenimiento” o “humor”, y son muchas las propuestas embrutecedoras, algunas hasta extremos inesperados. Allí se invita a esos políticos dizque preocupados por la calidad educativa –sobre todo en períodos preelectorales– para que concedan entrevistas y se muestren sonrientes en medio del grotesco mediático con que se engaña día a día y sobre todo noche a noche a la ciudadanía. Y ellos y ellas van.

No sostengo que el Sr. Marcelo Tinelli sea el único responsable de esto, pero sí que le cabe una enorme responsabilidad. En sus programas, desde hace años, se hace culto de la vulgaridad, la banalidad y el mal gusto. Se incita a personas para que ofrezcan cuerpo y dignidad a cambio de efímeras fama y dinero, lo cual en otros ámbitos suele tener el nombre de corrupción y/o prostitución. Pero a eso periodistas y políticos de oposición no lo ven, no lo denuncian y, peor aún, lo aceptan sonrientes. Incluidos los y las neofiscales republicanos que van alegremente a comer con la Sra. Legrand o se prestan a las noches de TN en las que ahora es moda condenar la mala calidad del sistema educacional argentino.

Así resultan cómplices de la ya añeja cruzada de los poderes concentrados que trabajan desde los medios para convencer al pueblo argentino de que es importante todo aquello que no tiene ninguna importancia. Y de que tiene valor todo lo que carece absolutamente de valor.

Por su parte, admirable en su imaginación y audacia, el Sr. Tinelli parece capaz de todo. Y no sólo por sus negocios o aficiones deportivas, que son asuntos de él, sino porque el extraordinario crecimiento de su influencia está basado en consignas degradantes, en una misoginia constante, en la insistencia de que las mujeres sólo se destacan si bailan semidesnudas, y en una práctica de chabacanería, machismo y ordinariez pocas veces vista. Y todo ello con otro doble discurso habitual en sus programas: el de que “ayudan” a instituciones benéficas o carenciadas.

Obvio es decir que muchísimos ciudadanos no vemos esos programas, pero no podemos evitar, haciendo zapping, toparnos con vulgaridades, groserías y mal gusto. E igualmente obvio es que no se ve calidad educativa alguna en la media general de la televisión argentina a la que tan afectos son, y tan complacientes, los dirigentes, legisladores y militantes de la oposición que son capaces de ir a todo tipo de programas a hablar, justamente, de la mala calidad educativa argentina, a la que se refieren como si solamente fuese la perversa invención de un gobierno.

 Es penoso comprobar además que, por necesidad o por cholulos, ellos y ellas esperan ser invitados. Y ha de ser por eso que no se conoce ni una sola presentación pública, de funcionario o legislador –¡y de ningún juez!– que alguna vez haya llamado la atención o propuesto límites a tanta mediocridad y desmesura, y tanto despropósito educativo en esos programas.

De esa calidad educativa no se habla. Ni una palabra. Aunque es ésa la peor, pésima educación que entra de contrabando todos los días en cientos de miles de hogares argentinos, buscando confundir y atontar a millones de familias con sexismo barato y la ideología más reaccionaria y retrógrada.

lunes, 23 de septiembre de 2013


La cultura del balazo  Por Gabriela Esquivada

En 22 de los 50 estados de EEUU se puede comprar un arma aun si se estuvo preso por homicidio, pues no piden permiso de portación; o poner como domicilio “Hospital Psiquiátrico José T. Borda, Buenos Aires, Argentina” y salir con un rifle para cazar osos.

Una bibliotecaria jubilada que quiera alquilar un departamento en cualquier ciudad de los Estados Unidos debe pagar un mínimo de 25 dólares para que el consorcio realice su verificación de antecedentes. A quien quiere comprar un arma, en cambio, no se le pide tal cosa: basta una prueba de identidad y por 568 dólares le ponen en sus manos una semiautomática con el paradójico nombre de American Classic Amigo, o una carabina SR-15 si gasta 2.599. Así, alguien inadecuado para tener el índice cerca de un gatillo, como el ex reservista de la Marina y actual contratista, Aaron Alexis, quien oía voces en su cabeza y en vísperas de la masacre de esta semana había denunciado a la policía que lo sometían a vibraciones de microondas para impedirle dormir, puede pertrecharse legalmente, decir “buen día” en una base naval cerca del Capitolio y la Casa Blanca y matar a 12 personas.

La ley de 1993 que exigía la verificación de antecedentes sufrió cambios en 2004, entre ellos el fin de la prohibición a los cargadores de más de diez cartuchos, gracias a lo cual el 8 de enero de 2011 Jared Loughner disparó veinte balazos sin molestarse en recargar contra la diputada demócrata Gabrielle Giffords, quien recibió uno en la cabeza y sobrevivió, a diferencia de otras seis personas que salieron del mitin hacia la morgue.

En 22 de los 50 estados se puede comprar un arma aun si se estuvo preso por homicidio, pues no piden permiso de portación; o poner como domicilio “Hospital Psiquiátrico José T. Borda, Buenos Aires, Argentina” y salir con un rifle para cazar osos, excepto en aquellos estados que restringen la venta… a gente de fuera del estado. Una ley de 1986 prohíbe que el gobierno federal establezca “cualquier sistema de registro de armas de fuego, dueños de armas de fuego, compraventa o distribución de armas de fuego”. Así las cosas, hay pistolas y rifles y carabinas en el 47% de los hogares estadounidenses y el único documento de cada una de las 310 millones de armas que tienen los civiles (contra 4 millones en poder de los uniformados) en un país de 314 millones de habitantes es el registro de venta que hace el vendedor autorizado. Lo cual deja afuera el 30% de las operaciones, ya que estados como Florida no exigen una licencia especial para tal negocio.

Los puntos de venta son tantos como los McDonald’s. Miles de ferias se realizan al año y se anuncian con orgullo, “Muestra de Armas & Cuchillos/Compra-Venta-Canje”, y hasta humor, “Muestra de Armas de Columbus: ¡Compre mientras se pueda!”. En una de ellas, el Tunner Gun Show, se hicieron de un arsenal Eric Harris y Dylan Klebold, autores de la masacre de 1999 en una escuela secundaria (13 muertos y 27 heridos) sobre la cual Michel Moore filmó Bowling for Columbine. También es corriente ver armerías en las rutas suburbanas, que ofrecen “Provisiones militares VERDADERAS” o “Rifles-Pistolas-Escopetas-Municiones”. En una de ellas, Mark Manes, un amigo de Harris y Klebold, les compró una semiautomática. Internet es un venero para el negocio: http://www.impactguns.com/ ofrece membresía gratuita de la Asociación Nacional de Armas (NRA, National Rifle Association); http://grabagun.com/ garantiza una oferta diaria. Los asesinos de Columbine, que se suicidaron luego de la masacre, no compraron nada online, pero estudiaron cómo fabricar las 99 pequeñas bombas que llevaban en sus bolsos.

