lunes, 23 de septiembre de 2013


La cultura del balazo  Por Gabriela Esquivada

En 22 de los 50 estados de EEUU se puede comprar un arma aun si se estuvo preso por homicidio, pues no piden permiso de portación; o poner como domicilio “Hospital Psiquiátrico José T. Borda, Buenos Aires, Argentina” y salir con un rifle para cazar osos.

Una bibliotecaria jubilada que quiera alquilar un departamento en cualquier ciudad de los Estados Unidos debe pagar un mínimo de 25 dólares para que el consorcio realice su verificación de antecedentes. A quien quiere comprar un arma, en cambio, no se le pide tal cosa: basta una prueba de identidad y por 568 dólares le ponen en sus manos una semiautomática con el paradójico nombre de American Classic Amigo, o una carabina SR-15 si gasta 2.599. Así, alguien inadecuado para tener el índice cerca de un gatillo, como el ex reservista de la Marina y actual contratista, Aaron Alexis, quien oía voces en su cabeza y en vísperas de la masacre de esta semana había denunciado a la policía que lo sometían a vibraciones de microondas para impedirle dormir, puede pertrecharse legalmente, decir “buen día” en una base naval cerca del Capitolio y la Casa Blanca y matar a 12 personas.

La ley de 1993 que exigía la verificación de antecedentes sufrió cambios en 2004, entre ellos el fin de la prohibición a los cargadores de más de diez cartuchos, gracias a lo cual el 8 de enero de 2011 Jared Loughner disparó veinte balazos sin molestarse en recargar contra la diputada demócrata Gabrielle Giffords, quien recibió uno en la cabeza y sobrevivió, a diferencia de otras seis personas que salieron del mitin hacia la morgue.

En 22 de los 50 estados se puede comprar un arma aun si se estuvo preso por homicidio, pues no piden permiso de portación; o poner como domicilio “Hospital Psiquiátrico José T. Borda, Buenos Aires, Argentina” y salir con un rifle para cazar osos, excepto en aquellos estados que restringen la venta… a gente de fuera del estado. Una ley de 1986 prohíbe que el gobierno federal establezca “cualquier sistema de registro de armas de fuego, dueños de armas de fuego, compraventa o distribución de armas de fuego”. Así las cosas, hay pistolas y rifles y carabinas en el 47% de los hogares estadounidenses y el único documento de cada una de las 310 millones de armas que tienen los civiles (contra 4 millones en poder de los uniformados) en un país de 314 millones de habitantes es el registro de venta que hace el vendedor autorizado. Lo cual deja afuera el 30% de las operaciones, ya que estados como Florida no exigen una licencia especial para tal negocio.

Los puntos de venta son tantos como los McDonald’s. Miles de ferias se realizan al año y se anuncian con orgullo, “Muestra de Armas & Cuchillos/Compra-Venta-Canje”, y hasta humor, “Muestra de Armas de Columbus: ¡Compre mientras se pueda!”. En una de ellas, el Tunner Gun Show, se hicieron de un arsenal Eric Harris y Dylan Klebold, autores de la masacre de 1999 en una escuela secundaria (13 muertos y 27 heridos) sobre la cual Michel Moore filmó Bowling for Columbine. También es corriente ver armerías en las rutas suburbanas, que ofrecen “Provisiones militares VERDADERAS” o “Rifles-Pistolas-Escopetas-Municiones”. En una de ellas, Mark Manes, un amigo de Harris y Klebold, les compró una semiautomática. Internet es un venero para el negocio: http://www.impactguns.com/ ofrece membresía gratuita de la Asociación Nacional de Armas (NRA, National Rifle Association); http://grabagun.com/ garantiza una oferta diaria. Los asesinos de Columbine, que se suicidaron luego de la masacre, no compraron nada online, pero estudiaron cómo fabricar las 99 pequeñas bombas que llevaban en sus bolsos.

La buena noticia: en febrero de 2013 no hubo siquiera un tiroteo masivo, aquellos que dejan cuatro o más víctimas. La mala: en lo que va del año en los Estados Unidos hubo al menos 17 tiroteos en los que perdieron la vida 82 personas: enero, 9 muertos en Oklahoma y Nuevo México; marzo, 4 en el estado de Nueva York; abril, 13 en Ohio, el estado de Washington e Illinois; mayo, 9 en Nevada e Indiana; junio, 4 en California; julio, 10 en Florida y West Virginia; agosto, 17 en Texas, Nebraska, Oklahoma e Illinois, y este mes –que aún no termina– 16 en Chicago y en la base naval de Washington.

Por eso la tapa del diario USA Today del día siguiente al ataque de Aaron Alexis a la base naval tenía el título sencillo de “Otra vez”.

El año pasado no fue mejor y todavía se recuerdan dos episodios. El primero continuó la tradición –siempre activa– que se inició en 1764, cuando cuatro nativos de la etnia Lenape entraron a una escuela en lo que hoy es Greencastle, Pensilvania, y dispararon contra el maestro Enoch Brown, quien murió junto a otros 10 niños. Sucedió en diciembre, en Connecticut: después de matar a su madre, Adam Lanza entró a la escuela primaria de Sandy Hook, Connecticut, con una carabina Bushmaster M-4, una pistola Glock y otra Sig-Sauer (dejó en el auto una escopeta de combate Izhmash Saiga-12) y mató a 20 niños y 6 adultos antes de suicidarse. El otro había sucedido meses antes, en julio, cuando se estrenó Batman: el caballero de la noche asciende en Aurora, Denver, y James Eagan Holmes, en vez de llevar pochoclo y gaseosa, entró al cine con un rifle de asalto AR-15 con un tambor de cien balas y dos pistolas Glock y en dos minutos asesinó a 12 espectadores.

Estas muertes masivas opacan la corriente continua de violencia armada que pone a los Estados Unidos al tope de esa estadística mundial, con una tasa de homicidio por bala ocho veces superior a la de países de similar desarrollo. El problema de fondo es la bala cotidiana.

Son los tiroteos entre bandas, como el que sucedió en Brooklyn, Nueva York, en mayo, que dejó a una niña de once años que entraba a su casa paralizada de por vida. (A la fecha, 2.035 soldados murieron en combate en Afganistán e Irán, más unos 400 suicidas al año, mientras que unos 18.000 niños y adolescentes reciben balazos cada año, y algunos mueren.)

Son los episodios de violencia doméstica que se descontrolan, y en vez de un cachetazo, van un par de tiros como este jueves disparó Antonio Feliú en Miami, Florida, contra su mujer, Vivian Gallego, y –ya que le quedaban balas– la hija de ella.

Son los asaltos que empiezan con la intención de llevarse dinero o mercancía y un tercio de las veces terminan con muertos.

Son los temores de inseguridad elevados al delirio, como sucedió el 26 de febrero de 2012 en Sanford, Florida, cuando George Zimmerman, parte de un grupo de vecinos armados que vigila el barrio, mató a Trayvon Martin por encontrarlo intimidante. Creyó ver un arma que el joven negro –un factor a considerar, ya que el homicida es hispano y la antipatía entre ambos grupos es inmensa– no tenía. Zimmerman quedó libre por una ley que habilita la defensa si se sospecha que se va a sufrir daño. Otros 29 estados tienen normas similares.

Nadie está a salvo, de escolares a Martin Luther King, de John Lennon a presidentes. En Estados Unidos hubo once intentos de magnicidio, cuatro de ellos exitosos: Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley y John F. Kennedy, de cuya muerte en Dallas se cumplen este noviembre 50 años.

El lobby de las armas se mueve por la razón obvia: el dinero. Desde 2010 cada año se fabrican en los Estados Unidos casi 5,5 millones de armas –un aumento desde los 4 millones de la década anterior– y la industria representa 31.800 millones de dólares. Sólo Smith & Wesson ganó 412 millones en 2011, triplicando y más los 120 millones que había obtenido en 2004. Pero como queda feo decir que se deja huérfanos por plata, el lobby basa sus argumentos en principios y vapulea la Segunda Enmienda de la Constitución, que dice: “Por ser necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se infringirá el derecho del Pueblo a poseer y portar armas”. De esa declaración, formulada mucho antes de que Estados Unidos tuviera su desmesurado poder militar de hoy, en 1791, es difícil derivar la virtual falta de regulación que defiende –y no sólo con palabras– la industria armamentista. El argumento delirante –pero usado– de que los ciudadanos deben estar armados para defenderse del gobierno tiene poco sustento. El sistema ataca de otro modo, ya probado, lucrativo y eficaz: elecciones optativas, cerebro apagado por la televisión encendida, educación cara, dieta que garantiza problemas de salud.

Su ariete publicitario, la NFA, llega a extremos como declarar enemigos a personas e instituciones “que han donado dinero, militancia u otro tipo de apoyo directo a las organizaciones antiarmas”. La lista, que se desvaneció de su página de internet en febrero, incluía a la Academia de Pediatría, la Organización Nacional de Discapacidad, varias instituciones científicas y religiosas, zoológicos, Meryl Streep, Oprah Winfrey, Boyz II Men, Tony Bennett, Ellen DeGeneres, las tarjetas Hallmark, los helados Ben & Jerry’s y las textiles Kenneth Cole y Levi Strauss, entre otros. Ahora debería sumar a Starbucks, que luego de la matanza en la base naval pidió a sus clientes que dejen las armas en casa cuando salgan para el café.
Poco asombra que Charlton Heston, quien murió de demencia degenerativa, presidiera la NFA durante cinco de los últimos años de su vida.

Si alguien elige para sí y se compra un par de zapatos, normalmente es para usarlos. ¿Por qué sería distinto con un arma? Lo más grave que se puede hacer con un zapato es golpear la mesa de las Naciones Unidas (como Nikita Kruschev) o tirárselo a alguien por la cabeza (como le hicieron en dos ocasiones al ex presidente George W. Bush). En general, el daño se limita a ampollas. Lo que hace un arma, en cambio, no se arregla con una curita.

En www.pagina12.com.ar  16/09/13

Economía: TEMAS DE DEBATE: HERRAMIENTAS PARA LA EXPLOTACION DE RECURSOS NATURALES                                           VERSIÓN ADAPTADA

Tecnologías en el ojo de la tormenta

Análisis sobre el modelo de intensificación productiva que es actualmente dominante en la explotación de recursos naturales, tanto el fracking como la megaminería y los transgénicos. Qué otras alternativas tienen los países en desarrollo como Argentina.

Producción: Tomás Lukin  debate@pagina12.com.ar

Hay otras alternativas  Por Valeria Arza, Anabel Marin y Patrick van Zwanenberg   Investigadores de Cenit/Untref (Universidad Nacional de Tres de Febrero)

Es común escuchar argumentos que defienden el modelo de intensificación productiva que es actualmente dominante en la explotación de recursos naturales (RN) –fracking, megaminería, transgénicos– como único camino para impulsar un proceso de desarrollo. Se argumenta que los países como el nuestro no han llegado a un estadio de desarrollo que haga relevante la preocupación ambiental porque existen otros problemas más urgentes (por ejemplo, la generación de divisas). Si bien se concede que estas actividades no son inocuas para el medio ambiente y pueden estar asociadas a los intereses de grandes corporaciones, se piensa que será posible generar impactos positivos para el desarrollo con buena intervención y regulación pública.

Con una economía altamente dependiente de los RN, no sorprenden estos argumentos pragmáticos: la soja transgénica representa más del 50 por ciento del área cultivada y es imposible ignorar cómo se verían afectadas las cuentas fiscales si se cambiaran las prácticas tecnológicas actuales; de igual manera, corresponde aspirar a mejorar la balanza energética. Pero pragmatismo no justifica dogmatismo. Existen diversas alternativas tecnológicas que podrían promoverse. Tres cuestiones deberían tomarse en consideración.

Primero, el modelo de explotación de RN dominante genera graves problemas económicos, ambientales y sociales de efectos evidentes en la calidad de vida de las poblaciones que conviven con estas prácticas y vaticina un futuro menos auspicioso para el empleo rural, la diversificación productiva, para agregar valor en origen, la soberanía alimentaria, la salud, la disponibilidad de agua potable, etcétera. No es anti-tecnológico criticar algunas tecnologías específicas.

Segundo, existen tecnologías alternativas de producción de RN que superan social y ecológicamente a las establecidas (por ejemplo, energía eólica o producción agropecuaria para mercados diferenciados como la orgánica o agroecológica). Muchas también son viables económicamente o podrían serlo si se apoya su desarrollo. Sin embargo, como muchas veces entran en tensión con las prácticas dominantes (por ejemplo, por el uso de la tierra), no cuentan con el apoyo político y económico necesario para su expansión.

Tercero, la tecnología no puede separarse de las relaciones sociales en las que se inserta, ni de las normativas que regulan su funcionamiento: no es exógena al sistema. Por ejemplo, el modelo de producción de agricultura intensiva no se difundió solamente por las virtudes de las semillas transgénicas, los agroquímicos o los equipos de siembra directa. Su difusión tuvo que ver también con las redes existentes de empresas proveedoras de diversas tecnologías, con su capacidad de lobby, con las leyes de propiedad intelectual, con las regulaciones para la liberación de eventos transgénicos, con los intereses políticos que se crean alrededor de prácticas establecidas, etcétera.