La buena noticia: en febrero de 2013 no hubo siquiera un tiroteo masivo, aquellos que dejan cuatro o más víctimas. La mala: en lo que va del año en los Estados Unidos hubo al menos 17 tiroteos en los que perdieron la vida 82 personas: enero, 9 muertos en Oklahoma y Nuevo México; marzo, 4 en el estado de Nueva York; abril, 13 en Ohio, el estado de Washington e Illinois; mayo, 9 en Nevada e Indiana; junio, 4 en California; julio, 10 en Florida y West Virginia; agosto, 17 en Texas, Nebraska, Oklahoma e Illinois, y este mes –que aún no termina– 16 en Chicago y en la base naval de Washington.

Por eso la tapa del diario USA Today del día siguiente al ataque de Aaron Alexis a la base naval tenía el título sencillo de “Otra vez”.

El año pasado no fue mejor y todavía se recuerdan dos episodios. El primero continuó la tradición –siempre activa– que se inició en 1764, cuando cuatro nativos de la etnia Lenape entraron a una escuela en lo que hoy es Greencastle, Pensilvania, y dispararon contra el maestro Enoch Brown, quien murió junto a otros 10 niños. Sucedió en diciembre, en Connecticut: después de matar a su madre, Adam Lanza entró a la escuela primaria de Sandy Hook, Connecticut, con una carabina Bushmaster M-4, una pistola Glock y otra Sig-Sauer (dejó en el auto una escopeta de combate Izhmash Saiga-12) y mató a 20 niños y 6 adultos antes de suicidarse. El otro había sucedido meses antes, en julio, cuando se estrenó Batman: el caballero de la noche asciende en Aurora, Denver, y James Eagan Holmes, en vez de llevar pochoclo y gaseosa, entró al cine con un rifle de asalto AR-15 con un tambor de cien balas y dos pistolas Glock y en dos minutos asesinó a 12 espectadores.

Estas muertes masivas opacan la corriente continua de violencia armada que pone a los Estados Unidos al tope de esa estadística mundial, con una tasa de homicidio por bala ocho veces superior a la de países de similar desarrollo. El problema de fondo es la bala cotidiana.

Son los tiroteos entre bandas, como el que sucedió en Brooklyn, Nueva York, en mayo, que dejó a una niña de once años que entraba a su casa paralizada de por vida. (A la fecha, 2.035 soldados murieron en combate en Afganistán e Irán, más unos 400 suicidas al año, mientras que unos 18.000 niños y adolescentes reciben balazos cada año, y algunos mueren.)

Son los episodios de violencia doméstica que se descontrolan, y en vez de un cachetazo, van un par de tiros como este jueves disparó Antonio Feliú en Miami, Florida, contra su mujer, Vivian Gallego, y –ya que le quedaban balas– la hija de ella.

Son los asaltos que empiezan con la intención de llevarse dinero o mercancía y un tercio de las veces terminan con muertos.

Son los temores de inseguridad elevados al delirio, como sucedió el 26 de febrero de 2012 en Sanford, Florida, cuando George Zimmerman, parte de un grupo de vecinos armados que vigila el barrio, mató a Trayvon Martin por encontrarlo intimidante. Creyó ver un arma que el joven negro –un factor a considerar, ya que el homicida es hispano y la antipatía entre ambos grupos es inmensa– no tenía. Zimmerman quedó libre por una ley que habilita la defensa si se sospecha que se va a sufrir daño. Otros 29 estados tienen normas similares.

Nadie está a salvo, de escolares a Martin Luther King, de John Lennon a presidentes. En Estados Unidos hubo once intentos de magnicidio, cuatro de ellos exitosos: Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley y John F. Kennedy, de cuya muerte en Dallas se cumplen este noviembre 50 años.

El lobby de las armas se mueve por la razón obvia: el dinero. Desde 2010 cada año se fabrican en los Estados Unidos casi 5,5 millones de armas –un aumento desde los 4 millones de la década anterior– y la industria representa 31.800 millones de dólares. Sólo Smith & Wesson ganó 412 millones en 2011, triplicando y más los 120 millones que había obtenido en 2004. Pero como queda feo decir que se deja huérfanos por plata, el lobby basa sus argumentos en principios y vapulea la Segunda Enmienda de la Constitución, que dice: “Por ser necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se infringirá el derecho del Pueblo a poseer y portar armas”. De esa declaración, formulada mucho antes de que Estados Unidos tuviera su desmesurado poder militar de hoy, en 1791, es difícil derivar la virtual falta de regulación que defiende –y no sólo con palabras– la industria armamentista. El argumento delirante –pero usado– de que los ciudadanos deben estar armados para defenderse del gobierno tiene poco sustento. El sistema ataca de otro modo, ya probado, lucrativo y eficaz: elecciones optativas, cerebro apagado por la televisión encendida, educación cara, dieta que garantiza problemas de salud.

Su ariete publicitario, la NFA, llega a extremos como declarar enemigos a personas e instituciones “que han donado dinero, militancia u otro tipo de apoyo directo a las organizaciones antiarmas”. La lista, que se desvaneció de su página de internet en febrero, incluía a la Academia de Pediatría, la Organización Nacional de Discapacidad, varias instituciones científicas y religiosas, zoológicos, Meryl Streep, Oprah Winfrey, Boyz II Men, Tony Bennett, Ellen DeGeneres, las tarjetas Hallmark, los helados Ben & Jerry’s y las textiles Kenneth Cole y Levi Strauss, entre otros. Ahora debería sumar a Starbucks, que luego de la matanza en la base naval pidió a sus clientes que dejen las armas en casa cuando salgan para el café.
Poco asombra que Charlton Heston, quien murió de demencia degenerativa, presidiera la NFA durante cinco de los últimos años de su vida.

Si alguien elige para sí y se compra un par de zapatos, normalmente es para usarlos. ¿Por qué sería distinto con un arma? Lo más grave que se puede hacer con un zapato es golpear la mesa de las Naciones Unidas (como Nikita Kruschev) o tirárselo a alguien por la cabeza (como le hicieron en dos ocasiones al ex presidente George W. Bush). En general, el daño se limita a ampollas. Lo que hace un arma, en cambio, no se arregla con una curita.

En www.pagina12.com.ar  16/09/13

Economía: TEMAS DE DEBATE: HERRAMIENTAS PARA LA EXPLOTACION DE RECURSOS NATURALES                                           VERSIÓN ADAPTADA

Tecnologías en el ojo de la tormenta

Análisis sobre el modelo de intensificación productiva que es actualmente dominante en la explotación de recursos naturales, tanto el fracking como la megaminería y los transgénicos. Qué otras alternativas tienen los países en desarrollo como Argentina.

Producción: Tomás Lukin  debate@pagina12.com.ar

Hay otras alternativas  Por Valeria Arza, Anabel Marin y Patrick van Zwanenberg   Investigadores de Cenit/Untref (Universidad Nacional de Tres de Febrero)

Es común escuchar argumentos que defienden el modelo de intensificación productiva que es actualmente dominante en la explotación de recursos naturales (RN) –fracking, megaminería, transgénicos– como único camino para impulsar un proceso de desarrollo. Se argumenta que los países como el nuestro no han llegado a un estadio de desarrollo que haga relevante la preocupación ambiental porque existen otros problemas más urgentes (por ejemplo, la generación de divisas). Si bien se concede que estas actividades no son inocuas para el medio ambiente y pueden estar asociadas a los intereses de grandes corporaciones, se piensa que será posible generar impactos positivos para el desarrollo con buena intervención y regulación pública.

Con una economía altamente dependiente de los RN, no sorprenden estos argumentos pragmáticos: la soja transgénica representa más del 50 por ciento del área cultivada y es imposible ignorar cómo se verían afectadas las cuentas fiscales si se cambiaran las prácticas tecnológicas actuales; de igual manera, corresponde aspirar a mejorar la balanza energética. Pero pragmatismo no justifica dogmatismo. Existen diversas alternativas tecnológicas que podrían promoverse. Tres cuestiones deberían tomarse en consideración.

Primero, el modelo de explotación de RN dominante genera graves problemas económicos, ambientales y sociales de efectos evidentes en la calidad de vida de las poblaciones que conviven con estas prácticas y vaticina un futuro menos auspicioso para el empleo rural, la diversificación productiva, para agregar valor en origen, la soberanía alimentaria, la salud, la disponibilidad de agua potable, etcétera. No es anti-tecnológico criticar algunas tecnologías específicas.

Segundo, existen tecnologías alternativas de producción de RN que superan social y ecológicamente a las establecidas (por ejemplo, energía eólica o producción agropecuaria para mercados diferenciados como la orgánica o agroecológica). Muchas también son viables económicamente o podrían serlo si se apoya su desarrollo. Sin embargo, como muchas veces entran en tensión con las prácticas dominantes (por ejemplo, por el uso de la tierra), no cuentan con el apoyo político y económico necesario para su expansión.

Tercero, la tecnología no puede separarse de las relaciones sociales en las que se inserta, ni de las normativas que regulan su funcionamiento: no es exógena al sistema. Por ejemplo, el modelo de producción de agricultura intensiva no se difundió solamente por las virtudes de las semillas transgénicas, los agroquímicos o los equipos de siembra directa. Su difusión tuvo que ver también con las redes existentes de empresas proveedoras de diversas tecnologías, con su capacidad de lobby, con las leyes de propiedad intelectual, con las regulaciones para la liberación de eventos transgénicos, con los intereses políticos que se crean alrededor de prácticas establecidas, etcétera.

 Se trata de sistemas que combinan elementos técnicos, políticos y socio-económicos que se alinean para producir y reproducir un sistema productivo que funciona bien al menos en algunas dimensiones (es competitivo a nivel internacional, ofrece rentas sustantivas a los agricultores comerciales, genera divisas e ingresos fiscales, etcétera).

Las tecnologías alternativas pueden no “encajar” con facilidad dentro de este sistema establecido. En buena medida dependerá de hasta qué punto se aparten de las prácticas dominantes. Cuanto más se aparten, mayores tensiones se originarán y más resistida será su expansión. Por ejemplo, algunas medidas que podrían favorecer alternativas (como la agricultura orgánica) pueden ser resistidas si desfavorecen a las prácticas establecidas: pensemos el caso de medidas que restrinjan la fumigación aérea, una práctica extendida en la agricultura intensiva. Cabe resaltar que quienes se favorecen de las prácticas dominantes pueden ejercer una influencia mucho más efectiva incluso que las prácticas de representación democrática. Valga como ejemplo el modo en que el gobierno del Chaco reglamentó la ley de uso de agroquímicos, haciendo caso omiso de las distancias mínimas de fumigación allí establecidas.

En suma, resulta ingenuo pensar que la tecnología es neutral e independiente de las relaciones sociales (y de poder), tanto como que será siempre posible regular su funcionamiento en pos del bien común. Algunos impactos negativos no se pueden disminuir o controlar con regulación e incluso las regulaciones viables serán intensamente resistidas por quienes vean amenazados sus intereses.

 Finalmente, el argumento de que existe una única tecnología capaz de impulsar el desarrollo –lo que nos obligaría a estar dispuestos a soportar sus consecuencias negativas es falaz. Existen múltiples opciones tecnológicas con diversas relaciones sociales, económicas y ambientales asociadas. Algunas son superadoras de las establecidas en varias dimensiones, pero no podrán expandirse sin un esfuerzo colectivo de promoción y difusión desde la política pública y la sociedad civil.

Necesidad social  Por Ignacio Sabbatella  Licenciado en Ciencia Política, becario doctoral Conicet - Instituto Gino Germani.

La Argentina se encuentra frente a una encrucijada histórica en cuanto a la definición de una política energética de largo plazo. La expansión de la demanda en el marco del crecimiento económico experimentado en la última década llevó a la crisis final de la reforma neoliberal del sector hidrocarburos. La estrategia privada se asentó en la sobreexplotación de las reservas convencionales descubiertas en gran parte por la YPF estatal y el abandono de la actividad exploratoria. El saldo fue una caída pronunciada de la productividad de los yacimientos de petróleo a partir de 1998 y de gas a partir de 2004. La creciente importación de gas natural y combustibles ha derivado en un déficit comercial energético desde 2011, que reaviva el fantasma de la restricción externa sobre la economía nacional.

La recuperación del control estatal de YPF fue un hito y la nueva gestión frenó el declino de la extracción, pero apenas representa un tercio del mercado de crudo y un cuarto del mercado de gas. En consecuencia, en 2012, la importación de energía implicó 9266 millones de dólares (un 13,5 por ciento con respecto al total de las importaciones) y el déficit fue de 2738 millones de dólares (equivalente al 21,6 por ciento del superávit comercial total logrado en el año).

Los recursos no convencionales se presentan como la gran promesa para recobrar el autoabastecimiento energético, especialmente la formación Vaca Muerta en la Cuenca Neuquina. Se precisan inversiones millonarias y la utilización de la fractura hidráulica en combinación con la perforación horizontal.

Esta nueva modalidad de explotación exige un esfuerzo conjunto entre Nación y provincias para implementar estrictos controles ambientales y establecer un ordenamiento territorial que resguarde a las comunidades locales y a otras actividades productivas.