 Se trata de sistemas que combinan elementos técnicos, políticos y socio-económicos que se alinean para producir y reproducir un sistema productivo que funciona bien al menos en algunas dimensiones (es competitivo a nivel internacional, ofrece rentas sustantivas a los agricultores comerciales, genera divisas e ingresos fiscales, etcétera).

Las tecnologías alternativas pueden no “encajar” con facilidad dentro de este sistema establecido. En buena medida dependerá de hasta qué punto se aparten de las prácticas dominantes. Cuanto más se aparten, mayores tensiones se originarán y más resistida será su expansión. Por ejemplo, algunas medidas que podrían favorecer alternativas (como la agricultura orgánica) pueden ser resistidas si desfavorecen a las prácticas establecidas: pensemos el caso de medidas que restrinjan la fumigación aérea, una práctica extendida en la agricultura intensiva. Cabe resaltar que quienes se favorecen de las prácticas dominantes pueden ejercer una influencia mucho más efectiva incluso que las prácticas de representación democrática. Valga como ejemplo el modo en que el gobierno del Chaco reglamentó la ley de uso de agroquímicos, haciendo caso omiso de las distancias mínimas de fumigación allí establecidas.

En suma, resulta ingenuo pensar que la tecnología es neutral e independiente de las relaciones sociales (y de poder), tanto como que será siempre posible regular su funcionamiento en pos del bien común. Algunos impactos negativos no se pueden disminuir o controlar con regulación e incluso las regulaciones viables serán intensamente resistidas por quienes vean amenazados sus intereses.

 Finalmente, el argumento de que existe una única tecnología capaz de impulsar el desarrollo –lo que nos obligaría a estar dispuestos a soportar sus consecuencias negativas es falaz. Existen múltiples opciones tecnológicas con diversas relaciones sociales, económicas y ambientales asociadas. Algunas son superadoras de las establecidas en varias dimensiones, pero no podrán expandirse sin un esfuerzo colectivo de promoción y difusión desde la política pública y la sociedad civil.

Necesidad social  Por Ignacio Sabbatella  Licenciado en Ciencia Política, becario doctoral Conicet - Instituto Gino Germani.

La Argentina se encuentra frente a una encrucijada histórica en cuanto a la definición de una política energética de largo plazo. La expansión de la demanda en el marco del crecimiento económico experimentado en la última década llevó a la crisis final de la reforma neoliberal del sector hidrocarburos. La estrategia privada se asentó en la sobreexplotación de las reservas convencionales descubiertas en gran parte por la YPF estatal y el abandono de la actividad exploratoria. El saldo fue una caída pronunciada de la productividad de los yacimientos de petróleo a partir de 1998 y de gas a partir de 2004. La creciente importación de gas natural y combustibles ha derivado en un déficit comercial energético desde 2011, que reaviva el fantasma de la restricción externa sobre la economía nacional.

La recuperación del control estatal de YPF fue un hito y la nueva gestión frenó el declino de la extracción, pero apenas representa un tercio del mercado de crudo y un cuarto del mercado de gas. En consecuencia, en 2012, la importación de energía implicó 9266 millones de dólares (un 13,5 por ciento con respecto al total de las importaciones) y el déficit fue de 2738 millones de dólares (equivalente al 21,6 por ciento del superávit comercial total logrado en el año).

Los recursos no convencionales se presentan como la gran promesa para recobrar el autoabastecimiento energético, especialmente la formación Vaca Muerta en la Cuenca Neuquina. Se precisan inversiones millonarias y la utilización de la fractura hidráulica en combinación con la perforación horizontal.

Esta nueva modalidad de explotación exige un esfuerzo conjunto entre Nación y provincias para implementar estrictos controles ambientales y establecer un ordenamiento territorial que resguarde a las comunidades locales y a otras actividades productivas.

Por otro lado, hay que señalar que todavía existe un alto grado de incertidumbre respecto de la conversión en reservas de los “recursos técnicamente recuperables” de shale contabilizados por la Agencia de Información Energética de EE.UU. y, además, los cálculos más optimistas ubican la recuperación del autoabastecimiento en 2022. Por lo tanto, la política energética no puede focalizarse exclusivamente en el shale y debería abrirse un abanico de medidas para paliar el déficit comercial. A corto y mediano plazo, atenuar la demanda a través de una fuerte campaña de uso eficiente y racional de la energía a nivel industrial, residencial, comercial y del transporte; y continuar con la quita de subsidios a los sectores más pudientes. A largo plazo, promover la diversificación de la matriz energética hacia fuentes renovables. Un involucramiento estatal más decidido en el sector eólico sería un paso fundamental.

De la misma manera que no es conveniente entronizar la explotación no convencional, tampoco debería ser demonizada. No es adecuado englobar distintas actividades primarias de gran escala bajo el rótulo peyorativo de “extractivismo”; tampoco es adecuado patrocinar acríticamente cualquier modalidad de extracción y tecnología en pos del “desarrollo”. En ese sentido, el fracking difiere, por ejemplo, de la minería aurífera (minería del oro) en al menos dos puntos. En primer lugar, la explotación del shale es liderada por el Estado argentino a través de YPF, mientras que el mercado metalífero está dominado por las grandes mineras transnacionales.

Y en segundo lugar, el petróleo y el gas son bienes estratégicos necesarios para satisfacer no sólo el desarrollo industrial sino también el bienestar de la población en su conjunto. Mientras que una gran parte de la extracción de oro –que ni siquiera se refina en el país– está destinada como materia prima a la producción de bienes suntuarios y como reserva de valor de la banca internacional.

Bajo las actuales circunstancias, el desarrollo no convencional es una necesidad social. En algunos casos, la intransigencia ambientalista no se reduce al fracking sino que se extiende hacia otras fuentes de energía como la hidroeléctrica, cuyo potencial nacional es más que promisorio y permitiría reducir la dependencia fósil.

La crítica coyuntura es una oportunidad propicia para preguntarse energía por qué, para quién y cómo; también para debatir y definir democráticamente cuáles son los umbrales sociales y ambientales que la sociedad argentina está dispuesta a tolerar para sostener las necesidades energéticas del país en las próximas décadas.

 

jueves, 15 de agosto de 2013


El socialismo comunitario  Año 6. Edición número 271. Domingo 28 de julio de 2013

Bolivia. Fragmento del libro Las tensiones creativas de la revolución, del vicepresidente boliviano Álvaro García Linera.

Una tensión que impulsa la dialéctica y el proceso de nuestra revolución es la contradicción creativa entre la necesidad y la voluntad de industrialización de las materias primas, y la necesidad imprescindible del Vivir Bien entendido como la práctica dialogante y mutuamente vivificante con la naturaleza que nos rodea.

 Veamos primeramente el tema de la industrialización.

 La nacionalización de los recursos naturales no puede completarse y expandirse si no se pasa a una segunda fase que es la industrialización de esos recursos. Se trata ciertamente de un tema de mejora en los ingresos del Estado, pues los productos industrializados y semi-industrializados son portadores de un mayor valor agregado con el potencial de beneficiar económicamente al país en mayor medida a la actual simple exportación de materias primas. Pero, además, la industrialización crea una capacidad productiva nacional, un manejo tecnológico y un conjunto de saberes científicos que dan al país una base para impulsar crecientes variedades de actividades industriosas, intensivas en tecnología y mano de obra, que podrán transformar la rezagada infraestructura laboral primario-exportadora.

 La industrialización de las materias primas es una antigua demanda popular emergente de la dolorosa constatación de que a lo largo de 500 años Bolivia aportó al mercado mundial ingentes cantidades de materias primas, dando lugar a emporios industriales y al crecimiento acelerado de las economías receptoras, pero dejando al país inerme y en la pobreza económica. Por eso es que durante los años 2006-2009, el Gobierno de los movimientos sociales se lanzó rápidamente a nacionalizar las empresas estatales anteriormente privatizadas del sector hidrocarburífero (YPFB), Huanuni, Vinto, Entel, Ende. Hoy, la mayoría, empresas públicas consolidadas pese a las dificultades de contar con personal técnico capacitado, la mayor parte inclinado a la actividad privada por el nivel de los salarios. Y a partir del año 2010 se inició la segunda etapa del proceso nacionalizador, consistente en la industrialización misma.

 No es fácil avanzar, en primer lugar, porque no tenemos experiencia en ello; se trata de un proceso novedoso en el que hay que ir aprendiendo al mismo tiempo en que se lo realiza. En segundo lugar, porque es un proceso costoso y, por tanto, se requieren inversiones muy grandes, posiblemente las mayores de toda la historia económica del país. Una petroquímica, por ejemplo, cuesta cerca de 1.000 millones de dólares, una termoeléctrica grande, entre 1.000 y 3.000 millones de dólares, cantidades nunca antes imaginadas por el país. Y, en tercer lugar, porque se trata de un proceso largo, pues mínimamente se requieren de al menos 3 años para ver funcionar las industrias más pequeñas, 5 o 6 las medianas y 10 años o más, las más grandes.

 El Gobierno ya tomó la decisión de industrializar el gas, minerales como el litio, el hierro y algunas reservas de agua. Cada una de esas actividades productivas requiere mucho esfuerzo, tiempo y dinero, pero al final, una vez puestas en marcha, son ellas las que permitirán multiplicar los ingresos monetarios del país por tres, por cinco o más, logrando una base duradera para mejorar salarios, construir más infraestructura, mejorar los bonos a los niños, a los ancianos, a las mujeres, etc. Ésta es una de las mayores demandas históricas del pueblo boliviano, como también lo fueron la plurinacionalidad y la autonomía, y nuestro Gobierno la asume como un reto a cumplir lo más pronto posible.

 Algunos intelectuales políticamente erráticos han intentado interpretar este proceso de construcción de empresas públicas como un tipo de capitalismo de Estado, que no contribuiría a consolidar una mirada comunitarista. Cometen un terrible error conceptual que encubre un conservadurismo político sin excusa. Se trata de un falso debate porque el capitalismo es, por definición, usufructo del trabajo ajeno para la acumulación de riqueza privada. Durante el capitalismo de Estado de los años cincuenta, las empresas estatales se utilizaron para el beneficio de ciertos grupos particulares, de una clase burocrática que usufructuó personalmente de esos ingresos y los transfirió a otros sectores empresariales, intermediarios, hacendales, etcétera.

 Por el contrario, los procesos de industrialización que está impulsando el Estado Plurinacional lo que hacen es, en primer lugar, generar un tipo de valor, en algunos casos bajo la forma de renta, que no se acumula privadamente ni se usufructúa dispendiosamente de manera privada. Esto marca una diferencia estructural con las experiencias previas de capitalismo de Estado.

Pero, además, el Estado Plurinacional que redistribuye la riqueza acumulada entre todos los sectores sociales, simultáneamente prioriza el valor de uso* y la necesidad por encima del valor de cambio, es decir, la satisfacción de necesidades por encima del lucro y la ganancia. Es el caso de los servicios básicos declarados como un derecho humano y, por tanto, objeto de acceso en función a su necesidad y no a su rentabilidad, lo que lleva a políticas de subvención. El acceso al agua está subvencionada, lo mismo el crédito a los pequeños productores, y el Estado también compra productos agrícolas para garantizar soberanía alimentaria y su venta a precio justo. En ese caso, los precios para que los consumidores accedan a esos productos no se regulan por su valor mercantil capitalista sino por su valor de uso. Entonces, el Estado, a través del excedente generado en la industrialización, comienza a desprenderse gradualmente de la lógica capitalista de la apropiación privada como norma económica e introduce expansivamente la lógica del valor de uso, de la satisfacción de necesidades, de fundamento comunitario y comunista, como principio rector de actividades económicas.

 Hablamos, por tanto, de otro régimen social en construcción con avances y retrocesos, eso es lo que estamos haciendo, potenciando al Estado como el mecanismo de generación de riqueza, no para la acumulación de una clase sino para su redistribución en la sociedad, especialmente entre los más humildes, los más pobres y los más necesitados, que son el alma, el sentido profundo y el norte final de todas nuestras acciones como Gobierno.

 Pero, a la vez, esta fuerza económica de generación de excedentes a ser redistribuidos entre la sociedad entera y utilizados para potenciar el valor de uso no capitalista genera un conjunto de efectos, de agresiones a la madre naturaleza, al medio ambiente, a la tierra, a los bosques, a los cerros, daños que a la larga afectan irremediablemente al propio ser humano.

 Toda actividad industriosa tiene un costo natural, siempre ha sido así, pero lo que hace el capitalismo es subordinar las fuerzas de la naturaleza, retorcerlas y degradarlas al servicio del valor de cambio, de la ganancia privada, no importándole si con ello se destruye el núcleo reproductivo de la propia naturaleza. En el fondo, el capitalismo es suicida, pues en su acción devoradora y devastadora destruye la naturaleza y a la larga también al ser humano. Nosotros tenemos que eludir ese destino fatal, y ahí la fuerza de la comunidad agraria se presenta como un horizonte, como un principio ordenador de la relación entre las necesidades del ser humano y las de la naturaleza como totalidad viva.