Por otro lado, hay que señalar que todavía existe un alto grado de incertidumbre respecto de la conversión en reservas de los “recursos técnicamente recuperables” de shale contabilizados por la Agencia de Información Energética de EE.UU. y, además, los cálculos más optimistas ubican la recuperación del autoabastecimiento en 2022. Por lo tanto, la política energética no puede focalizarse exclusivamente en el shale y debería abrirse un abanico de medidas para paliar el déficit comercial. A corto y mediano plazo, atenuar la demanda a través de una fuerte campaña de uso eficiente y racional de la energía a nivel industrial, residencial, comercial y del transporte; y continuar con la quita de subsidios a los sectores más pudientes. A largo plazo, promover la diversificación de la matriz energética hacia fuentes renovables. Un involucramiento estatal más decidido en el sector eólico sería un paso fundamental.

De la misma manera que no es conveniente entronizar la explotación no convencional, tampoco debería ser demonizada. No es adecuado englobar distintas actividades primarias de gran escala bajo el rótulo peyorativo de “extractivismo”; tampoco es adecuado patrocinar acríticamente cualquier modalidad de extracción y tecnología en pos del “desarrollo”. En ese sentido, el fracking difiere, por ejemplo, de la minería aurífera (minería del oro) en al menos dos puntos. En primer lugar, la explotación del shale es liderada por el Estado argentino a través de YPF, mientras que el mercado metalífero está dominado por las grandes mineras transnacionales.

Y en segundo lugar, el petróleo y el gas son bienes estratégicos necesarios para satisfacer no sólo el desarrollo industrial sino también el bienestar de la población en su conjunto. Mientras que una gran parte de la extracción de oro –que ni siquiera se refina en el país– está destinada como materia prima a la producción de bienes suntuarios y como reserva de valor de la banca internacional.

Bajo las actuales circunstancias, el desarrollo no convencional es una necesidad social. En algunos casos, la intransigencia ambientalista no se reduce al fracking sino que se extiende hacia otras fuentes de energía como la hidroeléctrica, cuyo potencial nacional es más que promisorio y permitiría reducir la dependencia fósil.

La crítica coyuntura es una oportunidad propicia para preguntarse energía por qué, para quién y cómo; también para debatir y definir democráticamente cuáles son los umbrales sociales y ambientales que la sociedad argentina está dispuesta a tolerar para sostener las necesidades energéticas del país en las próximas décadas.

 

jueves, 15 de agosto de 2013


El socialismo comunitario  Año 6. Edición número 271. Domingo 28 de julio de 2013

Bolivia. Fragmento del libro Las tensiones creativas de la revolución, del vicepresidente boliviano Álvaro García Linera.

Una tensión que impulsa la dialéctica y el proceso de nuestra revolución es la contradicción creativa entre la necesidad y la voluntad de industrialización de las materias primas, y la necesidad imprescindible del Vivir Bien entendido como la práctica dialogante y mutuamente vivificante con la naturaleza que nos rodea.

 Veamos primeramente el tema de la industrialización.

 La nacionalización de los recursos naturales no puede completarse y expandirse si no se pasa a una segunda fase que es la industrialización de esos recursos. Se trata ciertamente de un tema de mejora en los ingresos del Estado, pues los productos industrializados y semi-industrializados son portadores de un mayor valor agregado con el potencial de beneficiar económicamente al país en mayor medida a la actual simple exportación de materias primas. Pero, además, la industrialización crea una capacidad productiva nacional, un manejo tecnológico y un conjunto de saberes científicos que dan al país una base para impulsar crecientes variedades de actividades industriosas, intensivas en tecnología y mano de obra, que podrán transformar la rezagada infraestructura laboral primario-exportadora.

 La industrialización de las materias primas es una antigua demanda popular emergente de la dolorosa constatación de que a lo largo de 500 años Bolivia aportó al mercado mundial ingentes cantidades de materias primas, dando lugar a emporios industriales y al crecimiento acelerado de las economías receptoras, pero dejando al país inerme y en la pobreza económica. Por eso es que durante los años 2006-2009, el Gobierno de los movimientos sociales se lanzó rápidamente a nacionalizar las empresas estatales anteriormente privatizadas del sector hidrocarburífero (YPFB), Huanuni, Vinto, Entel, Ende. Hoy, la mayoría, empresas públicas consolidadas pese a las dificultades de contar con personal técnico capacitado, la mayor parte inclinado a la actividad privada por el nivel de los salarios. Y a partir del año 2010 se inició la segunda etapa del proceso nacionalizador, consistente en la industrialización misma.

 No es fácil avanzar, en primer lugar, porque no tenemos experiencia en ello; se trata de un proceso novedoso en el que hay que ir aprendiendo al mismo tiempo en que se lo realiza. En segundo lugar, porque es un proceso costoso y, por tanto, se requieren inversiones muy grandes, posiblemente las mayores de toda la historia económica del país. Una petroquímica, por ejemplo, cuesta cerca de 1.000 millones de dólares, una termoeléctrica grande, entre 1.000 y 3.000 millones de dólares, cantidades nunca antes imaginadas por el país. Y, en tercer lugar, porque se trata de un proceso largo, pues mínimamente se requieren de al menos 3 años para ver funcionar las industrias más pequeñas, 5 o 6 las medianas y 10 años o más, las más grandes.

 El Gobierno ya tomó la decisión de industrializar el gas, minerales como el litio, el hierro y algunas reservas de agua. Cada una de esas actividades productivas requiere mucho esfuerzo, tiempo y dinero, pero al final, una vez puestas en marcha, son ellas las que permitirán multiplicar los ingresos monetarios del país por tres, por cinco o más, logrando una base duradera para mejorar salarios, construir más infraestructura, mejorar los bonos a los niños, a los ancianos, a las mujeres, etc. Ésta es una de las mayores demandas históricas del pueblo boliviano, como también lo fueron la plurinacionalidad y la autonomía, y nuestro Gobierno la asume como un reto a cumplir lo más pronto posible.

 Algunos intelectuales políticamente erráticos han intentado interpretar este proceso de construcción de empresas públicas como un tipo de capitalismo de Estado, que no contribuiría a consolidar una mirada comunitarista. Cometen un terrible error conceptual que encubre un conservadurismo político sin excusa. Se trata de un falso debate porque el capitalismo es, por definición, usufructo del trabajo ajeno para la acumulación de riqueza privada. Durante el capitalismo de Estado de los años cincuenta, las empresas estatales se utilizaron para el beneficio de ciertos grupos particulares, de una clase burocrática que usufructuó personalmente de esos ingresos y los transfirió a otros sectores empresariales, intermediarios, hacendales, etcétera.

 Por el contrario, los procesos de industrialización que está impulsando el Estado Plurinacional lo que hacen es, en primer lugar, generar un tipo de valor, en algunos casos bajo la forma de renta, que no se acumula privadamente ni se usufructúa dispendiosamente de manera privada. Esto marca una diferencia estructural con las experiencias previas de capitalismo de Estado.

Pero, además, el Estado Plurinacional que redistribuye la riqueza acumulada entre todos los sectores sociales, simultáneamente prioriza el valor de uso* y la necesidad por encima del valor de cambio, es decir, la satisfacción de necesidades por encima del lucro y la ganancia. Es el caso de los servicios básicos declarados como un derecho humano y, por tanto, objeto de acceso en función a su necesidad y no a su rentabilidad, lo que lleva a políticas de subvención. El acceso al agua está subvencionada, lo mismo el crédito a los pequeños productores, y el Estado también compra productos agrícolas para garantizar soberanía alimentaria y su venta a precio justo. En ese caso, los precios para que los consumidores accedan a esos productos no se regulan por su valor mercantil capitalista sino por su valor de uso. Entonces, el Estado, a través del excedente generado en la industrialización, comienza a desprenderse gradualmente de la lógica capitalista de la apropiación privada como norma económica e introduce expansivamente la lógica del valor de uso, de la satisfacción de necesidades, de fundamento comunitario y comunista, como principio rector de actividades económicas.

 Hablamos, por tanto, de otro régimen social en construcción con avances y retrocesos, eso es lo que estamos haciendo, potenciando al Estado como el mecanismo de generación de riqueza, no para la acumulación de una clase sino para su redistribución en la sociedad, especialmente entre los más humildes, los más pobres y los más necesitados, que son el alma, el sentido profundo y el norte final de todas nuestras acciones como Gobierno.

 Pero, a la vez, esta fuerza económica de generación de excedentes a ser redistribuidos entre la sociedad entera y utilizados para potenciar el valor de uso no capitalista genera un conjunto de efectos, de agresiones a la madre naturaleza, al medio ambiente, a la tierra, a los bosques, a los cerros, daños que a la larga afectan irremediablemente al propio ser humano.

 Toda actividad industriosa tiene un costo natural, siempre ha sido así, pero lo que hace el capitalismo es subordinar las fuerzas de la naturaleza, retorcerlas y degradarlas al servicio del valor de cambio, de la ganancia privada, no importándole si con ello se destruye el núcleo reproductivo de la propia naturaleza. En el fondo, el capitalismo es suicida, pues en su acción devoradora y devastadora destruye la naturaleza y a la larga también al ser humano. Nosotros tenemos que eludir ese destino fatal, y ahí la fuerza de la comunidad agraria se presenta como un horizonte, como un principio ordenador de la relación entre las necesidades del ser humano y las de la naturaleza como totalidad viva.

 Las fuerzas productivas comunitarias y la ética laboral agraria incorporan una mirada distinta a la lógica capitalista respecto de cómo vincularnos con la naturaleza. Nos proponen ver a las fuerzas naturales como componentes de un organismo vivo, total, del que el ser humano y la sociedad son tan sólo una parte dependiente y que, por tanto, el usufructo de sus potencias productivas naturales, entendidas como tecnologías y saberes sobre la naturaleza, deben darse en el marco de una actitud “dialogante” y reproductora de esa totalidad natural.

 Las formas comunitarias han desplegado una tendencia de una otra forma social del desarrollo de las fuerzas productivas en las que la naturaleza es concebida como la prolongación orgánica de la subjetividad humana, que se debe velar para su continuidad creadora, pues de esa manera se garantiza también la continuidad de la vida humana para las siguientes generaciones.

“Humanizar la naturaleza y naturalizar el ser humano” proponía Marx (en el tercero de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844) como alternativa al suicidio social y a la destrucción de la naturaleza impulsada ciegamente por la lógica capitalista de la valorización del valor. A eso le llamaba Marx el comunismo, la realización de la lógica total del valor de uso de la naturaleza en el ser humano y del ser humano realizado en la naturaleza. En eso consiste el Vivir Bien: en utilizar la ciencia, la tecnología y la industria para generar riqueza, de otra manera con qué se podrían construir carreteras, levantar postas sanitarias, escuelas, producir alimentos, satisfacer las necesidades básicas y crecientes de la sociedad. Pero, a la vez, necesitamos preservar la estructura fundamental de nuestro entorno natural para nosotros y las generaciones que vendrán, que tendrán en la naturaleza la realización de sus infinitas capacidades para satisfacer sus necesidades sociales.

 Industrializar sin destruir el fondo estructural del entorno natural-social de la vida, preservar las capacidades naturales para las futuras generaciones de todos los seres vivos pero a la vez producir riqueza para satisfacer las actuales necesidades materiales insatisfechas de la población, esa es la tensión, la contradicción viva que nos plantea el presente que no puede ser respondida por el capitalismo como tal, que sólo se preocupa por la riqueza material a costa de la destrucción de la riqueza natural, y además para el aumento de la ganancia de unos pocos, la ganancia privada de una clase social.

 Necesitamos industrializarnos pero también cuidar la naturaleza y preservarla para los siguientes siglos. El capitalismo la depreda, la destruye, la utiliza con fines de lucro y no para la satisfacción de las necesidades.

 Esta tensión creativa es la que el presidente Evo ha llamado el socialismo comunitario del Vivir Bien, la satisfacción de las necesidades materiales humanas mediante el diálogo vivificante con la naturaleza, preservándola para preservar también el destino y el bienestar común de las futuras generaciones de todos los seres vivos.

 La inclinación hacia el industrialismo desbocado lleva a la reproducción de la dinámica depredadora y a la conversión de las fuerzas productivas en fuerzas destructivas de la sociedad y de toda la naturaleza y, a su vez, la actitud contemplativa de la naturaleza lleva a la preservación de las carencias materiales de la sociedad, y en ambos casos, a la continuidad del proceso de producción y reproducción capitalista de los seres humanos. En cambio, vivir la tensión permanentemente, desplegando las capacidades técnicas del conocimiento que afectan el entorno natural pero que también son capaces de reproducir el fondo estructural de ese entorno natural es el gran desafío para eludir y superar las formas grises o verdes de la vorágine capitalista.

* Al referirse al valor de uso de las mercancías, Marx señala: “La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran [...]. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso [...]. Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de ésta” (El Capital, Tomo I, Vol. 1, pp. 43-44; Siglo XXI Editores).

http://www.vicepresidencia.gob.bo/Evo-Morales-plantea-13-pilares

Evo Morales plantea 13 pilares para construir la Bolivia digna y soberana antes del 2025 22 /01/2013

(LA PAZ).- El presidente Evo Morales Ayma planteó el martes 13 pilares fundamentales de la Agenda Patriótica del Bicentenario para poder construir la Bolivia digna y soberana, que empezó su camino desde la lucha del pueblo boliviano contra el neoliberalismo en 2006 y se consolidó 2009 con la fundación del Estado Plurinacional.