 Las fuerzas productivas comunitarias y la ética laboral agraria incorporan una mirada distinta a la lógica capitalista respecto de cómo vincularnos con la naturaleza. Nos proponen ver a las fuerzas naturales como componentes de un organismo vivo, total, del que el ser humano y la sociedad son tan sólo una parte dependiente y que, por tanto, el usufructo de sus potencias productivas naturales, entendidas como tecnologías y saberes sobre la naturaleza, deben darse en el marco de una actitud “dialogante” y reproductora de esa totalidad natural.

 Las formas comunitarias han desplegado una tendencia de una otra forma social del desarrollo de las fuerzas productivas en las que la naturaleza es concebida como la prolongación orgánica de la subjetividad humana, que se debe velar para su continuidad creadora, pues de esa manera se garantiza también la continuidad de la vida humana para las siguientes generaciones.

“Humanizar la naturaleza y naturalizar el ser humano” proponía Marx (en el tercero de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844) como alternativa al suicidio social y a la destrucción de la naturaleza impulsada ciegamente por la lógica capitalista de la valorización del valor. A eso le llamaba Marx el comunismo, la realización de la lógica total del valor de uso de la naturaleza en el ser humano y del ser humano realizado en la naturaleza. En eso consiste el Vivir Bien: en utilizar la ciencia, la tecnología y la industria para generar riqueza, de otra manera con qué se podrían construir carreteras, levantar postas sanitarias, escuelas, producir alimentos, satisfacer las necesidades básicas y crecientes de la sociedad. Pero, a la vez, necesitamos preservar la estructura fundamental de nuestro entorno natural para nosotros y las generaciones que vendrán, que tendrán en la naturaleza la realización de sus infinitas capacidades para satisfacer sus necesidades sociales.

 Industrializar sin destruir el fondo estructural del entorno natural-social de la vida, preservar las capacidades naturales para las futuras generaciones de todos los seres vivos pero a la vez producir riqueza para satisfacer las actuales necesidades materiales insatisfechas de la población, esa es la tensión, la contradicción viva que nos plantea el presente que no puede ser respondida por el capitalismo como tal, que sólo se preocupa por la riqueza material a costa de la destrucción de la riqueza natural, y además para el aumento de la ganancia de unos pocos, la ganancia privada de una clase social.

 Necesitamos industrializarnos pero también cuidar la naturaleza y preservarla para los siguientes siglos. El capitalismo la depreda, la destruye, la utiliza con fines de lucro y no para la satisfacción de las necesidades.

 Esta tensión creativa es la que el presidente Evo ha llamado el socialismo comunitario del Vivir Bien, la satisfacción de las necesidades materiales humanas mediante el diálogo vivificante con la naturaleza, preservándola para preservar también el destino y el bienestar común de las futuras generaciones de todos los seres vivos.

 La inclinación hacia el industrialismo desbocado lleva a la reproducción de la dinámica depredadora y a la conversión de las fuerzas productivas en fuerzas destructivas de la sociedad y de toda la naturaleza y, a su vez, la actitud contemplativa de la naturaleza lleva a la preservación de las carencias materiales de la sociedad, y en ambos casos, a la continuidad del proceso de producción y reproducción capitalista de los seres humanos. En cambio, vivir la tensión permanentemente, desplegando las capacidades técnicas del conocimiento que afectan el entorno natural pero que también son capaces de reproducir el fondo estructural de ese entorno natural es el gran desafío para eludir y superar las formas grises o verdes de la vorágine capitalista.

* Al referirse al valor de uso de las mercancías, Marx señala: “La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran [...]. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso [...]. Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de ésta” (El Capital, Tomo I, Vol. 1, pp. 43-44; Siglo XXI Editores).

http://www.vicepresidencia.gob.bo/Evo-Morales-plantea-13-pilares

Evo Morales plantea 13 pilares para construir la Bolivia digna y soberana antes del 2025 22 /01/2013

(LA PAZ).- El presidente Evo Morales Ayma planteó el martes 13 pilares fundamentales de la Agenda Patriótica del Bicentenario para poder construir la Bolivia digna y soberana, que empezó su camino desde la lucha del pueblo boliviano contra el neoliberalismo en 2006 y se consolidó 2009 con la fundación del Estado Plurinacional.

“Con la nueva Constitución Política del Estado iniciaron su camino hacia el Pachakuti, o los tiempos de equilibrio, fortalecido siempre con nuestros movimientos sociales, ahora nos toca construir con claridad los pilares fundamentales para levantar una nueva sociedad y Estado, más incluyente, más participativa, más democrática, sin discriminación, sin racismo, sin odios y sin división como manda la Constitución Política del Estado, consideramos que debemos plantear 13 pilares de la Bolivia digna y soberana”, manifestó durante su informe de gestión, brindado en la sesión de honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Morales precisó que el primer pilar es erradicar la extrema pobreza, porque así se logrará un país más justo y se podrá alcanzar el socialismo comunitario, el segundo punto es socializar universalizar los servicios básicos con soberanía para vivir bien, porque actualmente un gran parte del país aún no cuenta con agua potable, luz eléctrica y alcantarillado.

El tercer pilar fundamental para llegar a la Bolivia digna y soberana el año 2025 es que todos los bolivianos puedan acceder a salud, educación y deporte de manera gratuita con el objetivo de formar seres humanos integrales y sanos; el cuarto punto está orientado a contar con una soberanía científica y tecnológica pero con identidad propia, porque el conocimiento y la tecnología son fundamentales para poder acceder y llevar servicios básicos a todo el país y para poder explotar de mejor manera nuestros recursos naturales renovables y no renovables.

“Quinto, soberanía comunitaria financiera sin servilismo al capitalismo financiero”, porque “Bolivia no puede depender de los gendarmes financieros que promueven recetas del desarrollo neoliberal, privatizadoras y mercantilistas, y que chantajean a los estados y pueblos condicionando los créditos y las donaciones al cumplimiento de acciones y políticas de asimilación de la inversión privada y nacional con favoritismo”, explicó el Primer Ejecutivo.

Agregó que el sexto pilar está basado en la soberanía productiva con diversificación y desarrollo integral sin la dictadura del mercado capitalista, el séptimo es “la soberanía sobre nuestros recursos naturales con nacionalización, industrialización y comercialización en armonía y equilibrio con la madre tierra”, es decir que si Bolivia pretende industrializar los recursos naturales con los que cuenta no deberá dañar la tierra con la emisión de gases venenosos y materiales tóxicos.

“Octavo, soberanía alimentaria a través de la construcción del saber alimentarse para vivir bien, noveno, soberanía ambiental con desarrollo integral respetando los derechos de la madre tierra”, puntualizó Morales.

El décimo pilar es la integración complementaria de los pueblos con soberanía, que está dirigido a unir los pueblos y comunidades, y entre los estados y gobiernos, en un marco de respeto, apoyo, colaboración y solidaridad, para enfrentar juntos a la “diplomacia de la muerte y la guerra”; el punto 11 que propuso el Mandatario de Estado está dirigido a consolidar el Estado y su administración son soberanía y transparencia bajo los principios básicos de “no robar, no mentir y no ser flojo”.

“Decimosegundo, disfrute y felicidad plena de nuestras fiestas, de nuestra música, nuestros ríos, nuestra selva, nuestras montañas, nuestros nevados, de nuestro aire limpio y sobre todo de nuestros sueños, porque la cultura del neoliberalismo, la cultura de la competencia, la cultura del mercantilismo y de la eficiencia individualista promovidos por una visión capitalista, por un modelo que confiaba en la empresa y la iniciativa privada lucrativa por encima de los derechos sociales, porque busca por sobre todo verla ganancia, ha deshumanizado nuestra sociedad y son destructores de la comunidad y de nuestros vínculos armónicos con la Madre Tierra, con la naturaleza, Bolivia ha decidido romper con esta visión desarrollista basado en el mercado, el individualismo, el consumismo”, enfatizó el Presidente.

Asimismo, señaló que el último pilar es el reencuentro soberano con nuestra alegría, felicidad, prosperidad con nuestro mar, porque Bolivia perdió su acceso soberano a las costas del Océano Pacífico por una guerra injusta manipulada por intereses de pequeños grupos, “no fueron los pueblos los que pelearon por las costas de nuestro Litoral, fueron más bien los grupos de poder que motivaron por intereses imperiales y mezquinos”.

“Sabemos que nuestro arribo ha de llegar influidos por fuerza de la razón, de solidaridad y de complementariedad de los pueblos, por fuerza del apoyo mutuo, de la integración de los pueblos, por el mandato de la justicia, de la verdad histórica, por la fuerza de la democracia de los pueblos, con la soberanía de nuestras autoridades nacidas en las entrañas de nuestros pueblos y que gobierna con ellos, por la fuerza de nuestro espíritu nos encontraremos con nuestros hermanos chilenos, con el pueblo chileno y así se abrirán los caminos para encontrarnos con nuestro mar”, complementó.

Asimismo, el primer Presidente del Estado Plurinacional señaló que para alcanzar a cumplir con todos los puntos de la Agenda Patriótica del Bicentenario se debe empezar a trabajar en proyectos de integración de manera inmediata y anunció que en los próximos seis meses se podría empezar a planificar la construcción del ferrocarril bi-oceánico para unir más a los pueblos de Sudamérica.

En ese marco, señaló que para construir los 13 pilares fundamentales de la agenda se debe garantizar los recursos económicos, y planteó que el Estado deberá contar con al menos 6 fuentes de ingreso.

“Al 2025 debemos tener por lo menos cinco o seis pilares en la economía, por su puesto los recursos naturales, minerales, hidrocarburíferos, pero también las plantas hidroeléctricas, sigo convencido que exportando energía podemos tener otros ingresos (…) y otra pata de economía nacional debe ser el tema agropecuario, el tema por ejemplo de turismo”, indicó.

Agregó que otro pilar de la economía también debe ser la ciencia y la tecnología, porque con una buena preparación se podría exportar la medicina “tradicional”, porque hoy en día, distintos países del mundo están recuperando esos conocimientos ancestrales para curar distintas enfermedades.

Sin embargo, durante su informe de gestión, Morales destacó la mejora en la economía boliviana y señaló que se está redistribuyendo de mejor manera los recursos obtenidos por el Estado, para que Bolivia se convierta en un país de digno, soberano y con igualdad de oportunidades.

 

 

http://www.bolivia.travel

Salar de Uyuni    

Es uno de los lugares más evocadores y misteriosos del planeta, el salar más grande del mundo con 12.106 kilómetros cuadrados de extensión. Esta gran concentración de sal está situada al suroeste de Bolivia, se formó por la evaporación de antiguos mares que bañaban el continente americano en épocas remotas. Está conformado por aproximadamente 11 capas de sal, cuyo espesor varía entre los 2 y 10 metros. Adicionalmente este Salar se constituye en una de las mayores reservas de litio del mundo y está situado a una altura de 3700 m.s.n.m. 

Localización y recomendaciones                            

El salar de Uyuni pertenece a los municipios de Tahua, Llica, Colcha k, San Pedro de Quemes y Uyuni. La mejor época para visitar el Salar de Uyuni es entre Mayo y Noviembre, dependiendo de las lluvias es posible también en Diciembre. Se recomienda visitar el salar con agencias y operadoras legalmente establecidas que incluyan al guía. Llevar zapatos cómodos preferentemente botas de doble caña, gorro de lana o similar, guantes, protector solar 50 o superior (indispensable), lentes 100% UV, rompevientos, ropa abrigada, impermeable para épocas de lluvia, cámara fotográfica y/o video. 

 Como llegar desde el municipio 

Ag. De Viaje - Contratar tour de la ciudad de Uyuni, el recorrido se realiza en mobilidad 4 x 4. - Tipo ruta: Terrestre - Frecuencia: 7 - Horario: Programado - Tarifa: Desde 600 Bs. - Distancia: 22 km.

Información complementaria 

Vientos (Km/h): 90 km/hr Noroeste

Temperatura (ºC): 8° C

Humedad relativa (%): 32,6%

Precipitación pluvial (mm): 300 mm/año

El Municipio de Uyuni está situado en el sud oeste de Bolivia. Es la capital de la provincia Antonio Quijarro en el Departamento de Potosí, se encuentra a una altura que oscila desde 3.665 a más de 5.000 m.s.n.m. y es uno de los lugares de Bolivia que cuenta con una variedad de sitios de interés histórico y riqueza natural

http://www.mateamargo.org

¿A QUIEN BENEFICIARA EL LITIO BOLIVIANO?  Andrés Soliz Rada

 El valor de sus reservas es mil veces mayor al de la empresa Bolloré de Francia

Editorial de "El Nacional", de Tarija, de 20-VII-09

El presidente Evo Morales que, a instancias de su colega francés Nicolás Sarkozy, se reunió el mes de febrero con el empresario galo Vincent Bolloré, mantiene en suspenso su decisión de conceder a éste los derechos de explotación del litio potosino -valorados en 4 millones de millones de dólares- para la fabricación de baterías recargables de litio utilizadas en notebooks, automóviles híbridos y teléfonos celulares.