“Con la nueva Constitución Política del Estado iniciaron su camino hacia el Pachakuti, o los tiempos de equilibrio, fortalecido siempre con nuestros movimientos sociales, ahora nos toca construir con claridad los pilares fundamentales para levantar una nueva sociedad y Estado, más incluyente, más participativa, más democrática, sin discriminación, sin racismo, sin odios y sin división como manda la Constitución Política del Estado, consideramos que debemos plantear 13 pilares de la Bolivia digna y soberana”, manifestó durante su informe de gestión, brindado en la sesión de honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Morales precisó que el primer pilar es erradicar la extrema pobreza, porque así se logrará un país más justo y se podrá alcanzar el socialismo comunitario, el segundo punto es socializar universalizar los servicios básicos con soberanía para vivir bien, porque actualmente un gran parte del país aún no cuenta con agua potable, luz eléctrica y alcantarillado.

El tercer pilar fundamental para llegar a la Bolivia digna y soberana el año 2025 es que todos los bolivianos puedan acceder a salud, educación y deporte de manera gratuita con el objetivo de formar seres humanos integrales y sanos; el cuarto punto está orientado a contar con una soberanía científica y tecnológica pero con identidad propia, porque el conocimiento y la tecnología son fundamentales para poder acceder y llevar servicios básicos a todo el país y para poder explotar de mejor manera nuestros recursos naturales renovables y no renovables.

“Quinto, soberanía comunitaria financiera sin servilismo al capitalismo financiero”, porque “Bolivia no puede depender de los gendarmes financieros que promueven recetas del desarrollo neoliberal, privatizadoras y mercantilistas, y que chantajean a los estados y pueblos condicionando los créditos y las donaciones al cumplimiento de acciones y políticas de asimilación de la inversión privada y nacional con favoritismo”, explicó el Primer Ejecutivo.

Agregó que el sexto pilar está basado en la soberanía productiva con diversificación y desarrollo integral sin la dictadura del mercado capitalista, el séptimo es “la soberanía sobre nuestros recursos naturales con nacionalización, industrialización y comercialización en armonía y equilibrio con la madre tierra”, es decir que si Bolivia pretende industrializar los recursos naturales con los que cuenta no deberá dañar la tierra con la emisión de gases venenosos y materiales tóxicos.

“Octavo, soberanía alimentaria a través de la construcción del saber alimentarse para vivir bien, noveno, soberanía ambiental con desarrollo integral respetando los derechos de la madre tierra”, puntualizó Morales.

El décimo pilar es la integración complementaria de los pueblos con soberanía, que está dirigido a unir los pueblos y comunidades, y entre los estados y gobiernos, en un marco de respeto, apoyo, colaboración y solidaridad, para enfrentar juntos a la “diplomacia de la muerte y la guerra”; el punto 11 que propuso el Mandatario de Estado está dirigido a consolidar el Estado y su administración son soberanía y transparencia bajo los principios básicos de “no robar, no mentir y no ser flojo”.

“Decimosegundo, disfrute y felicidad plena de nuestras fiestas, de nuestra música, nuestros ríos, nuestra selva, nuestras montañas, nuestros nevados, de nuestro aire limpio y sobre todo de nuestros sueños, porque la cultura del neoliberalismo, la cultura de la competencia, la cultura del mercantilismo y de la eficiencia individualista promovidos por una visión capitalista, por un modelo que confiaba en la empresa y la iniciativa privada lucrativa por encima de los derechos sociales, porque busca por sobre todo verla ganancia, ha deshumanizado nuestra sociedad y son destructores de la comunidad y de nuestros vínculos armónicos con la Madre Tierra, con la naturaleza, Bolivia ha decidido romper con esta visión desarrollista basado en el mercado, el individualismo, el consumismo”, enfatizó el Presidente.

Asimismo, señaló que el último pilar es el reencuentro soberano con nuestra alegría, felicidad, prosperidad con nuestro mar, porque Bolivia perdió su acceso soberano a las costas del Océano Pacífico por una guerra injusta manipulada por intereses de pequeños grupos, “no fueron los pueblos los que pelearon por las costas de nuestro Litoral, fueron más bien los grupos de poder que motivaron por intereses imperiales y mezquinos”.

“Sabemos que nuestro arribo ha de llegar influidos por fuerza de la razón, de solidaridad y de complementariedad de los pueblos, por fuerza del apoyo mutuo, de la integración de los pueblos, por el mandato de la justicia, de la verdad histórica, por la fuerza de la democracia de los pueblos, con la soberanía de nuestras autoridades nacidas en las entrañas de nuestros pueblos y que gobierna con ellos, por la fuerza de nuestro espíritu nos encontraremos con nuestros hermanos chilenos, con el pueblo chileno y así se abrirán los caminos para encontrarnos con nuestro mar”, complementó.

Asimismo, el primer Presidente del Estado Plurinacional señaló que para alcanzar a cumplir con todos los puntos de la Agenda Patriótica del Bicentenario se debe empezar a trabajar en proyectos de integración de manera inmediata y anunció que en los próximos seis meses se podría empezar a planificar la construcción del ferrocarril bi-oceánico para unir más a los pueblos de Sudamérica.

En ese marco, señaló que para construir los 13 pilares fundamentales de la agenda se debe garantizar los recursos económicos, y planteó que el Estado deberá contar con al menos 6 fuentes de ingreso.

“Al 2025 debemos tener por lo menos cinco o seis pilares en la economía, por su puesto los recursos naturales, minerales, hidrocarburíferos, pero también las plantas hidroeléctricas, sigo convencido que exportando energía podemos tener otros ingresos (…) y otra pata de economía nacional debe ser el tema agropecuario, el tema por ejemplo de turismo”, indicó.

Agregó que otro pilar de la economía también debe ser la ciencia y la tecnología, porque con una buena preparación se podría exportar la medicina “tradicional”, porque hoy en día, distintos países del mundo están recuperando esos conocimientos ancestrales para curar distintas enfermedades.

Sin embargo, durante su informe de gestión, Morales destacó la mejora en la economía boliviana y señaló que se está redistribuyendo de mejor manera los recursos obtenidos por el Estado, para que Bolivia se convierta en un país de digno, soberano y con igualdad de oportunidades.

 

 

http://www.bolivia.travel

Salar de Uyuni    

Es uno de los lugares más evocadores y misteriosos del planeta, el salar más grande del mundo con 12.106 kilómetros cuadrados de extensión. Esta gran concentración de sal está situada al suroeste de Bolivia, se formó por la evaporación de antiguos mares que bañaban el continente americano en épocas remotas. Está conformado por aproximadamente 11 capas de sal, cuyo espesor varía entre los 2 y 10 metros. Adicionalmente este Salar se constituye en una de las mayores reservas de litio del mundo y está situado a una altura de 3700 m.s.n.m. 

Localización y recomendaciones                            

El salar de Uyuni pertenece a los municipios de Tahua, Llica, Colcha k, San Pedro de Quemes y Uyuni. La mejor época para visitar el Salar de Uyuni es entre Mayo y Noviembre, dependiendo de las lluvias es posible también en Diciembre. Se recomienda visitar el salar con agencias y operadoras legalmente establecidas que incluyan al guía. Llevar zapatos cómodos preferentemente botas de doble caña, gorro de lana o similar, guantes, protector solar 50 o superior (indispensable), lentes 100% UV, rompevientos, ropa abrigada, impermeable para épocas de lluvia, cámara fotográfica y/o video. 

 Como llegar desde el municipio 

Ag. De Viaje - Contratar tour de la ciudad de Uyuni, el recorrido se realiza en mobilidad 4 x 4. - Tipo ruta: Terrestre - Frecuencia: 7 - Horario: Programado - Tarifa: Desde 600 Bs. - Distancia: 22 km.

Información complementaria 

Vientos (Km/h): 90 km/hr Noroeste

Temperatura (ºC): 8° C

Humedad relativa (%): 32,6%

Precipitación pluvial (mm): 300 mm/año

El Municipio de Uyuni está situado en el sud oeste de Bolivia. Es la capital de la provincia Antonio Quijarro en el Departamento de Potosí, se encuentra a una altura que oscila desde 3.665 a más de 5.000 m.s.n.m. y es uno de los lugares de Bolivia que cuenta con una variedad de sitios de interés histórico y riqueza natural

http://www.mateamargo.org

¿A QUIEN BENEFICIARA EL LITIO BOLIVIANO?  Andrés Soliz Rada

 El valor de sus reservas es mil veces mayor al de la empresa Bolloré de Francia

Editorial de "El Nacional", de Tarija, de 20-VII-09

El presidente Evo Morales que, a instancias de su colega francés Nicolás Sarkozy, se reunió el mes de febrero con el empresario galo Vincent Bolloré, mantiene en suspenso su decisión de conceder a éste los derechos de explotación del litio potosino -valorados en 4 millones de millones de dólares- para la fabricación de baterías recargables de litio utilizadas en notebooks, automóviles híbridos y teléfonos celulares.

A Bolloré se le atribuye un patrimonio de 4 mil 800 millones de dólares. Está considerado como poseedor de la 16ava fortuna de Francia, según la clasificación del semanario especializado Challenge. La revista Forbes, afamada por sus estimaciones de fortunas mundiales, le acredita sólo 1.200 millones y lo ubica en el puesto 843 del ranking mundial de millonarios.

Bolloré -en alianza con la italiana Pininfarina- ha desarrollado una batería de litio, gracias a la cual un automóvil puede desplazarse hasta a 125 kilómetros por hora, con una sola recarga. De lo que se trata ahora es de apropiarse de las 5.500 millones de toneladas de litio metálico boliviano para enfrentar tranquilos la producción en gran escala de vehículos eléctricos.

¿Cuánto vale esa cantidad de reservas certificadas de litio? Según estimaciones de un experto en el sector, "esa reserva, al precio actual, como litio metálico, vale 4.000.000.000.000 de dólares, es decir cuatro millones de millones de dólares, o cuatro billones de dólares en castellano, cuatro trillones de dólares en inglés", y añade que, "si en lugar de vender litio metálico vendiésemos baterías de litio, con el valor agregado obviamente la ganancia se multiplica". Otro experto (Zuleta) ha estimado el valor actual de esas reservas en más de 500 mil millones de dólares.

En resumen, el valor de una parte de las reservas de litio metálico boliviano vale al menos mil veces más que la fortuna acumulada por la familia Bolloré desde el siglo antepasado. Los analistas y expertos en el tema han analizado la situación, calidad y cantidad de otros reservorios en el mundo y coinciden que la producción masiva de vehículos eléctricos necesariamente debe estar ligada a la explotación de las reservas bolivianas. Estas son, en consecuencia, estratégicas para el mundo entero y no sólo para los bolivianos. Ratificando su valor, precisamente el artículo 369-II de la nueva CPE califica de estratégicos "los recursos naturales no metálicos existentes en los salares, salmueras, evaporíticos, azufres y otros" .

El instinto del presidente Evo Morales le ha llevado a declarar que la explotación del litio se hará sin socios. Ha avanzado en la instalación de una planta piloto cuyo funcionamiento se prevé para fines de este año. Pero son pasos pequeños. ¿Como avanzar hacia el objetivo final, que es el de obtener litio metálico, fabricar baterías y, finalmente, participar en la fabricación de los vehículos mismos, como adelantaron las autoridades bolivianas?

La respuesta pasa por utilizar los mismos mecanismos de financiamiento que emplean Mitsubishi, General Motors, Bolloré y otras empresas que están en carrera, pero dando aplicación práctica al artículo 357 también de la nueva CPE, que reserva el derecho exclusivo del Estado boliviano de "anotar y registrar" el valor de estas reservas.

Para ello, es indispensable organizar una empresa corporativa estatal, cuyo principal activo será parte de las reservas de litio metálico. Este valor deberá "anotarse y registrarse" en sus Estados Financieros. Acto seguido, esta empresa deberá habilitarse (precisamente inscribiendo sus balances contables en las Bolsas de Valores) para cotizar títulos de deuda en el mercado de dinero nacional e internacional y así obtener el financiamiento necesario destinado no sólo a desarrollar sus propios proyectos industriales, sino, también, con semejante respaldo en activos, incluso comprarse empresas que ya han desarrollado la tecnología o asociarse con ellas en condiciones ventajosas.

Los 4.800 millones de dólares, que suman la presunta fortuna de Bolloré (bancos, medios de comunicación, yates, aviones y hasta vehículos propulsados eléctricamente), son una migaja al lado de un activo de cuatro millones de millones de dólares de la que podría llamarse Corporación Litio Bolivia S.A., con sede en Uyuni y una sucursal en la Villa Montmorency, en París, refugio secreto de 1,5 kilómetros cuadrados que cobija a no más de 30 millonarios franceses, donde Vincent Bolloré aún reside.   

http://www.evaporiticos.gob.bo “ La industrialización está en marcha”   29 julio, 2013

 Entrevista realizada por Página Siete al Ing. Luís Alberto Echazú, Gerente Nacional de Recursos Evaporíticos – COMIBOL.