A Bolloré se le atribuye un patrimonio de 4 mil 800 millones de dólares. Está considerado como poseedor de la 16ava fortuna de Francia, según la clasificación del semanario especializado Challenge. La revista Forbes, afamada por sus estimaciones de fortunas mundiales, le acredita sólo 1.200 millones y lo ubica en el puesto 843 del ranking mundial de millonarios.

Bolloré -en alianza con la italiana Pininfarina- ha desarrollado una batería de litio, gracias a la cual un automóvil puede desplazarse hasta a 125 kilómetros por hora, con una sola recarga. De lo que se trata ahora es de apropiarse de las 5.500 millones de toneladas de litio metálico boliviano para enfrentar tranquilos la producción en gran escala de vehículos eléctricos.

¿Cuánto vale esa cantidad de reservas certificadas de litio? Según estimaciones de un experto en el sector, "esa reserva, al precio actual, como litio metálico, vale 4.000.000.000.000 de dólares, es decir cuatro millones de millones de dólares, o cuatro billones de dólares en castellano, cuatro trillones de dólares en inglés", y añade que, "si en lugar de vender litio metálico vendiésemos baterías de litio, con el valor agregado obviamente la ganancia se multiplica". Otro experto (Zuleta) ha estimado el valor actual de esas reservas en más de 500 mil millones de dólares.

En resumen, el valor de una parte de las reservas de litio metálico boliviano vale al menos mil veces más que la fortuna acumulada por la familia Bolloré desde el siglo antepasado. Los analistas y expertos en el tema han analizado la situación, calidad y cantidad de otros reservorios en el mundo y coinciden que la producción masiva de vehículos eléctricos necesariamente debe estar ligada a la explotación de las reservas bolivianas. Estas son, en consecuencia, estratégicas para el mundo entero y no sólo para los bolivianos. Ratificando su valor, precisamente el artículo 369-II de la nueva CPE califica de estratégicos "los recursos naturales no metálicos existentes en los salares, salmueras, evaporíticos, azufres y otros" .

El instinto del presidente Evo Morales le ha llevado a declarar que la explotación del litio se hará sin socios. Ha avanzado en la instalación de una planta piloto cuyo funcionamiento se prevé para fines de este año. Pero son pasos pequeños. ¿Como avanzar hacia el objetivo final, que es el de obtener litio metálico, fabricar baterías y, finalmente, participar en la fabricación de los vehículos mismos, como adelantaron las autoridades bolivianas?

La respuesta pasa por utilizar los mismos mecanismos de financiamiento que emplean Mitsubishi, General Motors, Bolloré y otras empresas que están en carrera, pero dando aplicación práctica al artículo 357 también de la nueva CPE, que reserva el derecho exclusivo del Estado boliviano de "anotar y registrar" el valor de estas reservas.

Para ello, es indispensable organizar una empresa corporativa estatal, cuyo principal activo será parte de las reservas de litio metálico. Este valor deberá "anotarse y registrarse" en sus Estados Financieros. Acto seguido, esta empresa deberá habilitarse (precisamente inscribiendo sus balances contables en las Bolsas de Valores) para cotizar títulos de deuda en el mercado de dinero nacional e internacional y así obtener el financiamiento necesario destinado no sólo a desarrollar sus propios proyectos industriales, sino, también, con semejante respaldo en activos, incluso comprarse empresas que ya han desarrollado la tecnología o asociarse con ellas en condiciones ventajosas.

Los 4.800 millones de dólares, que suman la presunta fortuna de Bolloré (bancos, medios de comunicación, yates, aviones y hasta vehículos propulsados eléctricamente), son una migaja al lado de un activo de cuatro millones de millones de dólares de la que podría llamarse Corporación Litio Bolivia S.A., con sede en Uyuni y una sucursal en la Villa Montmorency, en París, refugio secreto de 1,5 kilómetros cuadrados que cobija a no más de 30 millonarios franceses, donde Vincent Bolloré aún reside.   

http://www.evaporiticos.gob.bo “ La industrialización está en marcha”   29 julio, 2013

 Entrevista realizada por Página Siete al Ing. Luís Alberto Echazú, Gerente Nacional de Recursos Evaporíticos – COMIBOL.

En enero, el Gobierno inauguró la primera planta de industrialización de litio en Bolivia, al noreste del municipio de Uyuni (Potosí), con el anuncio de producir 480 toneladas de carbonato de litio anuales. Con ello, el presidente Evo Morales dio por iniciado el proceso de industrialización de litio, además de anunciar la pronta implementación de una planta de fabricación de baterías. Sin embargo, hace algunas semanas, la Corporación Minera de Bolivia anunció la postergación de algunos plazos debido a la falta de recursos humanos, tecnología y mercados.

Página Siete.- ¿En qué está hoy por hoy la industria de litio en Bolivia?

A través de nuestro proyecto estatal encarado por la Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE) de la Comibol, se tiene en marcha la planta piloto de carbonato de litio desde el 3 de enero de este año. La GNRE ha consolidado el proceso tecnológico boliviano para la obtención de carbonato de litio con mucho éxito y tiene en curso el registro de la patente respectiva. Se ha consolidado el proceso de industrialización.

Hasta la fecha, tiene acumuladas diez toneladas de carbonato de litio con una ley superior al 96%. En el mes de agosto se lanzará el proceso para vender este primer lote del producto, a través de una puja abierta, como se hizo con el cloruro de potasio en el mes de mayo, con las primeras 250 toneladas métricas producidas por nuestra planta semi-industrial. Las acciones se han realizado en la denominada fase piloto y son la base para encarar la fase industrial.

Para la etapa industrial se está realizando la construcción de piscinas industriales, impermeabilización de estas piscinas y diseño de los términos de referencia para lanzar el proceso de contratación de la ingeniería a diseño final de la planta industrial, con una capacidad de producción de 30.000 toneladas por año. En la fase tres, definida para la producción de baterías de litio, se han adquirido equipos para la puesta en marcha de un laboratorio y planta piloto. El montaje de este laboratorio y planta piloto arranca en noviembre de este año en la Palca, Potosí. El inicio de actividades de esta instalación será en abril de 2014. En esta fase también se negoció un acuerdo con el consorcio coreano Kores-Posco para implementar una planta piloto de material catódico a base del carbonato de litio, que ya producimos con buenos resultados a nivel piloto.

Página Siete.- ¿Cuáles son los pasos y plazos que se ha impuesto el Gobierno para la industrialización del litio?

La fase 1, piloto, está en marcha. La fase 2, industrial, estará a fines de 2016. La fase 3, la fabricación de baterías, se realizará en abril de 2014 con el funcionamiento del laboratorio y planta piloto de baterías de litio.

Página Siete.- Cuando se habla de “industrialización del litio”, ¿a qué nos referimos?

A la estrategia definida por el Estado y anunciada por el Presidente. Esta estrategia comprende las tres fases anteriormente descritas. También nos referimos a la posibilidad de que nuestro país, a través de su empresa estatal, se posicione a nivel mundial; en el caso del carbonato de litio, dentro los tres primeros proveedores mundiales; y para el cloruro de potasio, entre los diez mayores del mundo.

Página Siete.- Cuando se dice que se va a producir litio de manera “semi-industrial” en una de las etapas, ¿a qué se refiere?

Nunca hablamos de producir carbonato de litio a escala semi-industrial, pensamos que hay una confusión con el cloruro de potasio que sí lo estamos haciendo, pero que pasaremos a escala industrial dentro de tres años. Actualmente, el carbonato de litio es producido a escala piloto y en tres años y medio más a escala industrial.

La diferencia entre producción de laboratorio, piloto, semi-industrial e industrial es la cantidad. A nivel laboratorio se logran kilos, en la etapa piloto decenas de toneladas, para la fase semi-industrial son centenas de toneladas y para la etapa industrial la producción es de miles de toneladas. Escrito y en el papel suena fácil, pero diseñar, construir, probar y poner en marcha equipos en cada etapa tiene un grado de dificultad que la GNRE está venciendo con el paso del tiempo.

Página Siete.- ¿Cuándo se cree que Bolivia podrá producir baterías de litio y con qué tecnología se las fabricaría?

Bolivia va a producir baterías de litio a partir de abril de 2014 con la puesta en marcha de su planta piloto ubicada en La Palca, Potosí. Esta planta fue adquirida a la empresa china LinYiDake Ltda. El total de los equipos de la planta y su respectivo laboratorio ya están en La Palca y comenzará su instalación una vez concluyan las obras civiles de adecuación.

 

La GNRE ratifica inicio de operaciones de Planta Piloto de baterías de Litio para el 2014  9 julio, 2013 

La Palca – Potosi

(GNRE, 08-07-13).- La Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE), ratifica el inicio de operaciones de la Planta Piloto de baterías de ión Litio para el año 2014, en La Palca del Departamento de Potosí.

Los equipos del laboratorio y de la Planta Piloto de baterías de Litio llegaron a nuestro país el 19 de marzo, los trámites en Aduana se realizaron entre el 2 al 18 de abril, siendo retirados el 9 de mayo para luego ser trasladados a la Palca.

Con este objetivo se ha iniciado el reacondicionamiento de la infraestructura civil del Complejo Industrial de La Palca, adjudicado a la empresa potosina VBC ALIANZA, constituida por las subsidiarias VECONCER SRL, CONGARCA LTDA. y BARAHONA, el contrato fue firmado el 3 de mayo, quienes deberán entregar las obras concluidas en el plazo de 5 meses.

Una vez concluidas las obras civiles, la empresa china LinYi, en un plazo de 3 a 4 meses realizará la instalación de los equipos y laboratorio de la Planta Piloto de baterías de ión Litio, para iniciar operaciones el 2014.

Consultado por la prensa, el Gerente Nacional de Recursos Evaporíticos, Ing. Luís Alberto Echazú, afirmó que el proyecto de baterías de ión Litio, no tiene ningún retraso, “las actividades se realizan de acuerdo a los planes y tiempos programados” y lamentó la incomprensión de algunos periodistas sobre la industria del Litio.

Actualmente el 100%  los equipos del laboratorio y Planta Piloto de baterías de Litio ya se encuentran en los almacenes del complejo industrial de La Palca del departamento de Potosí.

La Planta Piloto es una unidad funcional de carácter integral y comienza desde la capacitación, experimentación y la producción de las baterías de Litio por profesionales bolivianos, que tiene como objetivo validar el proceso tecnológico para la producción industrial.

La Planta Piloto de Baterías ion Litio, corresponde a la fase III de la estrategia de industrialización de los recursos evaporíticos, que se implementa simultáneamente a los trabajos de la Planta Piloto de Carbonato de Litio de Llipi y al de la Planta semi-industrial de Cloruro de Potasio instalada en el salar de Uyuni.

De esa forma la GNRE, contribuye en la industrialización de los recursos naturales, con soberanía y dignidad, enmarcada en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia.

miércoles, 24 de julio de 2013


En www.lanacion.com.ar  Miércoles 24 de julio de 2013 | 00:20.

Con V de vacío  Por Sergio Sinay  Mail: sergiosinay@gmail.com

En el final de la película V de Vendetta, miles de personas que marchan hacia el Parlamento británico para oponerse al gobierno salvajemente autoritario y ultra conservador del primer ministro Adam Sutler, se quitan al unísono la máscara con la que cada uno estaba cubierto. Esa careta representa el rostro de Guy Fawkes, rebelde católico que intentó matar al Rey Jacobo I en 1605, en represalia por las persecuciones religiosas, y es la misma que lleva V, el enigmático personaje que se enfrenta al gobierno de Sutler para poner al desnudo su violencia y su corrupción. Es también la que usan hoy muchos de los indignados en todo el mundo y la que tomó como ícono el movimiento Anonymus. Mientras en la secuencia final del film las personas continúan avanzado con su rebelión incontenible y pacífica (ante un ejército que está inútilmente armado hasta los dientes), quitadas las máscaras aparecen millares de rostros y miradas diferentes. Cada uno es quien es, pero todos están juntos, cada uno tiene una historia propia, pero allí se proponen empezar a escribir una en común. Ya no son anónimos, ya no son "la gente".

V de Vendetta es una película de 2005 dirigida por James McTeigue con guión de los hermanos Andy y Lana Wachowski (creadores de la saga Matrix) y en ella actúan Hugo Weaving, Natalie Portman, Stephen Rea y John Hurt. Es notable cómo en ocho años ha mantenido y potenciado sus valores estéticos y contenidos argumentales, al punto de funcionar en cierto modo como una premonición. Hoy su visión permite hacerse esta pregunta: ¿qué pasaría si los políticos en campaña, esos que gustan hablar de "la gente", se encontraran de pronto ante millares de rostros que, despojados de la careta que ellos les ponen para no ver sus sagradas individualidades, les presentaran sus verdaderas historias, sus reales necesidades, sus auténticas expectativas?

Decir "la gente" es evitar hablar de las personas, es evadirse de afrontar la diversidad, de reconocerla y de abordarla con argumentos, ideas y programas. Decir "la gente" es un atajo para sacarse de encima el verdadero trabajo político, que no pasa por llegar al poder para luego seguir acumulando poder, sino por escuchar, entender, transformar, liderar (que no es sinónimo de mandar ni de encabezar), reparar, pensar, estudiar, comunicar contenidos y no eslóganes de marketing. Consiste en llegar antes a donde está la necesidad, y no después y con demagogia. El trabajo político verdadero requiere coraje, y no prepotencia, sinceridad y no manipulación, receptividad y no encuestas, integridad y no oportunismo, austeridad y no voracidad. Requiere, en fin, honrar a las personas y no usar a "la gente".

Gente, mercado, público, hinchada, audiencia, masa, electorado, clientela, militancia, pueblo, población son comodines que, usados en distintos tipos de discursos (políticos, económicos, publicitarios, comerciales, deportivos, faranduleros, culturales) borran a los individuos y, por lo tanto, dispensan de toda responsabilidad hacia ellos. Hablarle a cualquiera de esos "targets" es hablarle a nadie. De la misma manera, quien se excusa a sí mismo diciéndose parte de alguna de esas categorías, deserta de su propia responsabilidad. La responsabilidad es siempre individual, de lo contrario no existe. Y es hacia las personas, no hacia los conglomerados. Quien le habla a "la gente" no le habla a nadie, no ve a nadie, no establece empatía ni compasión. "La gente nos dice" (muletilla más repetida cuanto más vacío es el discurso y más profunda la sordera hacia la voz del otro) es una música sin letra. Para saber lo que las personas dicen hay que escucharlas. Y eso lleva un tiempo que "la política" no permite (entonces se apela al encuestador contratado).

"La gente", sobre todo en boca de un político en campaña y con poco para comunicar (hable o no hable), es nadie. Los indignados que van brotando aquí y allá como hongos son personas reales con dolores, aspiraciones, postergaciones, necesidades y voces reales. Cuando se estrenó V de Vendetta la palabra indignados no existía tal como hoy se usa. Un día "la gente" se sacará la máscara y los que dicen estar hablándole a esa abstracción se encontrarán con rostros que las encuestas y los asesores no anunciaban. Mientras tanto, hablan con V de vacío.

martes, 9 de julio de 2013


Las posibilidades de reinvención de la política

Entrevista a Nicolás Casullo (Entrevista realizada por Karina Arellano en marzo de 2007, miembro del Consejo Editor de la revista Pampa, publicación del Instituto de Estudio e Investigación de la CTA dirigido por Claudio Lozano).

Revista Pampa: Durante diciembre 2001 sostuviste una posición muy clara respecto al deseo fundante de las movilizaciones asambleístas. ¿Qué reflexión hacés a cinco años de ese debate y cómo creés que se reconstituyen las posibilidades de lo político luego del slogan “que se vayan todos”?

Nicolás Casullo: Respecto al acontecimiento del 2001, en su primera fase que fue básicamente la caída del gobierno por la rebelión de ciertos sectores populares y la protesta de los ahorristas, fui bastante escéptico en cuanto a las posibilidades de que eso fuese una apertura, el nacimiento de algo o el punto político culminante de un proceso consistente. Por el contrario, pensé y escribí que en muchos aspectos ese era el punto más bajo de un largo comportamiento social que estallaba de esa manera frente al hartazgo y el descubrimiento de la estafa del modelo, culminado con un robo concreto de los ahorros de inmensos sectores medios. Yo polemicé en ese sentido planteándome que los sectores medios que estaban saliendo a las calles no anunciaban algo nuevo sino que eran los últimos creyentes dolarizados del modelo menemista y que esto, en el marco de la ausencia de otros mundos -como  habían sido, en otras épocas, el mundo de lo sindical, el de la clase obrera, el universitario concientizado- marcaba una muy particular y atípica protesta más cercana a ser interpretada en términos de cultura postmoderna-urbana-masiva. Cerrada en su reclamo, autista, antipolítica, pero a la vez necesaria para re-dibujar una vieja escena política porteña calcinada ya, de escasa representación en la ciudad. Luego, en la etapa donde aparece el piqueterismo concentrado y masivo en Capital -las luchas piqueteras tenían ya una historia durante la época menemista en el interior del país- también fui absolutamente escéptico en cuanto a lo que podía ser la alianza de estos sectores medios con los piqueteros. Escéptico, simplemente por conocer la historia de donde venía ese mundo medio que en Buenos Aires es conservador, básicamente anti-popular, racista y anti-peronista apenas siente que lo perturban. Recuerdo perfectamente el desagrado con que esta ciudadanía porteña protestataria, recibió en enero del 2002, al gobierno “peronacho” de Duhalde. Recuerdo la forma despreciativa con que reaccionó ante el fin del sueño menemista del peronismo liberal “del primer mundo”; cuando se volvió a encontrar con los morochos en musculosa y con bombos cuando se había terminado el peronismo de Punta del Este.

En cuanto al “que se vayan todos”, fue una protesta legítima y a la vez un grito histérico porteño. Estuvo producido por el espacio capitalino, espacio de la histeria nacional por excelencia, que al mismo tiempo, como toda histeria, brinda elementos de análisis interesantes en términos de comportamientos colectivos de significación, pero nunca podrá ir más allá de ser un grito: un viejo eco antipolítico por derecha. Para generar un “que se vayan todos” de corte realmente democrático tiene que haber un largo proceso de flujo y crecimiento de luchas sociales metropolitanas previas, que en el 2001 no hubo. Después de diez o doce años de luchas sociales, después de aquello que nos llevó al ‘73, sí pudimos decir “que se vayan todos”. Pero después de Menem, de la cuota y el crédito, de la despolitización profunda de la década de los 90’, del “déme dos”, después del Barrio Norte exaltado, no se puede construir una práctica del “que se vayan todos” porque, indudablemente, no hay ningún sustituto ni ninguna creación popular genuina que pueda alcanzar el carácter de alternativa de corte popular societal. La sociedad porteña no quería esto último y en las elecciones del 2003 lo reflejó.  En realidad,  el “que se vayan todos” fue un grito de despecho de los que pedían un orden sin políticos (sin los que arruinaron la utopía del peso igual dólar) como antes, cuando las tantas asonadas militares, tan bien recibidas siempre por el grueso de la población media.

Mi postura, bastante particular y solitaria en ese entonces, no fue para nada optimista. No obstante, me daba cuenta de que sí había sucedido un acontecimiento fuerte que era el desfonde de un país. El desfonde palpable de las grandes estructuras partidarias, de las grandes identidades que comenzaban a mostrar el naufragio definitivo de lo que habían sido en términos históricos. Y, efectivamente, eso se está rompiendo todavía en un lento hundimiento. Tanto el radicalismo de manera aguda, como el peronismo de manera ralentada, están en un tránsito, una metamorfosis, una mutación hacia variables que son bastante difíciles de predecir pero que de distintas formas van adquiriendo los tintes con que el heredero de todo esto, el gobierno de Kirchner, debe transitar en el presente.

Este episodio del 2001 fue un acontecimiento del cual Kirchner estuvo muy atento. Lo vivió como el nuevo modelo de golpe de Estado. Un golpe de Estado de corte contestatario que viene a reemplazar a los golpes de estado económicos o militares del pasado y le cambia el signo a la destitución. Al 2001 podríamos denominarlo como un primer golpe societal, por como están dadas las correlaciones de fuerzas ideológicas y la encrucijada de la protesta, lo que no quiere decir que sea popular ni de izquierda. A la calle la pueden ocupar los derechos humanos o Blumberg. Kirchner, a partir de aquello, intenta la reconstitución de un centro izquierda y un centro derecha. Un mapa nuevo. Así lo dice de entrada. Absurdamente, increíblemente, asombrosamente, un peronismo que ya había pasado a los “luderes”, a los “cafieros”, a los “herminios”, a los “menem” sobre todo, a los “alsogaray”, que también había dejado atrás el sueño del FREPASO que quiso entrar en una suerte de neoliberalismo desperonizador de izquierda ética. Ese peronismo se encuentra, de golpe, con que su presente adquiere ahora un tinte que se creía absolutamente enterrado en la crisis del 73’y 74’. Se trata de una constitución de un país popular reformista estatal burgués de centro-izquierda. Un peronismo nacional reformista democrático, y una constitución del país de centro-derecha al lado y confrontándolo, que es la forma embrionaria con que sigue gravitando la crisis del 2001, en cuanto a un antes y un después partidario. Podría decirse que el peronismo vuelve en muchos sentido a la sobria tesis de un “desarrollismo nacional” en el mar de los sargazos del mundo del mercado global, tal cual lo pensó Perón en 1973 con otra escena mundial y no pudo cumplir.

Pampa: En esta etapa de metamorfosis, ¿cuál es tu opinión sobre las reconstrucciones y transformaciones míticas del peronismo teniendo en cuenta el grado de des-mitologización que el propio peronismo, en los 70’o los 90’, ya había producido?

Casullo: Yo creo que en estos momentos se está viviendo un acontecimiento cultural muy complejo, y no solamente en la Argentina. Me refiero a que estamos viviendo una suerte de tardo- modernidad o de post-historia que no es el fin de la historia sino la conclusión de determinados relatos fuertes. Un momento que nos deja situados en un afuera de película sobre esa misma historia. Es decir, permanentemente estamos situados en el campo de algo que ya aconteció y que quiere repetirse, quiere reiterarse, reaparecer. Es lo que hoy algunos teóricos llaman el déjà vu, lo “ya visto”. Por ejemplo, cuando Chávez habla de socialismo, uno piensa “¿qué socialismo?, ¿aquél que ya vimos?, ¿uno nuevo?, ¿de qué habla?,¿de un cubanismo posmoderno?, ¿de un populismo radicalizado?, ¿de un antiimperialismo petrolero?,¿de un escenario popular inédito?, ¿remite a un viejo socialismo o a uno sin antecedentes?”. Podríamos decir que estamos viviendo sobre un mundo de una alta culturalización de la política donde en realidad todo es pura disputa cultural. Todo tiene una inmensa sobrecarga cultural acumulada con las muchas décadas del siglo XX en el desván. Pura disputa de representaciones. Pura disputa simbólica. Entonces, Chávez dice que vivimos un socialismo bolivariano y el diario La Nación dice que en la Argentina estaríamos viviendo un populismo mussoliniano. Es decir, todo sería mundos simbólicos que se recuperan y se reponen. Estas variables hablan de una tardo-historia, de una post-historia donde el pasado pesa de tal manera que es la única referencia que nos queda para enhebrar los futuros en términos de inteligibilidad político ideológico.

Respecto al peronismo, podríamos decir que hoy acumula también toda su historia como forma compleja de seguir siendo. Hoy hay en danza tres mitologías peronistas. Está la de los 70’, la militante, comprometida, provocadora. Está la mitología del peronismo clientelista, del peronismo que gana las elecciones en el 2003 a través del pacto de intendencias duhaldistas. Y está el peronismo del 45’, aquél que podríamos llamar “industrialista-nacional-desarrollista”, citado permanentemente en la voz presidencial y en muchos actos bonaerenses. El de la “clase obrera” como columna vertebral, el de una resucitada “burguesía nacional”, el del trabajo y la productividad y la presencia sindical en la Rosada. O sea, que tendríamos tres peronismos en danza y un cuarto: los restos del peronismo liberal menemista. Estos peronismos juegan como mitológicas, como una suerte de déjà vu, de ya visto, de ya acontecido, como si saliesen de un altillo y volviesen a posicionarse en la historia para volver a vivirlos, repetirlos, retomarlos, acusarlos, evocarlos, condenarlos, llevarlos a una consumación postergada. O, para el gorilismo, convertirse en una pesadilla de la que nadie puede salir ni despertarse y que hace del gorila un ser cada vez más desorbitado y patético caminando sobre cualquier cornisa ideológica con tal que ese ismo que atraviesa medio siglo de proteico protagonismo desaparezca de la faz de la tierra. Ser gorila es la peor forma de ser peronista, de participar codo a codo de su historia aguardando su imposible agonía. Permanentemente estamos viviendo la experiencia de algo que ya aconteció y quiere volver a acontecer. Desde esta perspectiva, la mitología del peronismo, en este caso, está danzando como nunca. Desde estas formas, el peronismo sigue siendo el piso de una memoria de justicia, de dignidad popular mínima, malversada históricamente por el propio peronismo, y que hace 50 años quiere ser aniquilada por la reacción liberal, desde el bombardeo masacrador a Plaza de Mayo en 1955, hasta la acusación de totalitarismo mussoliniano contra Kirchner ahora.

La pregunta reside en si esto indica la lozanía y la vigencia del peronismo. No: esto indica la forma en que el peronismo se va desarticulando, desagregando, desintegrando. Hay que pensar que las evocaciones salen al atardecer, en el crepúsculo de las cuestiones. Las evocaciones no hablan de un vigor peronista sino más bien de un mundo simbólico que se retuerce sobre sí mismo y en donde es muy difícil pensar de aquí a cinco o diez años cuál sería la salida peronista. Sí, es fácil decir que el peronismo va a seguir existiendo, pero no podemos saber la figura que adquirirá o qué significará decir “soy peronista” o nombrar a Eva Perón en el futuro. Para adelante, el peronismo se está desarticulando igual que el radicalismo. Es decir, estamos asistiendo a la muerte del siglo veinte político argentino, a la disolvencia de sus identidades políticas más decisivas.

Desde el punto de vista de lo que se reconstituye después de esta muerte, no está mal la idea del centro izquierda y el centro derecha que plantea Kirchner, porque además la sociedad se adapta claramente a eso. Siempre fue eso desde hace medio siglo: un peronismo como monstruo amenazante de las “buenas costumbres” liberales que se puede articular por izquierda cada tanto y mete miedo a la dominación histórica política, económica y cultural, a un país blanco conservador, antiperonista, antisindical, que habla de morales y éticas que nunca practicó y que lo que no soporta es un peronismo de centro-izquierda. No lo soporta desde 1945.  Se quedó muda en el ´73 con ese peronismo en las calles. Es fácil ver que lo que está opuesto a Kirchner -salvo una izquierda marxista eternamente situada en los márgenes de lo que está pasando, como sin haber conseguido comprar entradas para entrar- es una política que utiliza todos los argumentos culturales, ideológicos, económicos, sociales, religiosos, militares que hoy puede tener una derecha desplazada de algunos de sus poderes. Desde esa perspectiva, esta mítica peronista es en parte su forma de despedida. Despedida larga o corta de la historia que actuó. Pero también el peronismo vivió siempre la obsesión de superarse a sí mismo y dejar atrás una vieja encarnadura propia por otra nueva: un hijo de sus entrañas. Podríamos rastrearlo hasta en el evitismo de 1950, 1951: una apuesta superadora a partir de un molde original demasiado limitado en relación al desafío de la circunstancias. Hoy sería lo mismo, a partir del 2001 y la crisis. En 1973 era la liberación nacional incumplida, que exigía también un post-peronismo radicalizado. Y hasta el menemismo puede ser pensado así, en ese caso como un alien engangrenado.

Pampa: En este estado de las cosas, donde vos planteás la totalización del sentido de la política mediante un proceso de alta culturalización, por un lado, y la polarización centro-izquierda/centro-derecha por otro, ¿qué posibilidad tiene una crítica radical que alimente luchas emancipatorias y no esté atravesada por el lenguaje “opositor”?

Casullo: La crítica radical necesita hoy estar situada en el campo del pensamiento, lugar privilegiado donde uno puede ejercer de manera político intelectual una crítica a lo que acontece en las distintas esferas de la política. La crítica radical es como una savia imprescindible, aunque así no lo parezca. Es retener la idea de otra sociedad posible. Aunque en política uno se sitúe mucho más condescendientemente.

Hoy, a diferencia de otras épocas, se vive un divorcio, un abismo que se ensancha entre idea e historia. Y el único que puede saldar esta crisis es un nuevo sujeto político que inaugure y retenga sentidos perdidos y propuestos. Pero que haga las dos cosas, no una de las dos. Acontecimiento de ruptura, y entramado organizativo articulante. Un sujeto que recupere su experiencia histórica, su idea de otra historia y, luego, lo corporice en la historia misma. Hoy esto está ausente, está en tránsito. Estamos en la espera. Vivimos más bien una tensión entre acontecimientos que aparecen, se producen, suceden, pero con un cierto engaño. Aquellos que hacen la apología del acontecimiento como si este contuviese un mundo de significados absolutos, olvidan que el acontecimiento siempre es codificado por otro que en definitiva dice qué es lo que acontece. En ese sentido, podríamos decir que no hay un acontecimiento político puro, incontaminado, cargado de un significado de ruptura casi absoluta, sino que desde un nuevo acontecimiento, que es estarlo pensando, uno le acota esa variable de ruptura. Lo bautiza. “Desflora a la doncella”, diría un rey machista.

Esto tiene una relación directa con lo estético. El arte siempre pensó desde esa capacidad de re-significar lo que había acontecido con la propia obra. El obrar, la obra, remite al arte y lo deja atrás.  En la política hoy estamos en una situación similar. Están aquellos que plantean la posibilidad de un acontecimiento en ruptura total y están aquellos, como por ejemplo, el filósofo Jacques Rancière, que plantean que el acontecimiento en sí, no se produce nunca. Que en todo caso, hoy, estaríamos viviendo el drama de algo que no se termina de armar y que no encuentra el equilibrio entre lo que podríamos llamar el acontecimiento y la organización. La organización es aquello que le da una continuidad al acontecer, le permite pasar de su estado de desagregación, de autismo e individualidad. Es decir, la organización vinculada a un nuevo acontecimiento es lo que podría romper con esta suerte de parcelamiento o balcanización de los acontecimientos que se comen a sí mismos. A su vez, la organización sin acontecimiento teofánico, esto es, que nos muestre nuevos rostros en lo caduco, también es una cosa estéril, despolitizadora, domesticadora. Es algo que lo único que hace es sustentarse y agotarse desesperadamente en sí misma como organización, para poder seguir sin acontecimiento de ruptura, sin revitalización fuerte, radical.

Hoy podríamos decir que esta relación acontecimiento-organización no sucede. No solamente por una cuestión teórica que critica las totalizaciones y a los viejos partidos de izquierda con tendencias totalitarias. Tampoco está aconteciendo en lo social: hoy la política aparece claramente fuera de la política. La política de los políticos des-politiza, y la única forma de recuperarla es cuando aparece fuera de toda representación política instituida. Pero, así dada, tal politización tiene infinitas patas cortas. Se desvanece, pierde capacidad de confrontación real. Sobre todo en una sociedad massmediática que lo que busca diariamente es el escándalo del “acontecimiento”, del pseudo-acontecimiento, de “lo nuevo” registrable. Un mundo massmediático que es profundamente antipolítico, cualunquista, sectorizador porque se maneja por géneros de masas (mujeres, chicos con paco, violadas, asesinatos, piqueteros, huelga, ecologistas, seguridad) y que constituye la real derecha política operativa y actuante. En la sociedad massmediática no hace falta que los partidos de derecha generen su política; ésta última danza en el aire y el sentido común televidente.

En este momento podríamos decir que hay un nivel de acontecimientos sin organización que lo sustente en el tiempo. Por otro lado, existen organizaciones que desesperan por acontecimientos de ruptura, de re-protagonización de lo social, y no lo logran. Y un mundo mediático que se ubica allá arriba de todo como el gran padre narrador, y que es mucho más proclive a emitir, enunciar o trasmitir acontecimientos que a la tarea de estructuración política que poco le interesa, en su papel de Gran Hermano mensajero que incluye o expulsa. Es decir, lo mediático nunca va a ir a la CTA a hacer una entrevista sobre cómo está actuando internamente o de qué manera se organizan cursos, porque no es considerado noticia. Ahora bien, el día que algunos obreros le tiren diez piedras a la sede Central seguro que va a haber diez cámaras que van a producir el acontecimiento. Entonces, tiene que deslindarse una cosa de la otra. Es un problema muy difícil, porque la sociedad mediática nos contiene a todos, todos los días, desde la actividad o desde la inactividad; desde la pasividad o desde el protagonismo. En este sentido, la estructura organizativa sin ruptura, despolitiza. El radicalismo y el peronismo despolitizan… y lo único que exigen es que te politices el día del comicio. Ese día te politizás y después te despolítizás totalmente. Lo mediático también despolitiza porque lo único que quiere es informarte y hacerte ver que siempre estás afuera viendo lo que le está sucediendo a otros y que “menos mal que no sos vos”; es decir, que nunca formás parte de eso pero que te enterás. Te informás de que los maestros están en huelga. Lo único que podría politizar el asunto es que el acontecimiento se llame protesta, cuestionamiento, rebeldía, huelga, confrontación o crítica y que pueda encontrar una organización, vinculación, relación de unas y otras variables que le quiten su estado de fragmentación y cosa esporádica.

 

La Argentina vive permanentemente la cosa esporádica. Los maestros están en huelga; a los maestros le pagan tal guita y ya está, la Argentina vuelve a la “paz social”, hasta que aparecen los problemas de los trabajadores del subte, y con ellos las imágenes de los trenes parados y la gente enojada en los andenes y, después, todo desaparece. Este es un tema muy importante para la CTA en el sentido de cómo esto se puede reconducir. Qué viene de afuera, qué viene de adentro. Los partidos políticos ya no lo quieren hacer. Ellos tienen asegurado que cada dos años la propia institución les reúne todo y ellos sólo tienen que poner candidatos, boletas sobre las mesas. El problema está en las bases sociales y su capacidad para una nueva invención de la política. Porque a todo esto que estamos discutiendo, lo sobrevuela la pregunta sobre si la política es plausible de ser inventada otra vez, o si la política ya llegó a su límite total y más allá de lo que dio la burguesía y lo que dio el proletariado, hoy en crisis profunda, no hay ninguna invención política más. Si fuera esta segunda respuesta, nos esperaría solamente una sociedad del control, sociedad de la domesticación, de la seguridad, del vacío político, del consumo y nada más. Sociedad policíaca, como vamos viendo. Desde esa perspectiva, es una época fascinante en cuanto a discutir lo político, pero sumamente peligrosa porque sucede que siempre la derecha es “más realista”, más “veraz” en sus consejos, que una izquierda que sigue pensando cambiar las cosas, cambiar el mundo.

Pampa: Y, para que la política llegara a ofrecer una apertura a su propia reinvención y al tránsito hacia un nuevo sujeto que encarne políticas emancipatorias, ¿qué deben encarnar las comisiones obreras y las organizaciones sociales en la actualidad?

Casullo: Lo que está en discusión hoy a nivel político, y que la teoría trata de percibir, es la cuestión de los sujetos sociales. Este concepto es un molde, una lógica moderna clásica que se piensa en el XVIII y se asienta definitivamente en lo político en el siglo XIX. De allí emana aquello que desde el momento en que se constituye un sujeto, ese sujeto es igual a sí mismo y permanece. También el sujeto político. Así, el sujeto clase obrera, el sujeto proletariado, el sujeto revolucionario, era una suerte de figura que una vez que se labraba a sí misma, nos daba la tranquilidad de lo ya constituido, por lo tanto plausible de remitir a ello en cualquier circunstancia o problema. Un reaseguro: el hogar del dilema. La primera pregunta es, ¿se volverá a constituir eso en términos sociales, en términos culturales, en términos económicos?; ¿existirá la posibilidad de referir a un sujeto que permanezca y adquiera la profundidad que tuvo el proletariado para Marx o el campesinado para Mao? Nosotros seguimos trabajando con la idea de sujeto, pero diciendo que desaparecieron los sujetos de la revolución y que hay que volver a ver quiénes son los nuevos sujetos del cambio social, de la transformación social, de la otra historia por hacerse.

Por otro lado, dentro de esta problemática del sujeto, aparece una cuestión más sutil que es el tema de las subjetividades. Hoy estamos en una cultura que hace política, más que en una política que hace cultura o que se dedica a la cultura los viernes a la noche en el salón de actos. Esto segundo ya no ilumina. Porque el tema que nos atañe a todos es en realidad un tema cultural: la confrontación ahora es por legitimidades en un mundo deslegitimado. Es por imaginarios a imponer, por estados de ánimo a “operar”, por ficcionalizaciones de lo real, y por el realismo de las ficcionalizaciones. Y refiere a esta pregunta sobre cuáles son las nuevas subjetividades, cuáles son sus mundos resimbolizados, resignificados. Cuál es el status de las representaciones que definen los nuevos subjetivos. Esta es una pregunta de corte estético más que político. Atañe a la sensibilidad, al yo, a lo privado, a la puesta en escena, al inconsciente, a la imaginación, a la fantasía, a la imagen de las cosas, a la edición de las cosas, al mito de la individualidad. Es decir, territorio estético. ¿De qué se tratan las nuevas subjetividades urbanas? Desde la teoría, nosotros siempre estuvimos diciendo que éste era obrero y ya estaba destinado a ser esa determinada esencialidad que planteaba la producción industrial. Y el obrero era un mismo ser en lo sustancial. Era un explotado en la aseveración más concreta y a la vez más abstracta que se le podía otorgar. Eso éramos todos. Lo que significa que tampoco sabíamos muy bien qué éramos cada uno. Hoy, en cambio, las subjetividades juegan a partir de un mundo culturalizado al máximo de una forma distinta. Lo constitutivo de esa subjetividad es errático, despertenece, deambula de manera nómade en lo urbano, remite a mercado, no retiene mucho tiempo identidad, pasa fuera de “fábrica” en cuanto a mi relación fundamental con esa idea de “política” y democracia. Discutir las subjetividades es lo que acontece en este momento. ¿Qué subjetividades son las que hoy dominan?, ¿cuál es la subjetividad de una maestra de la provincia de Buenos Aires?, ¿desde qué se constituye?, ¿cómo se identifica con una determinada política?, ¿de qué manera se relaciona con la producción?, ¿cómo se vive a ella misma?, ¿cómo vive a su empleador?, ¿cómo vive el Estado?, ¿cómo vive la noticia?, ¿cómo vive la inseguridad?, ¿cómo vive la relación que tiene con la sociedad?, ¿cómo vive con su memoria o desmemoria?, ¿cómo refugia a sus hijos, los suyos y los no suyos? Entre ella y los mundos del mundo se esparce una maraña de discursividades que tratan de nominarla; desde el gremialista amigo hasta la protagonista rebelde de un teleteatro, desde su alumno con síntomas de raquitismo hasta la mujer líder del socialismo francés que ve en un noticiero parisino de la TV por cable, desde el libro con que enseña hasta el libro que le gustaría y no puede comprar. Esa es una subjetividad que se nos escapa permanentemente, desde el punto de vista de que hemos perdido la confianza en la lectura meramente socioeconómica a pesar de su enorme peso, y que era una lectura que antes nos daba definitivamente una respuesta –equivocada o no-, pero que nos tranquilizaba en el sentido que podíamos decir: la maestra era parte de los sectores medios. A medida que se profundizaba la crisis en la sociedad y se pauperizaba,  se iban acercando cada vez a la lucha del proletario porque, finalmente, todos eran trabajadores fraternales en potencia. Y ese era el punto donde el capitalismo iba a encontrar la oposición máxima, o sea, en la proletarización de los sectores medios. Las inmensas mayorías socialistas que dejarían atrás el tradeunionismo, el reformismo y la  limitada “lucha sindical”. Hoy vemos que no es así. Vemos que una maestra puede pedirle a Blumberg seguridad, rayana y comparable a la que le está pidiendo una señora del country, que puede ser más feminista que la docente. Esto es, lo que la determina ideológicamente no es el sueldo sino el rol que debió asumir en su casa. Su imaginario rompe rotundamente con los esquemas de “clase” que propone el maniqueísmo marxista. Lo privado es un universo que sobredetermina todo el resto. Y todo esto, al mismo tiempo, puede no significar una derechización, sino reaperturas de un yo social permanentemente reactivado por lo cultural. Y a la vez, puede significar lo contrario: que las nuevas subjetividades se constituyen en lo que yo llamaría un peligroso cualunquismo fascistoide.

El cualunquismo son esas variables protofascistas que existieron en un momento en la Italia o en la Francia de posguerra: gente muy despolitizada, muy antipolítica, muy rechazante de todo lo que sea político, muy pensante de que lo único que se legitima en la sociedad es, por un lado, el empleador que te da el trabajo y el jornal, y por otro lado, el empleado que yuga. Somos todos empleados. No hay clases ni identidades ni agrupaciones. Desde esa perspectiva se puede producir un cualunquismo de tintes fascistas. En Argentina hay variantes muy claras de estos tintes fascistoides antipolíticos, alentados por una derecha y por un neoliberalismo que juega, desde hace muchos años, una batalla cultural que gana porque establece a la política como una intrusa. Así, la política sindical es una intrusa. La política universitaria es una intrusa. Los derechos humanos son intrusos. La política es pura corrupción, robo, algo por afuera del “empleador y empleado” que signa toda la vida. Una herencia de nuestros abuelos inmigrantes, para quienes la política era sólo “chanchullos de criollos” que no querían ir a laburar. Desde esta lógica, la política es aquello foráneo a una “vida normal”, a un “sentido común”, algo que viene a interferir una lógica dada básicamente por la relación económica, que es la “verdad verdadera” frente al diputado parásito. Esto tiene que ver con la corrupción política que padeció el país en democracia, pero mucho más tiene que ver con la campana de época cultural liberal que denigra a la política y al Estado como un palo en la rueda de los apetitos del mercado global. De eso tiene poca conciencia el argentino medio y la izquierda. Desde esta perspectiva hay que pensar las subjetividades. Es decir, el peso que tenían en una época las variables peronistas comunistas, socialistas como identidades políticas que arremetían contra esta especie de cualunquismo social, contra esta especie de sentido común reactivo y reaccionario, anticuerpos muy fuertes que hoy no están. La crisis de la política desampara, lleva a orfandad, a descreimiento cínico, a recelo absoluto, a ajenidad despreciativa.

Este cualunquismo a la vez trae otro planteo: toda protesta que se queda en lo suyo, en su isla, es una propuesta en definitiva reaccionaria. Toda propuesta que no puede hilvanar su protesta con algo mayor, con un espíritu superior albergante, con una situación en donde inserte la protesta en un determinado proyecto popular mediante el cual lea al otro y a lo propio de una manera integral, se transforma en una propuesta que deviene en simple protesta reactiva, cualunquista. Eso es Cromañón, si lo pensamos en relación a qué política se inscriben los padres con respecto al país que quisieran. Lo acotado pasa de supuesta izquierda a derecha instrumentable. Una protesta que puede decir en algún momento “queremos caños de agua”, “queremos que no haya violadores por el barrio” “queremos que haya luz eléctrica”, “queremos que pongan una barrera”, o “saquen un basural”, o “saquen una villa”, o “no nos traigan a villeros”.

En un principio aparecen legítimas, sustentables, están pidiendo aquello de lo que el Gobierno no se hace adecuadamente cargo. Pero se cierra de una manera extrema, y aquí aparece nuevamente aquella idea de cómo se re-inventa una política que permita reponer lo imprescindible para un gradual cambio de las circunstancias históricas: una reapertura de las nociones de justicia, fraternidad, solidaridad, identificación, por lo cual se participa de los perjuicios y negatividades de una situación general y no sólo de una, desagregada.

A lo que voy es a que, desde el momento en que una protesta o un acontecimiento no tiene una perspectiva que se enlace con algo mayor que le de sentido en términos de izquierda, la protesta termina alimentando al proto-fascismo de la sociedad. De eso no quepa la menor duda de que es así, por más que la protesta esté en función de denunciar a una violada por su padrastro. Ahí, hay mucho más potencial y síntoma de derecha que de izquierda.

En ese campo, el sindicalismo, la organización social, tendrá que partir de esa base segura que otorga la organización de trabajadores, pero reconocer que, sobredeterminado eso, hay un mundo cultural de 78 canales de televisión que tanto el pobre como el rico ven en el café, en su casa, en el barrio, y que está reconfigurando una variable de difícil pronóstico. Las grandes masas urbanas van a tender a irse hacia la derecha en reacción a los que protestan, a los que quieren un cambio porque la cosa va mal. Es decir, es la sensación que tengo respecto a aquí, a Francia, donde va a ganar la derecha, como en España donde Zapatero ya está perdiendo, como en México donde ha ganado una ultraderecha republicana con Calderón. De hecho, frente a la no posibilidad de cambio histórico, las grandes masas urbanas, sus subjetividades, implosionan protestatariamente hacia la derecha. Quieren un cambio, sin duda.

Pampa: ¿Cómo se lee esta derechización urbana respecto a la estrategia regional latinoamericana?

Casullo: Hoy el cuadro de situación todavía mantiene la preponderancia del centro izquierda. Y hay que defenderlo. En ese caso, coyunturalmente y a nivel de gobiernos, soy optimista, en el sentido de que como hay una tendencia de grandes sectores que se van hacia la derecha porque el cambio histórico no aparece a la orden del día y cada uno trata de sobrevivir individualmente plantando otra historia de “seguridades”, también hay cauces políticos en perspectivas contrarias, como la integración regional de los pueblos. La izquierda argentina se equivoca. A mi me da la sensación de que producto de sus lecturas del 2001, de una historia larga y de los traumas que generó el peronismo, hoy podríamos decir que se nota la carencia de un amplio frente de centro izquierda que tendría que moverse de Kirchner hacia la izquierda, con una capacidad de lectura verdadera sobre los signos positivos y negativos que hoy se están dando desde una perspectiva de gobierno. Creo que la izquierda radical y sus grupos hacen una mala lectura del 2001 y nuevamente quedan afuera de una historia mucho más grande  y participativa que llevando militantes a la Plaza con consignas incomprensibles al resto de la sociedad. Pero ciertas izquierdas no necesitan contratar sepultureros. Este es un país post 2001 en el que de casualidad no volvió a ganar Menem (trampa de Duhalde), o Duhalde que se baja demasiado de apuro, o Reutemann que era “el candidato de todos”, o De La Sota que iba en punta en las encuestas, o López Murphy que saca muy poquito menos que Kirchner. Entonces, de no plantear un articulación de centro izquierda, la Argentina sale de un posible fracaso kirchnerista por derecha. Sin duda. Porque así lo quería el grueso de la sociedad en el 2003, una salida por derecha, y sólo un milagro y una serie de azares lo impidió.

La única forma de quebrar esta suerte de derechización del mundo -que yo creo que se va a ir agudizando-, es construir alianzas de izquierda democrática, estatales, populares potentes, donde cada sector conserve su postura y la diferencia, pero donde haya “un programa mínimo” de acuerdo por donde muchas medidas puedan marchar. En este caso me refiero a un apoyo –crítico– al gobierno de Kirchner. Con respecto a los núcleos de izquierda radicales, está totalmente ausente. A mi me da la sensación, de que en Argentina por una tendencia a una crispación, al no reconocimiento del otro, a la violencia verbal, a cómo ha quedado el 2001en la cabeza de varios, no aparece claramente esta alternativa, como debiera ser entendido. El teoricismo, el gorilismo, el tradicionalismo de un pensar de izquierda, el sectarismo político, impide a esa izquierda, como en otras grandes coyunturas nacionales, estar con su identidad y autonomía, donde debiera estar. Afortunadamente este ensamble también está ausente en la derecha, que también está fragmentada. Y eso hace que vivamos con menos temor una mala lectura que hace la izquierda en cuanto a cómo poder reunirse o articularse sin que cada uno pierda su perfil.

Es evidente que cuando en Argentina cuando aparece un momento popular con cierta capacidad de actuación se produce la traumática y ridícula unificación de izquierda y derecha, que en último término terminan coincidiendo en la confrontación en muchas circunstancias. Es una problemática que debe romperse con el fin de poder llegar a constituirse, frente a esta suerte de neofascismo de las derechas que avanza con mucha inteligencia culturalmente, “democráticamente” por parte de la derecha. Es así que hoy, si hay un tipo tildado de fascista es Kirchner, también de montonero y guerrillero. No obstante, el neofascismo real se da precisamente en aquellos que tratan de reconstruir una sociedad generando miedo, generando seguridad extrema, muros urbanos entre el bien y el mal, orden represivo frente a la protesta social. Es decir, Blumberg sería para muchos un pobre padre acongojado que no tendría que hacer política, mientras que para Lilita Carrió, por ejemplo, Kirchner es fascista. Entonces, cuando se produce esa torpeza de centro izquierda se merma la posibilidad del avance.

En tal sentido, América Latina y la región está viviendo un momento excepcionalmente bueno de gobiernos, de proyectos, de perspectivas, de alianzas. Habría que retroceder a las instancias independentistas del siglo XIX para un escenario tan amplio. Y nuestro país está inserto de una manera oportuna en ese proceso, más allá de lo que uno podría quejarse. Sin embargo, esto que la derecha lee como un avance del populismo puro, autoritario, temerario, no contiene en la Argentina lecturas ni planteos que la pongan a la altura del acontecimiento latinoamericano. No estamos a la altura de ese acontecimiento. Seguramente, si hacés una mesa redonda para hablar del tema, te vas a encontrar con diez posiciones diferentes, de las cuales nueve van a aprovechar la situación para acusar al gobierno, en vez de plantearse qué tales cosas están bien. Y el gobierno, a su vez, hace todo desde una perspectiva solitaria, autárquica, cerrada en sí misma, desde una perspectiva soberbia y contradictoria. No admite ni lleva esta discusión hacia los verdaderos sectores del centro izquierda que deberían estar discutiendo con él las políticas. En ese sentido, Kirchner fue, hasta ahora, un hombre de muy buenas ideas y aplicaciones de tales ideas, de paradigmas y horizontes que comparto claramente, pero es un mal constructor de la política en los planos de un armado democrático y delegador. Es decir, no puede salir de sus acuerdos super-estructurales, chequeo de encuestas y del pequeño círculo decisorio, que lo vuelven negativamente “irremplazable” llegadas las circunstancias.

 Pampa: En tu último ensayo en la revista Confines establecés las condiciones fetichizadoras que actualmente ahuecan la experiencia política discursiva. ¿Cómo pensás que pueden establecerse nuevas relaciones del lenguaje con la práctica política que reconstruyan, a la vez, aperturas a nuevas condiciones de lo posible, con plena conciencia y deseo de intervención histórica?

Casullo: Creo que ahí tiene que haber un nuevo momento de relación entre teoría y práctica. Evidentemente, acá falta un espacio reflexivo que plantee de qué manera el lenguaje político habita entre nosotros. Por otro lado, lo mediático es hegemónico en cuanto a que constituye nuestro lenguaje, la comprensión de las cosas y los consecuentes posicionamientos frente a esas mismas cosas. Desde esta perspectiva, como crisis política y crisis ideológica que atraviesa la Argentina -sobre todo desde el 2000-2001 en adelante pero que viene de antes- se ha desvinculado en gran parte la práctica política de la práctica de un lenguaje político genuino en su hacer y crear. La práctica del lenguaje es un ejercicio permanente con sus propios espectros, con su propio pasado lingüístico. Las palabras tienen eco, resonancia, remembranzas, simpatías, correspondencias. Hay como una especie de remisión a lo espectral, a aquello que tiene –en la palabra- una carga simbólica muy fuerte. Y, entonces, yo te digo: “yo soy pueblo”, “vos sos antipueblo”. Y eso pesa de manera muy fuerte porque está desvinculada de la verdadera práctica política. Es un juego de set. Es un juego donde yo puedo decir “salvo Auschwitz, Kirchner es Hitler” o Kirchner puede decir “salvo el kirchnerismo, son todos antinacionales”. Es decir, al desvincularse la voz de las bases concretas de un acontecer político, la palabra navega y flota sola. Entonces, es una utilización del lenguaje ficcional, mediático. Se puede decir cualquier cosa en cualquier momento y en cualquier lugar cuando se rompe la frontera entre lo que es real y lo que es ficción, que es a lo que tiende lo mediático. Así, el político queda habilitado para plantearse cualquier cosa, porque en realidad son políticos sin estructuras, que flotan en el aire. Son ellos que remiten a ellos mismos. Estamos viviendo una época muy particular donde la enunciación política casi tiene un pleno de espectáculo, de show. Falta una apertura hacia la sociedad -sobre todo la sociedad media- que reponga lenguaje y política en estado de relación genuino.

 La derecha ha acusado a Kirchner desde subversivo a nazi, a partir precisamente de desligarse del lenguaje de la política cierta, donde todo es trabajo comunicativo, producción de set, desfasaje entre voz y realidad, entre palabra y mundo. La propia crisis de la política hace que las palabras pierdan pertenencia, historia, memoria, identidad, enlace con las cosas concretas. Entonces Castells puede coincidir con Macri, Patricia Walsh con Patricia Bullrich, Lilita Carrió decir que Nilda Garré agravia a las Fuerzas Armadas, o que los ganaderos son perseguidos injustamente, o que la actual Iglesia es atacada sin razón. El lenguaje político no ancla en nada, es un simple estado de ánimo diario, una frase estridente, algo sobre el cual nadie va a pedir cuenta mañana porque todos estamos en el mismo juego aparencial y da lo mismo que algo sea dicho o que no sea dicho. La palabra pertenece al “fenómeno comunicacional de masas”, a su lógica de impacto, no a los políticos, partidos o sindicatos y sus “grises” (y sin rating) proyectos para el bien común.

Pampa: En el sentido de desprendimiento de la idea más esencialista que comprendían la definición de sujeto social del marxismo ortodoxo. ¿Cómo se articula la exterioricidad de las nuevas relaciones con el concepto de nuevas subjetividades?

Casullo: El problema está en que las nuevas subjetividades sólo son apreciables si renunciamos a una pura lectura política. Porque la lectura política es reductora permanentemente. Cuando yo digo que hay que recurrir al plano de lo estético no lo digo porque haya que recurrir al arte sino por el acercamiento que lo estético propone hacia los enigmas sociales de la sensibilidad. Hacia lo todavía no catalogado, no situado, no codificado, no reconocido. Es decir, en este momento, lo que te da más la posibilidad de emprender un trabajo político o una elaboración de las nuevas subjetividades son todos aquellos elementos pre-políticos,  o desplazados o salvados de la política establecida. Salvados de la política, porque la política no los alcanzó con su capacidad despolitizadora. Con esa despolitización de la política que te dice: “usted va a hacer política cada dos años solamente, los días de comicio, y luego va a sentarse en la ventana a ver como los políticos hacen política y usted se queda mirando”. Hoy la política de la democracia bajo cúneo liberal, la democracia sin cambio, la democracia de la institucionalidad hueca, la democracia de las moralinas, de la pura retórica, es una política despolitizadora. Frente a esto, hay muchos elementos y factores de lo social y de lo cultural que aparecen ya de plano fuera de lo político. En ese sentido esto se confunde con cultura popular, cultura de masas, cultura mediática y hay que desenredar esa cuestión. Pero podríamos decir que hoy está mucho más capacitada una lectura estético-político para entender de qué manera se pueden constituir las nuevas subjetividades. No solamente desde la relación del sujeto con la producción, sino, básicamente, de qué manera el sujeto es todavía político, porque está fuera de la política.  De qué manera el sujeto se despolitiza cuando entra en la esfera política establecida. Rancière los llamaría “aquellos que luchan porque no tienen parte”, otros autores dirían “aquellos que quedan fuera de la representación”. O sea, que hoy para plantearte la política vos mismo tenés que construir la representación. Lo primero que vas a negar es la representación que quiere plantearte la política ahuecada. Vos sos de un barrio donde hay cinco chicas violadas en los últimos tres meses. Vos planteás la variable desde la politización absoluta, en tanto vos no estás para hacer política y sin embargo la empezás a hacer, en tanto vos sos un representado que deviene representante del problema, porque no querés que ninguna representación política te sitúe. Inaugurás, habilitás, abrís el cauce con los vecinos, con los padres, con todos aquellos que no se sienten parte, que no tienen parte en la política, aquellos que tienen prohibido hacer política, que no tienen tiempo para hacer política, que no son profesionales. A partir de esa variable vos construís política. Ahora, esa política es en parte trágica de entrada, porque es una política que tiene que negar toda política para politizarse. Porque en su desplazamiento hacia la política se distancia de la política visible, reconocida. Porque en ese juego de despolitización-politización se corren riesgos ideológicos y culturales de no entender qué es la política, como trabajar la política, como producir política y no una simple indignación, un simple parche, una simple bronca, una semana excepcional en tu vida, que se prendió y se apagó. Esto es lo que no está totalmente resuelto en este tránsito entre la muerte de muchas dimensiones políticas y su esforzada reinvención. Si ante el problema de las violaciones aparece un diputado y dice, “déjenlo en mis manos”, ahí el sujeto se despolitiza y espera. La condición es trágica porque si vos sos un democrático, sos un republicano, sos un tipo que respeta a las instituciones, o sea, un tipo que actúa en términos democráticos, estás totalmente despolitizado. Y si te politizás, dejás de creer en la política de los políticos, que es la que contiene poderes viabilizadores, de resistencia real, de cambio posible más allá de lo circunscripto que te pasa. Porque evidentemente aquello que te está cubriendo te está despolitizando en términos concretos. Y, si por otro lado, rompés con todo esto, vas a generar una intervención política concreta: tuya; será una política de patas cortas porque, en Núñez donde había violaciones ahora pusieron diez policías, luz, y dos garitas de vigilancia. Listo, se acabó. Volvés a tu casa y en ningún momento reconstituiste la idea de que esto se pudiese juntar con algo mayor. Es más, corrés el peligro de que ese mismo barrio o sector social salga autistamente pensando que todas las cosas se solucionan con diez policías: para el lado de la derecha. Pero hoy las problemáticas mayores pasan por afuera de las organizaciones instituidas, y por eso son problemas: son intemperie, son zonas desprovistas. Es tu vida, la de muchos, las de los que no tienen parte en la política. En un mundo que te crea diariamente miles de mundos posibles o imposibles, logrados o solamente deseados, pero fuera de tu lugar de trabajo, la política entonces desaparece y reaparece en ese afuera de tu lugar, de tu puesto y función. Y se despliega en “otros lugares, puestos y funciones” desguarnecidos de política, o anestesiados por la política

En ese plano, el de las nuevas subjetividades,  hay que estudiar muy acabadamente el mundo de la sensibilidad, el mundo de lo privado, de tu relación individual o grupal e incompleta con el mundo. Que es una cosa que a la izquierda le cuesta muchísimo poder pensar. Es decir, la legitimidad de lo individual todavía sufre enormes descalificaciones en el pensamiento de izquierda y el mundo individual puede ser percibido desde el ser obrero, ser campesino, desde las identidades ya constituidas que evidentemente existen, pero no desde lo que le ocurre a ese obrero en su relación sensible y compleja con el mundo. Desde lo particular intransferible. Sí, las identidades existen, pero evidentemente están atravesadas por algo que se nos escapa totalmente desde la política a secas, y más viviendo en Capital Federal o en el conurbano. Lo que pasa es que la política se sostiene porque ha sabido edificar claramente la institución del comicio, la institución electoral. La ha sabido edificar de tal manera que cuando llega el ritual la sociedad va y vota, vota y obedece. Por mas que al día siguiente diga que el que votó es un hijo de puta. No importa, lo votó. Ahora, la subjetividad real no es totalmente la que va al comicio. La subjetividad real es la que al día siguiente comienza a circunscribir el comicio. Así aparece una cadena de subjetividades donde uno se pregunta dónde se pone la política para que no sea sólo el voto ni sólo el grito destemplado y ciego.

Hay que buscar la subjetividad como una variable desde lo sensible político que rompa las configuraciones ya dadas, la mirada del otro que ya te ubica, te sitúa y cristaliza, y que reabra la posibilidad de otras variables. La nueva politización es conciencia de una carencia muy grande. Porque vos les preguntás “cómo unificas la lucha tuya con la de las compañeras que están a favor del aborto” y la tipa de Núñez que se movilizó por las violaciones te dice: “andá a la mierda vos con el aborto”. Porque no hay la posibilidad de volver a relacionar palabra e historia y mundo deseado como la hubo en un momento. El partido comunista o el partido peronista lo reunían pero finalmente lo reunían mal. Todo esto ya está en revisión, ya está en crítica, es cierto, pero lo reunían. Hoy no podríamos reunirlo, entonces, las subjetividades flotan y lo que priva por un lado es la exterioridad que te dibuja un ser desustancializado de todo. Pero por otro lado es la interioridad que vuelve a necesitar comunidad, colectividad. Es decir, “yo soy irrepresentable” eso es lo que piensa cada sujeto social que sale a la pelea: “aquel que quiera venir a representarme, es un ladrón o un tipo de dudosa calaña”.

 

Pampa: Desde esta configuración cultural extrema ¿no corremos el riesgo de exacerbar una posición cínica frente a la política?

Casullo: Creo que el cinismo ya está dado como una situación de época que hay que revertir. Por eso yo aclaraba que existe una posición radical que es una crítica político intelectual y, por otro lado, una crítica que es la que te permite la política democrática instituida como ningún otro modelo político por ahora. Yo puedo estar diciéndote todo esto y al mismo tiempo estar sosteniendo que voy a votar a Kirchner. Digo, “ya que la sociedad nos encarcela, permitámonos el pensamiento crítico radical”. Ahora, en términos políticos concretos estoy mucho mas situado en lo que fue la historia argentina, en el avance de la derecha, y en el cómo hay que confrontar tratando de reunir fuerzas en un momento de crisis política donde va muriendo el radicalismo y el peronismo. Y, en ese sentido, soy mucho menos radical, soy más bien alguien que se pregunta “¿quién me permite a mí un pensamiento radical acompañando un tránsito de época?” Alguien como Kirchner, que está haciendo política apuntando a un pos-peronismo. Con dificultad, con altibajos, pero intentando un cierre de época difícil: dejar atrás la maraña de un peronismo que como tal fracasó en la historia, y además prohijó demasiada mierda. Si yo le dejo a él eso, con todas sus equivocaciones, con todas sus variables, yo puedo permitirme la crítica y una necesaria distancia para pensar como se reinventan las cosas y a partir de qué estado de las cosas se las reinventa. Sería absurdo que yo piense igual que un presidente, porque entonces mi tarea sería totalmente en vano, y sería absurdo que él piense como yo porque él está en la casa de gobierno y nosotros estamos en un bar. Desde esa perspectiva yo trato de articular esas dos cosas. Y es una discusión que tengo siempre en el sentido de cómo construir política con lecturas de apoyo crítico y posturas armonizables con lo mejor en la encrucijada histórica.

Yo hablo con vos así porque el medio, esta revista, el sitio, el mensaje, admite esta trayectoria de la entrevista y sus posibles receptores de una letra escrita que da un tiempo particular del pensar. Pero si estoy invitado a un programa de televisión no voy a hablar en cuatro minutos así, porque lo que está en debate ahí es qué políticas posibles se pueden llegar a hacer, y no plantear un país imaginario. Yo, en ese sentido, creo que el modelo sindical donde vos estás situada atraviesa un gran momento para pensar las circunstancias porque supuestamente ya instituyó su historia, es un sindicalismo de tránsito hacia una dimensión a articular con otras políticas, y está por verse si efectivamente aporta a la constitución de otra escena histórica o no puede, no ya por determinada persona ni incapacidad institucional, sino porque es muy brutal la forma económica, política y  cultural con que el sistema nos avasalla, nos aterroriza, nos vulnera, nos confunde. Pero hay que hacer pie inteligentemente. Y cinchar juntos.