En enero, el Gobierno inauguró la primera planta de industrialización de litio en Bolivia, al noreste del municipio de Uyuni (Potosí), con el anuncio de producir 480 toneladas de carbonato de litio anuales. Con ello, el presidente Evo Morales dio por iniciado el proceso de industrialización de litio, además de anunciar la pronta implementación de una planta de fabricación de baterías. Sin embargo, hace algunas semanas, la Corporación Minera de Bolivia anunció la postergación de algunos plazos debido a la falta de recursos humanos, tecnología y mercados.

Página Siete.- ¿En qué está hoy por hoy la industria de litio en Bolivia?

A través de nuestro proyecto estatal encarado por la Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE) de la Comibol, se tiene en marcha la planta piloto de carbonato de litio desde el 3 de enero de este año. La GNRE ha consolidado el proceso tecnológico boliviano para la obtención de carbonato de litio con mucho éxito y tiene en curso el registro de la patente respectiva. Se ha consolidado el proceso de industrialización.

Hasta la fecha, tiene acumuladas diez toneladas de carbonato de litio con una ley superior al 96%. En el mes de agosto se lanzará el proceso para vender este primer lote del producto, a través de una puja abierta, como se hizo con el cloruro de potasio en el mes de mayo, con las primeras 250 toneladas métricas producidas por nuestra planta semi-industrial. Las acciones se han realizado en la denominada fase piloto y son la base para encarar la fase industrial.

Para la etapa industrial se está realizando la construcción de piscinas industriales, impermeabilización de estas piscinas y diseño de los términos de referencia para lanzar el proceso de contratación de la ingeniería a diseño final de la planta industrial, con una capacidad de producción de 30.000 toneladas por año. En la fase tres, definida para la producción de baterías de litio, se han adquirido equipos para la puesta en marcha de un laboratorio y planta piloto. El montaje de este laboratorio y planta piloto arranca en noviembre de este año en la Palca, Potosí. El inicio de actividades de esta instalación será en abril de 2014. En esta fase también se negoció un acuerdo con el consorcio coreano Kores-Posco para implementar una planta piloto de material catódico a base del carbonato de litio, que ya producimos con buenos resultados a nivel piloto.

Página Siete.- ¿Cuáles son los pasos y plazos que se ha impuesto el Gobierno para la industrialización del litio?

La fase 1, piloto, está en marcha. La fase 2, industrial, estará a fines de 2016. La fase 3, la fabricación de baterías, se realizará en abril de 2014 con el funcionamiento del laboratorio y planta piloto de baterías de litio.

Página Siete.- Cuando se habla de “industrialización del litio”, ¿a qué nos referimos?

A la estrategia definida por el Estado y anunciada por el Presidente. Esta estrategia comprende las tres fases anteriormente descritas. También nos referimos a la posibilidad de que nuestro país, a través de su empresa estatal, se posicione a nivel mundial; en el caso del carbonato de litio, dentro los tres primeros proveedores mundiales; y para el cloruro de potasio, entre los diez mayores del mundo.

Página Siete.- Cuando se dice que se va a producir litio de manera “semi-industrial” en una de las etapas, ¿a qué se refiere?

Nunca hablamos de producir carbonato de litio a escala semi-industrial, pensamos que hay una confusión con el cloruro de potasio que sí lo estamos haciendo, pero que pasaremos a escala industrial dentro de tres años. Actualmente, el carbonato de litio es producido a escala piloto y en tres años y medio más a escala industrial.

La diferencia entre producción de laboratorio, piloto, semi-industrial e industrial es la cantidad. A nivel laboratorio se logran kilos, en la etapa piloto decenas de toneladas, para la fase semi-industrial son centenas de toneladas y para la etapa industrial la producción es de miles de toneladas. Escrito y en el papel suena fácil, pero diseñar, construir, probar y poner en marcha equipos en cada etapa tiene un grado de dificultad que la GNRE está venciendo con el paso del tiempo.

Página Siete.- ¿Cuándo se cree que Bolivia podrá producir baterías de litio y con qué tecnología se las fabricaría?

Bolivia va a producir baterías de litio a partir de abril de 2014 con la puesta en marcha de su planta piloto ubicada en La Palca, Potosí. Esta planta fue adquirida a la empresa china LinYiDake Ltda. El total de los equipos de la planta y su respectivo laboratorio ya están en La Palca y comenzará su instalación una vez concluyan las obras civiles de adecuación.

 

La GNRE ratifica inicio de operaciones de Planta Piloto de baterías de Litio para el 2014  9 julio, 2013 

La Palca – Potosi

(GNRE, 08-07-13).- La Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE), ratifica el inicio de operaciones de la Planta Piloto de baterías de ión Litio para el año 2014, en La Palca del Departamento de Potosí.

Los equipos del laboratorio y de la Planta Piloto de baterías de Litio llegaron a nuestro país el 19 de marzo, los trámites en Aduana se realizaron entre el 2 al 18 de abril, siendo retirados el 9 de mayo para luego ser trasladados a la Palca.

Con este objetivo se ha iniciado el reacondicionamiento de la infraestructura civil del Complejo Industrial de La Palca, adjudicado a la empresa potosina VBC ALIANZA, constituida por las subsidiarias VECONCER SRL, CONGARCA LTDA. y BARAHONA, el contrato fue firmado el 3 de mayo, quienes deberán entregar las obras concluidas en el plazo de 5 meses.

Una vez concluidas las obras civiles, la empresa china LinYi, en un plazo de 3 a 4 meses realizará la instalación de los equipos y laboratorio de la Planta Piloto de baterías de ión Litio, para iniciar operaciones el 2014.

Consultado por la prensa, el Gerente Nacional de Recursos Evaporíticos, Ing. Luís Alberto Echazú, afirmó que el proyecto de baterías de ión Litio, no tiene ningún retraso, “las actividades se realizan de acuerdo a los planes y tiempos programados” y lamentó la incomprensión de algunos periodistas sobre la industria del Litio.

Actualmente el 100%  los equipos del laboratorio y Planta Piloto de baterías de Litio ya se encuentran en los almacenes del complejo industrial de La Palca del departamento de Potosí.

La Planta Piloto es una unidad funcional de carácter integral y comienza desde la capacitación, experimentación y la producción de las baterías de Litio por profesionales bolivianos, que tiene como objetivo validar el proceso tecnológico para la producción industrial.

La Planta Piloto de Baterías ion Litio, corresponde a la fase III de la estrategia de industrialización de los recursos evaporíticos, que se implementa simultáneamente a los trabajos de la Planta Piloto de Carbonato de Litio de Llipi y al de la Planta semi-industrial de Cloruro de Potasio instalada en el salar de Uyuni.

De esa forma la GNRE, contribuye en la industrialización de los recursos naturales, con soberanía y dignidad, enmarcada en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia.