lunes, 22 de septiembre de 2014


 

“Con los ornitorrincos no, eh?”  Por: William Scholl  Fecha: 02 Junio 2013

 Fuente: Página de Facebook de Willam Scholl  (19-5-3013)

La cosa funciona así:

Un domingo Joaquín Morales Solá editorializa en La Nación, afirmando que el gobierno tendría listo un plan para eliminar todos los ornitorrincos del territorio nacional.

A la noche, Lanata, luego de hacer su monólogo disfrazado de ornitorrinco, se despide con un primerísimo plano rogándole a los televidentes que hagan algo para parar el exterminio. Y, mientras suena una dramática música de fondo, les dice que no lo hagan por él, sino por los ornitorrincos.

Al día siguiente Clarín titula: "Feroz embestida del gobierno contra los ornitorrincos". "Amenaza de extinción"

El martes Bonelli se pregunta en TN: ¿Van a desapadezed los odnitodincos? ¿Cómo afecta ésto al bodzillo de loz adgentinos?

Y Laje en C5N dice: Ante la incertidumbre por la escasez de ornitorrincos, la gente va a refugiarse en el dólar blue, que va a volver a cotizar a más diez pesos.

El miércoles Macri saca un DNU prohibiendo la cacería de ornitorrincos en todo el territorio de la CABA.

El jueves un notero de Canal 13 intercepta al ministro de Agricultura Ganadería y Pesca a la salida de su domicilio, y le pregunta cuál es el motivo por el cual el gobierno decidió terminar con los ornitorrincos, a lo que el funcionario, tras mirar el logo del micrófono del periodista para ver si no es una joda de CQC, le contesta: Pero si acá no hay ornitorrincos!. El notero se da vuelta hacia la cámara, y dice: En el gobierno no quieren admitir la existencia del plan de exterminio de ornitorrincos, que ya estaría a punto de ponerse en marcha.

Comienzan a circular cadenas de mails que dicen: "Hoy somos todos ornitorrincos" y "Si tocan a un ornitorrinco nos tocan a todos"

Carrió declara que lo de los ornitorrincos es sólo el principio, y que el gobierno va por todo, incluidos los koalas y los osos panda.

Una ONG con sede en Washington lanza una campaña con la consigna: "Fight against argentinian dictatorship!!. Save the ornitorrincs!!"

El viernes De la Sota saca un DNU prohibiendo la cacería de ornitorrincos en todo el territorio de la provincia de Córdoba.

El sábado Clarín y La Nación titulan: Sugestivo silencio de la Presidenta sobre el escándalo de los ornitorrincos.

El domingo Joaquín Morales Solá vuelve a editorializar, diciendo que un funcionario del gobierno (al que no identifica) le confesó que decidieron dar marcha atrás con la matanza de los ornitorrincos, porque se dieron cuenta de que la medida les iba a restar votantes en las próximas elecciones.

Y concluye: los ornitorrincos de la Argentina están a salvo gracias al coraje y la determinación del periodismo independiente.

jueves, 21 de agosto de 2014

5to ES
 
BRAILOVSKY, ANTONIO y FOGUELMAN, DINA  “Memoria verde. Historia ecológica de la Argentina”.  Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1998.- páginas 16-21

LAS RELACIONES SOCIEDAD- NATURALEZA

El Concepto de las relaciones sociedad-naturaleza surgió del análisis ambiental en América Latina, y no  por casualidad: se contrapone al concepto de relaciones hombre-naturaleza que durante gran parte de este siglo primó en los países desarrollados como forma de  diluir responsabilidades sobre consecuencias criticables del mal uso de la naturaleza y que sirvió, por ejemplo, para  atribuir la mayor parte de las culpas ambientales a la superpoblación, de preferencia la del Tercer Mundo. Hablar de sociedades implicar partir de la base de que no son los individuos quienes usan  la naturaleza, sino las sociedades que los agrupan, e involucra una evaluación crítica de las decisiones tomadas por quienes las manejan.

El concepto adquiere su más amplio sentido cuando se lo analiza como resultante de los estilos de desarrollo que han prevalecido históricamente. En otras palabras, la hipótesis que guía este trabajo y que se aplicará al análisis de numerosos ejemplos, es que los estilos de desarrollo elegidos o impuestos por los países de la región han determinado y se han expresado a  través de diversas formas de interacción sociedad-naturaleza.

Este trabajo se procura demostrar que las condiciones ambientales de un país están íntimamente vinculadas con el estilo de desarrollo y con las sucesivas fases de desarrollo por las que ese país atraviesa.

 

INFORME METODOLÓGICO

 
La mayor  parte de los estudios sobre el ambiente se centran en la descripción del estado actual de los procesos ambientales y en su representación geográfica. A menudo se habla de las condiciones del medio como resultantes de la actividad humana per se, sin una estricta vinculación con situaciones históricas concretas.

Pensamos sin embargo que los problemas del medio ambiente se vinculan con la forma en que una sociedad concreta utiliza su base natural, de qué manera  la emplea para satisfacer sus necesidades y por qué lo hace de esa manera particular.

Cada sociedad humana establece una relación diferente con la naturaleza: aprovecha distintas porciones y aptitudes de la naturaleza que, como vimos, se organiza en ecosistemas. Esas porciones de las que extrae un aprovechamiento económico actual o potencial se denominan recursos naturales.

Diferentes sociedades utilizan los recursos naturales de distinta manera: dan un uso productivo a unos, depredan otros, mantienen otros sin utilización.

El vínculo material entre unas y otros son las tecnologías, como conjuntos de conocimientos y habilidades aplicados a la explotación de los recursos. Su forma de uso depende del conocimiento tecnológico, pero se vincula también con aspectos económicos y de proyectos y modelos sociales y culturales. Aunque cueste creerlo,  para los conquistadores y colonizadores españoles la Ciudad de Buenos Aires estaba rodeada por un desierto que algunas crónicas califican de horribles: un espacio cubierto de pajonales, por el que podían caminarse 200 leguas sin ver un solo árbol, y que no cumplía ninguna función importante. Hoy llamamos a este desierto la Pampa Húmeda y es una de las bases principales de la economía nacional.

Cada organización social, entonces, tiene una relación diferente con la naturaleza. En consecuencia, son distintos los impactos de sus actividades sobre el medio y, por supuesto, también lo son las consecuencias ecológicas de estas actividades.

La complejidad de estas interrelaciones es aún hoy poco evaluada por la mayor la mayor parte de los desarrollos científicos. El avance de la especialización ha llevado a olvidar el carácter histórico de las relaciones entre sociedad y naturaleza.

Así, los especialistas han inventado una historia sin naturaleza y una ecología sin sociedad. En este libro las hemos unido, y estas interacciones  nos muestran un aspecto desconocido de nuestro propio país.

 Definiremos al ambiente como la resultante de interacciones entre sistemas ecológicos y socioeconómicos, susceptibles de provocar efectos sobre los seres vivientes y las actividades humanas.  Esta definición destaca especialmente el concepto  de sistemas, tal como se describieron al hablar de ecosistemas, y el de interacciones, ya que ninguno de los sistemas componentes es exclusivamente definitorio en la formación del medio ambiente.

El análisis de las relaciones sociedad –naturaleza que aquí  se presenta es concebido como una aproximación al análisis de sistemas complejos, con un enfoque diacrónico, en tanto incluye un estudio evolutivo de dichas relaciones.

Las características interdisciplinarias del enfoque plantean determinadas peculiaridades metodológicas, porque cada uno de los sistemas sintetiza, a su vez, interacciones inherentes a una amplia gama de especialidades de campo de las ciencias naturales y de las ciencias sociales.

Más concretamente, los componentes de esos sistemas y de sus interacciones que se consideran más importantes en la construcción del medio son:

 

       En los sistemas ecológicos, la calidad (tipo, estabilidad, renovabilidad, etc.) y cantidad (efectiva y potencial) de los recursos naturales pasibles de explotación. Es decir, comenzamos inventariando qué recursos naturales tenemos para después analizar qué hacemos con ellos. Por ejemplo, cuando se construyeron las cloacas de Rosario se discutió si se las hacía terminar en el río o se les daba algún otro destino. Y la inmensidad del Paraná fue el argumento más concluyente: durante casi un siglo “Padre de las aguas” recibió, pacientemente, miles de toneladas de materias fecales que se ocupó de biodegradar  y devolver después a los cielos naturales. En este caso estamos hablando de recursos naturales que estaban antes de que la sociedad se constituyera. Pero en  ocasiones nos encontramos con recursos que son obra humana, como veremos ocurrió con el paisaje y el suelo pampeanos, que son el resultado del trabajo humano, tan artificiales como puede serlo una ciudad.

 

En los sistemas socioeconómicos, la estructura de relaciones establecidas entre los hombres  a efectos de la producción, a escala nacional e internacional. Un ejemplo significativo es el cultivo de cereales en la región pampeana. Plantado inútilmente por Belgrano, fue necesario que se modificaran las  relaciones sociales locales e internacionales,  para que esos ecosistemas fueran utilizados de esa manera durante el proyecto de la llamada Generación del 80.

 

En los nexos tecnológicos, el grado de desarrollo de las tecnologías productivas utilizadas y sus modalidades. La tecnología es el instrumento de apropiación y de transformación de los recursos naturales; cada tecnología tiene un impacto ambiental preciso. Es distinto que estemos inyectando en el ambiente pesticidas o detergentes biodegradables o materiales radioactivos. Del mismo, modo, efectuar rotaciones agrícola-ganaderas tiene efectos diferentes que no hacerlas. No se trata sólo de una contraposición entre tecnologías “antiguas” y “modernas”, sino de detectar la especialidad de incidencia de cada una de ellas sobre el ambiente. 

 

Las interacciones  dinámicas de estos tres componentes complejos determinan, en cada una de las fases de desarrollo del país:

 

Cierto modo de utilización de los recursos naturales renovables y no renovables, lo que implica cierto tipo de racionalidad económica y política en la utilización de esos recursos.

 

Cierto modo de la utilización del espacio nacional, rural y urbano, como reflejo de las relaciones productivas.

 

Ambos modos de utilización están interrelacionados. En el fondo son facetas de la misma cosa. El modelo basado en la explotación de plata del Potosí organiza el espacio a su manera, transforma el  país en un largo camino entre las vetas de plata y el puerto por el que el metal sale a la metrópoli.

Esta interrelación determina, en cada tiempo y espacio particular, ciertas condiciones de calidad de vida y determinadas formas de modificación del medio que constituye la base de los hábitat humanos. Volviendo a nuestro último ejemplo, recordemos  que las condiciones  del ambiente laboral en las minas fueron tan duras que en Potosí murió tanta gente como en Auschwitz. También ese modelo influyó sobre el hábitat urbano: la fiebre de la plata creó un área metropolitana en el altiplano, con casi todos los problemas que caracterizan a las grandes  ciudades actuales.

 

 

 

 

jueves, 31 de julio de 2014


5to año ES
En www.rebelion.org 30-07-2014 

A 38 años del Apagón

Argentina y el imperio Ledesma: La maldición del azúcar  Por Andrés Figueroa Cornejo

“De amplia miel era su

corazón en agraz”

Patricio Manns

 

 Antes del pueblo y su plaza. Antes del primer niño y la mujer embravecida. Antes del resumen de todos los dolores y de la caña mezclada con sangre. Antes de Masetti  y los asesinatos. Mucho antes del pueblo del Libertador de la provincia más noroccidental de Argentina, Jujuy, y de su machete de sol a sol en la zafra. Antes de todo y desde hace más de 200 años, fue el ingenio azucarero de Ledesma.

Explotación de humanidad indígena

Con un total de activos de USD 40.215.230 (año 2013, Fuente: Comisión Nacional de Valores de Argentina), el imperio Ledesma es un complejo agroindustrial basada en la explotación humana de la caña de azúcar. Expolia a más de 8 mil personas en distintas provincias, lidera los mercados argentinos del azúcar y del papel, participa estratégicamente en el negocio de frutas y jugos cítricos, carne y cereales, alcohol hidratado, bioetanol anhidro y jarabes de maíz, y sus ganancias son comandadas por el dominio del capital financiero y los casinos bursátiles. 

Su asentamiento inicial y existente hasta hoy está en el territorio indígena de sierra y selva tropical que todo el mundo denomina Ledesma y que en el mapa aparece como Municipalidad del Libertador Gral. San Martín. La industria tuvo su barrio propio, hospital, escuelas, gendarmería, viviendas para directivos y lotes para los trabajadores/as que en el presente forman los barrios. En el tiempo congelado del territorio, generación tras generación, los zafreros primero y ahora los operarios asalariados han sido indígenas de la localidad, de Catamarca y de población proveniente de Bolivia.

Según la municipalidad, en la zona viven 60 mil personas. La gente vende su fuerza de trabajo en Ledesma y mucho después en las tabacaleras. Un puñado es funcionario público y otro es trabajador cuentapropista. El municipio ruinoso es administrado por el intendente Jorge Ale del Frente para la Victoria. No tiene ningún dato sobre la composición general ni particular de la población, pero reconoce problemas graves de adicción a las drogas. Hay una comisaría de celdas mugrosas y una plaza con estatua y con iglesia. Sólo en Ledesma trabajan 4 mil personas de manera directa. Luego se multiplican las empresas contratistas subordinadas al imperio azucarero.

Respecto de Ledesma y sus atropellos legendarios, el municipio se limita a tomar palco y a callar otorgando.

El capital de la megaempresa se funda en las relaciones sociales de la oligarquía terrateniente sólo posible de enriquecerse mediante el avasallamiento en permanente tensión con los intereses históricos de la comunidad.

 Un proceso sin condena

A 38 años del espanto y la muerte, Hilda Figueroa es la testigo clave en el proceso en curso contra el dueño de Ledesma desde 1970, el archimillonario Carlos Pedro Blaquier, debido a su complicidad en la operación político-militar conjunta cometida por la dictadura a partir del 20 de julio de 1976, llamada la Noche del Apagón. Entonces la industria propietaria de todo, con el fin de facilitar el secuestro de 400 personas de la zona del Libertador General San Martín, Calilegua y El Talar, cortó la electricidad del pueblo. De las capturas de civiles quedó un saldo de por lo menos 33 detenidos desaparecidos. Un trimestre antes, el mismo día del golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976, fue detenido desaparecido junto a otros, el Intendente del Libertador de 1950, Luis Arédez, la única autoridad democrática que enfrentó con impuestos al ingenio. Hasta el 2005, año de su muerte, su viuda Olga Márquez dio vueltas a la plaza con un pañuelo claro en la cabeza exigiendo verdad, memoria y justicia. Hoy el poblado está lleno de niñas y adolescentes que llevan su nombre.

A fines de abril de 2012 el fiscal federal de la provincia de Jujuy ordenó la realización de dos allanamientos en dependencias de Ledesma y la indagatoria a Blaquier, a 4 policías y al administrador de la empresa en la época de los crímenes, Alberto Lemos. En la actualidad ambos sujetos se encuentran procesados. Carlos Pedro Blaquier como cómplice en primer grado de la privación ilegal de la libertad agravada de personas. En la ocasión, el juez de la causa hizo firme referencia a las relaciones de Blaquier con José Alfredo Martínez de Hoz (ministro de Economía de la tiranía), a los créditos que beneficiaron a Ledesma y a la liquidación de los ingenios azucareros del norte argentino que sirvieron para concentrar la industria de Salta y de Jujuy.

En las oficinas allanadas de la empresa por mandato judicial se encontró documentación de trabajadores desaparecidos y un informe detallado sobre la marcha realizada en Jujuy en 2005, donde figuran entre los espiados el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, paradigma de las Madres línea fundadora y estrella en mitad de la noche cerrada.

 Hilda Figueroa: me estremeció la mujer

Hilda Figueroa, que permanece con custodia de gendarmería debido a las amenazas y agresiones recibidas por su importancia en el proceso contra Blaquier y Lemos, es egresada de la Escuela Normal del Libertador, ex estudiante de Abogacía en Tucumán, sobreviviente de la poliomielitis desde su infancia, sobreviviente de la Noche del Apagón y sostenedora de un Centro de Cuidado Infantil desde hace 25 años en el pueblo del Libertador. Su casa está en un barrio sencillo y es una de las mujeres más corajuda, inteligente y con capacidad de liderazgo que el periodista responsable de esta investigación haya conocido. 

“El 20 de julio del 76, junto a mi hermana, discapacitada también por la poliomielitis, dejamos a mi madre en el bus donde viajó a Tucumán a visitar a mi hermana mayor”, relató Hilda. “De regreso a Calilegua a casa de mi abuela y con mi hermana menor en el vehículo conducido por un amigo de la familia advertimos todas las luces apagadas. Con los focos del auto logramos ver a los soldados separados cada tres metros, apostados a cada lado de la única calle de ingreso a Calilegua y con sus fusiles apuntando a los que íbamos por la vía, mientras otros militares sacaban a la gente de sus casas, especialmente a los varones. Todos eran vecinos y conocidos nuestros. Muchos de ellos hoy son detenidos desaparecidos y otros no quieren hablar sobre lo ocurrido. En el camino se cruzaron camionetas de la empresa de Ledesma, fácilmente reconocibles porque sólo ellas portaban radio. Ningún transporte era militar. A 4 casas del hospital vivíamos nosotras. Justo cuando pasamos por el hospital, dieron la electricidad. Nuestra casa estaba abierta (yo pensé que la estaban robando), y antes de parar el coche ya habíamos sido rodeados. Abrieron las 4 puertas, sacaron al conductor, a mi hermana y mí a rastras. Nos arrojaron al suelo y a mi hermana que gritaba le taparon la boca con un arma, y a mí me vendaron. Mis familiares muchos después nos contaron que cuando escucharon los gritos intentaron traspasar el grupo militar, de gendarmes y policías del pueblo, sin éxito. Ya nuestra vivienda había sido destruida completamente hacía unos minutos. De hecho, fue la única casa tiroteada de toda la zona y aún conserva esas marcas.”

-¿Y por qué ustedes?

“Eso me gustaría saber. Además, todo el mundo estaba al tanto de que nosotras éramos discapacitadas.”

Lo anterior y muchos detalles con nombre y apellidos, fueron ofrecidos por Hilda en su calidad de primera testigo-víctima del Apagón en el primer juicio que se hizo en Jujuy sobre la desaparición del maestro Julio Álvarez García. “A él yo lo conocía como empleado no docente de la Facultad de Derecho en Tucumán. Nunca supe de su militancia montonera. Yo fui de aquellas estudiantes que únicamente me dedicaba a sacar mi carrera, tal como me lo ordenó mi madre siempre. De hecho, el 23 de marzo de 1976, a horas del golpe, yo estaba preparada para rendir un examen”, siguió Hilda. El caso de Julio Álvarez corresponde sólo a una de las causas de esa noche espantosa.

 

-¿Cuál fue el mapa represivo que sufriste?

“Las fuerzas conjuntos me levantaron a minutos del 21 de julio de 1976. Junto a mi hermana (ambas éramos menores de edad) nos subieron a una camioneta. Yo me encontraba en pleno proceso de rehabilitación y recién me habían quitado una bota de yeso y sólo llevaba bastón. Bajaron a mi hermana y a mí me trasladaron a la seccional de la policía local de Calilegua. Me colgaron el número 85 y me arrojaron inmediatamente a un lugar muy amplio, como un camión, donde había una buena cantidad de cuerpos. Allí reconocí algunas voces, entre quejidos y golpes. El vehículo se puso en marcha hacia el ingenio Ledesma del Libertador y se detuvo en la gendarmería que había en su interior, hoy seccional Ledesma.

En tanto fui trasladada al centro clandestino de Guerrero (a casi 20 kilómetros de la capital provincial de Jujuy, San Salvador), fueron bajando en distintos vehículos a los detenidos en diversos lugares de reclusión.

En Guerrero existían tres hosterías. Sólo hace unos años supe que entonces pertenecían al gobierno provincial de Jujuy. Yo conocía ese lugar muy bien, entre muchas cosas, porque participé de niña en un retiro espiritual de las monjas. En septiembre del 76 ese sitio fue convertido en escuela de policía.

Allí fui torturada, violada, interrogada, flagelada sistemáticamente. El 28 de julio, día de la gendarmería nacional, me llevaron a la cocina para hacer las empanadas de su fiesta, pero yo no sabía cerrarlas. No eran gendarmes cualquieras, eran cabos y suboficiales. Cuando se percataron de mi incapacidad para terminar las empanadas, me trasladaron a una especie de cucheta y me violaron entre varios.

Días después, en la locación en que me encontraba con otras chicas, me atacó sexualmente otro policía. Como por las vejaciones previas se me habían soltado las amarras de las muñecas, logre zafar una mano y con ella le toqué la cara al hombre. Esa es la única cara que reconozco entre tantos ultrajes; el único policía al que acuso con absoluta propiedad y del cual tengo su nombre. Se trataba de un policía de la provincia que trabajaba en Calilegua, Bernardo Salinas.”

Hilda no se quiebra, ya no llora. Hilda desarma a los fantasmas del horror con su vocación de justicia inenarrable. Después de Guerrero, Hilda fue transportada a la cárcel de Gorriti de Jujuy. Fue puesta en libertad el 26 de noviembre de 1976. Su memoria en acción pulveriza el miedo y aviva las convicciones.

Blaquier, a cuchillazos dolarizados ha retardado su proceso judicial y su castigo. En la voluntad de los hombres y de las mujeres en movimiento están las fuerzas necesarias para que la palabra justicia tenga otra vez sentido.

 Julio de 2011: las víctimas de “El Triángulo”

En julio de 2011, 700 familias que sobrevivían en la calles de la Municipalidad del Libertador realizaron una toma de 15 hectáreas. Como todo el territorio nortino es propiedad privada de Ledesma (cientos de miles de hectáreas usurpadas a lo largo de la historia), los empobrecidos sin suelo tocaron inmediatamente los intereses de Blaquier.

Julio Gutiérrez, miembro del Centro de Acción Popular Olga Márquez de Arédez (Capoma), explicó la relación entre la Noche del Apagón y la ocupación de terrenos de 2011 en la que fueron asesinadas 4 personas y donde “el represor fue el Estado y su cómplice de siempre, la empresa Ledesma.”

-¿Cómo ocurrió? 

“El 20 de julio de 2011 realizamos la toma mientras en paralelo se negociaba con Ledesma para que la gente pudiera quedarse. Las promesas de diálogo de la empresa sólo fueron una movida dilatoria para golpearnos desprevenidamente. El 28 de julio, producto de una denuncia de usurpación puesta por Ledesma, la jueza del Juzgado Penal Nº 2 de Jujuy, Carolina Pérez Rojas, ordenó el desalojo del lugar y varios comenzaron a salir. Sin embargo, y sin aviso alguno, a las 06.00 de la mañana se inició la represión policial ya no sólo contra quienes estaban en el terreno sino también contra los barrios aledaños. Fueron asesinados Félix Reyes, Ariel Farfán, Juan Velásquez y Alejandro Farfán (este último, un policía probablemente abatido por una bala de su propia fuerza).

A las 09.00 la jueza Pérez Rojas mandó el repliegue de los uniformados, pero ellos continuaron disparando hasta pasado el mediodía. La investigación de los crímenes fue hecha por la misma policía que mató. En la actualidad hay más de 50 personas que están procesadas por la justicia, sin ningún resultado, sin esclarecimiento, cuando ya han transcurrido tres años de la masacre. Lo cierto es que el mismo Carlos Pedro Blaquier que colaboró con la dictadura en julio de 1976, propició los asesinatos de julio de 2011.”

-Esta noche “El Triángulo” está lleno de niños y adolescentes participando en la conmemoración de los crímenes de 2011…

“Muchos de estos jóvenes son la garantía de continuidad de las futuras luchas contra la esclavitud a la que aún nos somete Ledesma.”

Veneno en el aire e incomprensión ecológica de las izquierdas

Cristina Delgado, luchadora ecológica desde hace 4 décadas y átomo que combina el combate inseparable por la biodiversidad y la emancipación humana, informó sobre las maldiciones sanitarias para la población provenientes de Ledesma. “Aquí la comunidad vive dentro de una verdadera cámara de gas. Después de la fabricación de azúcar y de alcohol para biocombustible, la industria arroja un desecho llamado bagazo. Ese compuesto húmedo debería estar en compartimentos especiales, en secadoras, para luego ser usado en la producción de papel. Pero con el fin de ahorrar, Ledesma forma montañas de bagazo al aire libre que inmediatamente vuelan sobre la población. El bagazo, que es un hongo humedecido, produce esporas que al mantenerse en suspensión abierta es respirada por las personas y llega hasta los bronquios, los pulmones y al torrente sanguíneo provocando laceraciones en el organismo. La más grave es la bagazosis que es una especie de cáncer (http://es.wikipedia.org/wiki/Bagazosis). La enfermedad, que ni siquiera es reconocida por el Estado argentino como tal, no sólo está en Libertador, Jujuy, sino que en toda la industria azucarera de las provincias de Tucumán, Salta, Chaco. Además en Libertador, Ledesma se preocupó de robar el agua de los cauces naturales para regar sus plantaciones de cítricos, de caña de azúcar, como para la fabricación de azúcar, papel y alcohol. Por eso el agua escasea, hay menos caudal y está más contaminada para el consumo de la gente.”

-Durante tus años peleando frente a un mundo convertido en basurero por el capitalismo, ¿has observado una integración genuina del ambientalismo consecuente en las izquierdas?

“En mis tiempos de estudiantes, en la escuela y la universidad, la izquierda convencional se oponía a nuestra lucha, acusándola de pequeño-burguesa, reaccionaria y obstáculo de su concepción de desarrollo. No vinculaba el bienestar del pueblo con el respeto a la naturaleza.

Yo soy de la provincia de Tucumán y veíamos la explotación de la gente mientras se iba destruyendo el área natural que habitaba y donde era obligada a sobrevivir en condiciones de miseria, en medio de los cañaverales de propiedad de los señores feudales hasta nuestros días.

A comienzo de los 90 en Buenos Aires, todavía la gente no sabía qué era la ecología. Hace poco que la izquierda en Argentina pone a la ecología en sus programas y principios. Sin embargo, considero que lo hacen sólo de manera accesoria, para no quedar fuera del movimiento ecológico en lucha del planeta. La izquierda argentina no ha superado sus viejas versiones desarrollistas para la nueva sociedad necesaria y por conquistar. No comprende todavía que el capitalismo es una totalidad destructiva que no se reduce a la explotación laboral. Afortunadamente, la semilla que hemos sembrado durante tanto tiempo ya está dando frutos esperanzadores entre los jóvenes luchadores. Dentro y fuera de las izquierdas.”

Gracias Ledesma

Eduardo Martínez es ex trabajador de Ledesma. Allí laboró durante un cuarto de siglo en la división celulosa de la fábrica de papel. Martínez recordó que “entre fines de 1989 y comienzos de 1990 debido a las leyes de precarización laboral y transferencia de recursos, de los 13 mil trabajadores que había, la empresa lanzó a la cesantía a 10 mil en una sola semana. Ni siquiera nos enviaron un telegrama de despido. Fuimos informados por los jefes. Con la hiperinflación de entonces, mi indemnización pagada a tres meses se hizo humo. Los sindicatos desaparecieron. Nosotros creíamos en Ledesma. Yo había comenzado a trabajar en la empresa a los 20 años de edad.”

 

-Tú le das las gracias a Ledesma…

“Sí. Le estoy muy agradecido porque me despidió y así conocí la felicidad y la libertad para luchar contra Ledesma.

Por la insalubridad de las instalaciones de mi división, yo estaba condenado a muerte, como muertos tempranamente están muchos ex compañeros de trabajo e incluso hasta hoy lo están quienes se desempeñan allí.”

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

martes, 17 de junio de 2014


En www.rebelion.org Malvinas: una errónea visión alternativa  Por Atilio A. Borón
Propongo el siguiente experimento mental: imaginemos lo que habría ocurrido si la Argentina hubiera sido una gran potencia y a comienzos del siglo XIX  hubiese ocupado militarmente una dependencia británica, próxima a sus costas, como por ejemplo la Isla de Man, expulsando al puñado de ingleses que la habitaban e instalado allí una pequeña comunidad de argentinos amparados por la permanente presencia de un destacamento armado. Los reclamos de la corona británica eran sistemáticamente desoídos y una medida desesperada para recuperar la isla por las armas -tomada cuando en Inglaterra el fantasma de Cromwell y los sentimientos antimonárquicos preanunciaban una crisis política de enormes proporciones- permitió su transitoria reintegración al dominio británico, sólo para que, poco después, sus tropas sufrieran una aplastante derrota a manos de la potencia colonizadora sudamericana. Luego de ello Londres prosiguió con sus infructuosos reclamos mientras una arrogante Buenos Aires ratificaba su absoluto rechazo a cualquier inicio de conversaciones sobre el tema so pretexto de que nada podía hacerse contra la voluntad de los isleños, descendientes de quienes la ocuparon por la fuerza esa isla dos siglos atrás.

Seguramente que, en este caso, los actuales cosmopolitas dispuestos a ceder definitivamente a las Malvinas a los ingleses se hubieran rasgado las vestiduras ante esta sucesión de atropellos al derecho de gentes, el desprecio por la negociación diplomática y el desacato a las resoluciones de las Naciones Unidas. Pero ya no como un experimento mental sino como una palpable realidad esto es lo que Londres ha venido haciendo desde 1833, y es por ello que rehúsa a sentarse en una mesa de negociaciones, honrar las reiteradas recomendaciones del Comité de Descolonización de Naciones Unidas y la Resolución 2065 de la Asamblea General que insta a las partes a buscar una solución pacífica al diferendo, cosa a la cual el Reino Unido se ha negado sistemáticamente. Y lo hace porque el Foreign Office es consciente de que toda la legislación internacional le juega en contra; que su acto de piratesca apropiación de unas islas que no eran suyas es insanablemente ilegal e ilegítimo –y lo mismo vale para el Peñón de Gibraltar- y ni siquiera mil años de ocupación podrán redimir a los invasores británicos de ese pecado de origen.

Tal como lo recordara Fidel Castro pocos días atrás, una vez iniciada la negociación diplomática los ingleses no tendrán más remedio que irse porque sólo les asiste el hecho desnudo de la conquista y la fuerza. Pero los críticos se olvidan de todos estos molestos detalles y adoptan, en algunos casos de modo sorprendente dada sus trayectorias político-intelectuales, el punto de vista del colonizador. La culpa, por supuesto, es de los colonizados, de las víctimas; la razón, en cambio, siempre está del lado de los colonizadores. La historia argentina y latinoamericana está repleta de casos como estos en los cuales la “colonialidad” de las elites culturales las convierte en voceros de las potencias coloniales.
 

martes, 3 de junio de 2014

5tos ES

En www.infonews.com En Periódico Miradas al Sur  Año 7. Edición número 296. Domingo 19 de Enero de 2014  Cuando tenga la tierra   Por  Sociedad sociedad@miradasalsur.com  

VERSIÓN ADAPTADA

Un fragmento del libro de Norma Giarracca y Miguel Teubal que propone una mirada sobre el extractivismo, una palabra que no figura en ningún diccionario pero que muestra la falta de valoración social que gran parte de la población les otorga a estas actividades.

Norma Giarracca es magíster en Sociología, Titular de Sociología Rural, Coordinadora del Grupo de Estudios Rurales (GER) y del Grupo de Estudios de los Movimientos Sociales de América Latina (Gemsal) e investigadora del Instituto Gino Germani (UBA).

 

Miguel Teubal es doctor en Economía Agraria, Profesor Consulto de la UBA e Investigador Superior del Conicet en el GER-Gemsal del Instituto Gino Germani.

 

El paisaje tanto geográfico como agrario-cultural de la Argentina llamaba mucho la atención de propios y ajenos; las inmensas llanuras planas donde se llegaba a divisar tanto la salida como la puesta de sol, ese horizonte difícil de encontrar en otros territorios y que fue frecuentemente cantado por los poetas; caminos de montañas, serranías, desiertos que desembocaban en oasis naturales o producidos por la mano del hombre; inconmensurables zonas de lagos y glaciares, saltos verticales u horizontales de los cauces de los ríos en una provincia de tierra ferrosa de color ladrillo; todo junto y mucho más podía registrarse como en muy pocas otras naciones del mundo. Los recorridos por las rutas, hasta hace unos años suponía cambiar cada tanto de paisaje agrario; pasar por zonas de vacas pastando a campo abierto en grandes extensiones, los tupidos girasoles o campos de maíz y trigo que nos hicieron famosos en todo el mundo.

Llegar a Tucumán era perderse en un mundo verde de cañaverales, arroyos y ríos; a Chaco, en un mundo blanco del algodón a punto de cosechar; Misiones, un universo pequeño de cultivos y culturas de muchas partes del mundo. Esa diversidad que, como siempre ocurre, era biológica y cultural, se expresaba en extensiones interminables de cultivos (por lo menos para el europeo) y pueblos entrañables donde los vecinos paseaban o hacían compras sobre un sulky o en un tractor; los bares eran lugares de reunión y amistad y todo giraba alrededor de las plazas. Nuestra literatura da cuenta de estos territorios y poblaciones preñadas de historias que tanto reenviaban a los pueblos preexistentes con sus leyendas como las del “Familiar” o “La salamanca” en el norte, como a los “gringos” de todos los rincones: árabes, ucranianos, alemanes, daneses, españoles, gauchos judíos y “chinas” rubias y polacas. Las comidas de los pueblos podían ser tan variadas como las culturas mismas pero los huevos siempre fueron caseros, los asados de carne de vacas caminadoras que nos hizo famosos en el mundo por su calidad y los vinos de verdaderos maestros en el arte de hacerlos.

 Esos territorios nunca estuvieron exentos de tensiones y conflictos, porque en el momento fundacional del Estado-Nación, además de un etnocidio se configuró una injusta distribución de la tierra que no pudo remediarse con los miles de colonos que comenzaron a llegar y asentarse durante décadas. Pero un fuerte entramado institucional había logrado una convivencia sin violencias y un sistema de inclusión, muy desigual por cierto, pero donde todos estaban adentro. Éramos autosuficientes alimentariamente y podíamos exportar; el mercado interno permitía alimentar con los mismos productos a la clase obrera y al resto (el famoso asadito de los albañiles). Necesitábamos cambios, distribuir la tierra o profundizar innovaciones propias para subir rendimientos; en eso estábamos a comienzos de los años setenta del siglo XX,  bajo la batuta experta del ingeniero agrónomo Horacio Giberti  (Secretario de Agricultura y Ganadería durante las presidencias de Héctor Cámpora  y de Juan Domingo Perón).

Hoy, dictadura, década de 1990 y gobiernos posteriores mediante, todo eso ha cambiado y muchos lo llaman “progreso”. Sólo mencionar ese tramo de la ruta 158 de Villa María a Río Cuarto en la provincia de Córdoba para ejemplificar lo que “esos muchos” denominan progreso.

Los desiertos de soja verde derivan en la ciudad General Deheza, reinado del complejo del agro-negocio sojero donde el olor rancio del aceite indica la famosa  “agro-industrialización” o “incorporación de valor” como dicen las propagandas oficiales del “modelo”. Una ciudad intervenida, rodeada por unos hierros de una pestilente fábrica que cruza la ruta en forma de puentes e imponen al que pasa por la ciudad esa presencia prepotente de poder, devastación y saqueo de una tierra que, para la Constitución de 1949, debía cumplir una función social. Con sus propios trenes a los costados para sacar las producciones por los puertos de Rosario, una parte de Córdoba se alza con el orgullo de los ricos ignorantes en el corazón del agro-negocio sojero. Recordamos al pasar por allí a esos hijos muertos y enfermos de unas madres valerosas que en esta misma provincia (localidad de Malvinas Argentinas- Córdoba) llevaron a los tribunales por contaminación a dos sojeros y un fumigador en un juicio penal que les dio la razón.

 ¿Debemos resignarnos a que estamos a finales de una época, que esta es la nueva Argentina a la que nos debemos adaptar? ¿Reconocernos como los “perdedores del modelo” como suele decir el empresario sojero Gustavo Grobocopatel, dueño del grupo Los Grobo?  (…)  ¿Son los libros nuestras formas contemporáneas de preservar u ocultar lo que fuimos para un futuro incierto? En cierto sentido los son, pero también son herramientas de resistencia para parar y modificar aquello que destruye el tesoro más importante que se nos otorgó: un territorio diverso y fértil. Eso tratamos de mostrar en nuestro libro: las transformaciones en marcha desde diversas disciplinas y con la rigurosidad del buen oficio de investigadores pero también desde la invitación a conocer y sumarse a las resistencias y proponer un camino a seguir que no haga necesario “ocultar” en páginas lo que construimos alrededor de una naturaleza generosa y exuberante, porque lo perdemos.

¿Reprimarización de la economía?

No hay ninguna duda de que las actividades extractivas se expandieron, la inquietud que cabe es si este crecimiento se refleja en los datos de los componentes de la economía del país. Hemos demostrado en trabajos anteriores que en el nivel de los valores exportables, en la Argentina como en el resto de la América latina incluido Brasil, hubo una reprimarización (aunque la Presidenta en sus discursos se empeñe en decir lo contrario). El interrogante reside en si en el nivel de la actividad interna prevalecen también los sectores de origen primario o la industria ha recuperado cierta dinámica que la lleva a convertirse en motor de la economía.

 No es la primera vez en la historia de América latina que uno de los ejes centrales de los debates y de las luchas políticas, sociales, culturales y epistemológicas del momento, gire en torno a la relación entre actividades primarias e industriales. En otras palabras, el interrogante de si hubo un proceso de reprimarización de la economía, las características que asumiría dentro de lo que hemos denominado modelo extractivo o extractivismo y su relación con el sector industrial. Hablamos de reprimarización porque esta relación ha sufrido un largo derrotero en el continente desde la conquista hasta nuestros días, es decir, en algún momento el continente tuvo una vocación industrializadora.

Entendemos por reprimarización al énfasis puesto sobre la producción de materias primas que se constituyen en productos básicos de exportación (commodities) aunque también aquellos provistos por el sector agropecuario en el modo de producción del “agronegocio” o agroindustrias para el mercado interno. Los sectores primarios de la economía incluyen en forma creciente sectores que pueden ser altamente intensivos en capital, pero que generan poco empleo, e incluso lo expulsan, y que tienen pocos vínculos con el resto de la economía (tienden a formar parte de las llamadas economías de enclave). Y si bien, como señalamos en este libro, en el momento actual son actividades muy rentables, involucran el desgaste y agotamiento de la base de recursos naturales del país, una feroz degradación ambiental y consecuencias en el nivel de la salud humana.

 El papel que juega el sector primario, y lo que denominamos como la reprimarización, o sea, el extractivismo, en nuestra sociedad puede ser visualizado en un contexto más amplio, en el marco de las políticas globales aplicadas en diferentes períodos históricos.

En este sentido podemos considerar como trasfondo de estos análisis las políticas y los procesos referidos a la explotación de los recursos naturales en tres períodos:

 1) Una primera etapa en la que se resaltan muy marcadamente las denominadas políticas de “industrialización por sustitución de las importaciones” (ISI);

 2) Las denominadas políticas de “apertura” impulsadas tanto por la dictadura militar como por la convertibilidad enmarcada en el neoliberalismo económico;

 3) las actuales políticas de la “post-convertibilidad”.

Las políticas de ISI surgen como consecuencia de la crisis de los años treinta y las dos Guerras  Mundiales y concluyen hacia comienzos de la década de los setenta con el embate del neoliberalismo. Señaladas como políticas que se proponían modificar el tradicional patrón primario exportador establecido en nuestro país desde fines del siglo XIX se manifiestan claramente a partir del primer gobierno peronista del período 1946-1955. Diversos estudios remarcan como parte de este proceso el crecimiento de la industria, y la sustitución de importaciones de productos manufacturados. En un primer período se trata del establecimiento de industrias livianas (textiles, artefactos para el hogar, etc.), mientras que en una segunda etapa se complejiza el desarrollo industrial y tienden a sustituirse las importaciones de algunos bienes intermedios y de capital al establecerse industrias tales como la petroquímica, química pesada, automotriz, etc.A lo largo de esta etapa el proceso de industrialización se manifiesta en el aumento de la participación del producto industrial en la producción global; en nuestro país, éste alcanza un máximo en el período 1970/1974 con un producto industrial que representa 43,5% del PBI. Se trata de un proceso que involucra a toda América latina en general.

La otra variable que configura un indicador del grado de sustitución de importaciones alcanzado es el porcentaje de la participación de la producción manufacturera en las importaciones (en particular en lo que concierne a importaciones de bienes de consumo) que a lo largo del período se reduce sustancialmente. El proceso de industrialización incide sobre el aumento del PBI per cápita de toda la región alcanzando un 2,5% por año entre 1950 y 1973. Asimismo, si bien se manifiesta una tendencia decreciente en las importaciones de productos manufacturados, en casi todos los países de la región se producen déficit de la balanza comercial, inclusive en nuestro país. Esto se debe, por una parte, a los aumentos de las importaciones de bienes intermedios y de capital, y por la otra, a que las exportaciones siguen siendo casi exclusivamente productos primarios que no aumentan sus volúmenes o valores de exportación lo suficientemente como para hacer frente a las crecientes importaciones. Asimismo se trata de un período en el que se presenta un claro enfrentamiento entre el modelo de ISI y el de la “apertura” apoyado por sectores tradicionales y el capital extranjero.En esta etapa, el movimiento obrero adquiere un protagonismo muy importante y la participación del trabajo en el ingreso nacional alcanza niveles muy altos (en particular a comienzos de los años ’50). En nuestro país el modelo es en general resistido por diversos sectores, lo que se manifiesta en una gran inestabilidad política. Vemos así que con vaivenes y en el marco de procesos políticos complejos que conducen inclusive a golpes de Estado, el proceso de industrialización en nuestro país sigue su curso.Al mismo tiempo, el grueso de las exportaciones están conformadas por los tradicionales productos primarios de exportación, constituyéndose en determinadas coyunturas económicas cuellos de botella a causa de los déficits en la balanza comercial que conducen a cambios bruscos de política.

Estas políticas de ISI entran en crisis en los años ’70, a causa del auge del neoliberalismo en todo el continente. En nuestro país surge con el golpe militar del “Proceso de reorganización nacional” primero y durante la “Convertibilidad” de los años 1990 después. Comienzan a prevalecer las políticas de “apertura” al exterior, la presunta necesidad de dar rienda suelta a las denominadas “ventajas comparativas”, y al “mercado” que cuestionaban las anteriores políticas de ISI. Se trata de la implantación de políticas de desregulación, privatizaciones, y aperturas al exterior, políticas que habrían de potenciar fundamentalmente a dos sectores de la economía que paulatinamente se transformaron en hegemónicos: el sector financiero y los sectores primarios relacionados fundamentalmente al agronegocio sojero.

Es el período en el que se impulsa la expansión sojera y se establecen las bases para el crecimiento de la minería a cielo abierto. También se trata de darle rienda suelta al capital extranjero en estos sectores y en el sector petrolífero, en el proceso de privatización de YPF. En Argentina se decreta el Plan de Convertibilidad y el Decreto de Desregulación del año 1991 siendo éste último el marco en el que se establecen las bases para dar impulso al neoliberalismo y a la reprimarización de la economía. El Plan de Convertibilidad establece el uno a uno (un peso igual a un dólar) y la plena liberalización de los capitales desde el exterior hacia el país y desde el país hacia el exterior. Como consecuencia existe una recuperación de los sectores primarios en el producto agregado y en particular en la estructura de las exportaciones, pero también se manifiesta un intenso proceso de desindustrialización, lo cual conduce a “la destrucción de la capacidad instalada y del tejido industrial, así como la pérdida de capacidades humanas difíciles y costosas de revertir”.

 Durante este período se promueve activamente la reprimarización de la economía aparte de la importancia que se le asignada al sector financiero. Se manifiesta cierta recuperación de los sectores primarios en el producto agregado y en las exportaciones, o sea, una tendencia hacia la reconfiguración de la tradicional economía primario-exportadora. El contexto global ha cambiado con relación a lo que eran las economías primario-exportadoras de comienzos del siglo pasado; hoy en día están motorizadas por grandes empresas transnacionales que dominan sectores claves en las que operan y en los espacios financieros que las impulsan. Se manifiesta la utilización de tecnologías de punta –en la producción agraria las semillas transgénicas, en la minerías grandes emprendimientos “a cielo abierto” en la que se dinamitan montañas enteras en vez de utilizar los tradicionales socavones, en la producción de hidrocarburos el nuevo sistema de fracking– y entre cuyas características determinantes están los enormes pasivos ambientales y sociales que generan. No es de extrañar entonces que son procesos altamente resistidos tanto en nuestro país como en todo el continente, dados sus efectos sociales y ambientales altamente perniciosos.En nuestro país, con la reprimarización de la economía, las exportaciones de soja adquieren preeminencia en el total, y en términos globales si bien se produjo cierto recupero de las exportaciones de productos manufacturados (por ejemplo, automóviles al Brasil), casi el 70% de las exportaciones sigue siendo productos primarios, tanto agropecuarios y manufacturas de origen agropecuarios, como productos mineros. Ésta es una tendencia que sigue también en nuestros días, pese a que el modelo neoliberal es denostado por los gobiernos denominados “progresistas”.

La reprimarización continúa intensamente durante la tercera etapa, la post-convertibilidad. Si bien en 2001-2002 hay una crisis propia del neoliberalismo, algunas políticas que se remiten precisamente a la reprimarización de las economías siguen su curso con posterioridad. Un cambio importante lo constituye el hecho de que en los términos planteados por el economista Daniel Azpiazu habría habido una reactivación industrial donde se quebró el modelo de desindustrialización que arrancó en 1976. Sin embargo, la nueva paridad cambiaria y los bajos costos salariales en dólares potenciaron un perfil exportador vinculado con la producción de commodities . El autor acepta que hubo un proceso industrializador circunscripto a determinados sectores pero tuvo sus limitaciones. La única política activa que hubo fue la de promover  industrias que favorecieron  a los oligopolios (las siderúrgicas, las automotrices y las de procesamiento de soja). En medio del conflicto del agro, se les dio beneficios de promoción a los que procesaban soja de exportación y a las que producen biodiésel a partir de la soja. Se promocionaron además proyectos que se hubiesen hecho de todas formas porque estaban las condiciones dadas en el escenario internacional. Azpiazu fue crítico del proceso industrializador por ser concentrador y extranjerizante, marcaba que no hubo políticas para las pymes (Pequeñas y Medianas Empresas) y se mantenía un perfil exportador semejante a los de 1990. Como es sabido, y nuestro libro intenta reforzar la idea con datos y análisis de todo tipo, la Argentina sigue impulsando significativamente los sectores primario-exportadores a fin de garantizar la provisión de reservas de divisas para hacer frente a posibles efectos de la crisis mundial. El modelo extractivista cobra intensidad a raíz del aumento de la demanda de China y la India y del alza de los precios de los commodities en los mercados internacionales. El mercado de commodities asume plenamente las características que tienen los mercados financieros globales y que han contribuido significativamente a la debacle actual que sufren los países europeos, Estados Unidos y Japón, entre otros.

domingo, 1 de junio de 2014

5tos IMA


En www.infonews.com

Miradas al Sur  Año 7. Edición número 296. Domingo 19 de Enero de 2014

Cuando tenga la tierra   Por  Sociedad sociedad@miradasalsur.com   VERSIÓN ADAPTADA

Un fragmento del libro de Norma Giarracca y Miguel Teubal que propone una mirada sobre el extractivismo, una palabra que no figura en ningún diccionario pero que muestra la falta de valoración social que gran parte de la población les otorga a estas actividades.

Norma Giarracca es magíster en Sociología, Titular de Sociología Rural, Coordinadora del Grupode Estudios Rurales (GER) y del Grupo de Estudios de los Movimientos Sociales de América Latina (Gemsal) e investigadora del Instituto Gino Germani.

 
Miguel Teubal es doctor en Economía Agraria,Profesor Consulto de la UBA e Investigador Superior del Conicet en el GER-Gemsal del Instituto Gino Germani.

 
El paisaje tanto geográfico como agrario-cultural de la Argentina llamaba mucho la atención de propios y ajenos; las inmensas llanuras planas donde se llegaba a divisar tanto la salida como la puesta de sol, ese horizonte difícil de encontrar en otros territorios y que fue frecuentemente cantado por los poetas; caminos de montañas, serranías, desiertos que desembocaban en oasis naturales o producidos por la mano del hombre; inconmensurables zonas de lagos y glaciares, saltos verticales u horizontales de los cauces de los ríos en una provincia de tierra ferrosa de color ladrillo; todo junto y mucho más podía registrarse como en muy pocas otras naciones del mundo. Los recorridos por las rutas, hasta hace unos años suponía cambiar cada tanto de paisaje agrario; pasar por zonas de vacas pastando a campo abierto en grandes extensiones, los tupidos girasoles o campos de maíz y trigo que nos hicieron famosos en todo el mundo.

 Llegar a Tucumán era perderse en un mundo verde de cañaverales, arroyos y ríos; a Chaco, en un mundo blanco del algodón a punto de cosechar; Misiones, un universo pequeño de cultivos y culturas de muchas partes del mundo. Esa diversidad que, como siempre ocurre, era biológica y cultural, se expresaba en extensiones interminables de cultivos (por lo menos para el europeo) y pueblos entrañables donde los vecinos paseaban o hacían compras sobre un sulky o en un tractor; los bares eran lugares de reunión y amistad y todo giraba alrededor de las plazas. Nuestra literatura da cuenta de estos territorios y poblaciones preñadas de historias que tanto reenviaban a los pueblos preexistentes con sus leyendas como las del “familiar” o “la salamanca” en el norte, como a los “gringos” de todos los rincones: árabes, ucranianos, alemanes, daneses, españoles, gauchos judíos y “chinas” rubias y polacas. Las comidas de los pueblos podían ser tan variadas como las culturas mismas pero los huevos siempre fueron caseros, los asados de carne de vacas caminadoras que nos hizo famosos en el mundo por su calidad y los vinos de verdaderos maestros en el arte de hacerlos. Esos territorios nunca estuvieron exentos de tensiones y conflictos, porque en el momento fundacional del Estado-Nación, además de un etnocidio se configuró una injusta distribución de la tierra que no pudo remediarse con los miles de colonos que comenzaron a llegar y asentarse durante décadas. Pero un fuerte entramado institucional había logrado una convivencia sin violencias y un sistema de inclusión, muy desigual por cierto, pero donde todos estaban adentro. Éramos autosuficientes alimentariamente y podíamos exportar; el mercado interno permitía alimentar con los mismos productos a la clase obrera y al resto (el famoso asadito de los albañiles). Necesitábamos cambios, distribuir la tierra o profundizar innovaciones propias para subir rendimientos; en eso estábamos a comienzos de los años setenta bajo la batuta experta del ingeniero agrónomo Horacio Giberti  (Secretario de Agricultura y Ganadería durante las presidencias de Héctor Cámpora  y de Juan Domingo Perón).

 

 Hoy, dictadura, década de 1990 y gobiernos posteriores mediante, todo eso ha cambiado y muchos lo llaman “progreso”. Sólo mencionar ese tramo de la ruta 158 de Villa María a Río Cuarto en la provincia de Córdoba para ejemplificar lo que “esos muchos” denominan progreso. Los desiertos de soja verde derivan en la ciudad General Deheza, reinado del complejo del agro-negocio sojero donde el olor rancio del aceite indica la famosa      “agro-industrialización” o “incorporación de valor” como dicen las propagandas oficiales del “modelo”. Una ciudad intervenida, rodeada por unos hierros de una pestilente fábrica que cruza la ruta en forma de puentes e imponen al que pasa por la ciudad esa presencia prepotente de poder, devastación y saqueo de una tierra que, para la Constitución de 1949, debía cumplir una función social. Con sus propios trenes a los costados para sacar las producciones por los puertos de Rosario, una parte de Córdoba se alza con el orgullo de los ricos ignorantes en el corazón del agro-negocio sojero. Recordamos al pasar por allí a esos hijos muertos y enfermos de unas madres valerosas que en esta misma provincia (localidad de Malvinas Argentinas- Córdoba) llevaron a los tribunales por contaminación a dos sojeros y un fumigador en un juicio penal que les dio la razón.

 ¿Debemos resignarnos a que estamos a finales de una época, que esta es la nueva Argentina a la que nos debemos adaptar? ¿Reconocernos como los “perdedores del modelo” como suele decir el empresario sojero Gustavo Grobocopatel, dueño del grupo Los Grobo? O como nos cuenta el final de la novela de Gabriela Massuh, “La omisión”, debemos mantener oculta de algún modo nuestra cultura como lo hizo una de las más antiguas civilizaciones entre el Eufrates y el Tigris, Góbekli Tepe, que preservaron el pasado enterrándolo para testimoniar sobre él en tiempos futuros. ¿Son los libros nuestras formas contemporáneas de preservar u ocultar lo que fuimos para un futuro incierto? En cierto sentido los son, pero también son herramientas de resistencia para parar y modificar aquello que destruye el tesoro más importante que se nos otorgó: un territorio diverso y fértil.

 Eso tratamos de mostrar en nuestro libro: las transformaciones en marcha desde diversas disciplinas y con la rigurosidad del buen oficio de investigadores pero también desde la invitación a conocer y sumarse a las resistencias y proponer un camino a seguir que no haga necesario “ocultar” en páginas lo que construimos alrededor de una naturaleza generosa y exuberante, porque lo perdemos.

 ¿Reprimarización de la economía?

No hay ninguna duda de que las actividades extractivas se expandieron, la inquietud que cabe es si este crecimiento se refleja en los datos de los componentes de la economía del país. Hemos demostrado en trabajos anteriores que en el nivel de los valores exportables, en la Argentina como en el resto de la América latina incluido Brasil, hubo una reprimarización (aunque la Presidenta en sus discursos se empeñe en decir lo contrario). El interrogante reside en si en el nivel de la actividad interna prevalecen también los sectores de origen primario o la industria ha recuperado cierta dinámica que la lleva a convertirse en motor de la economía.

 No es la primera vez en la historia de América latina que uno de los ejes centrales de los debates y de las luchas políticas, sociales, culturales y epistemológicas del momento, gire en torno a la relación entre actividades primarias e industriales. En otras palabras, el interrogante de si hubo un proceso de reprimarización de la economía, las características que asumiría dentro de lo que hemos denominado modelo extractivo o extractivismo y su relación con el sector industrial. Hablamos de reprimarización porque esta relación ha sufrido un largo derrotero en el continente desde la conquista hasta nuestros días, es decir, en algún momento el continente tuvo una vocación industrializadora.

 Entendemos por reprimarización al énfasis puesto sobre la producción de materias primas que se constituyen en productos básicos de exportación (commodities) aunque también aquellos provistos por el sector agropecuario en el modo de producción del “agronegocio” o agroindustrias para el mercado interno. Los sectores primarios de la economía incluyen en forma creciente sectores que pueden ser altamente intensivos en capital, pero que generan poco empleo, e incluso lo expulsan, y que tienen pocos vínculos con el resto de la economía (tienden a formar parte de las llamadas economías de enclave). Y si bien, como señalamos en este libro, en el momento actual son actividades muy rentables, involucran el desgaste y agotamiento de la base de recursos naturales del país, una feroz degradación ambiental y consecuencias en el nivel de la salud humana.

 El papel que juega el sector primario, y lo que denominamos como la reprimarización, o sea, el extractivismo, en nuestra sociedad puede ser visualizado en un contexto más amplio, en el marco de las políticas globales aplicadas en diferentes períodos históricos. En este sentido podemos considerar como trasfondo de estos análisis las políticas y los procesos referidos a la explotación de los recursos naturales en tres períodos:

 1) Una primera etapa en la que se resaltan muy marcadamente las denominadas políticas de “industrialización por sustitución de las importaciones” (ISI);

 2) Las denominadas políticas de “apertura” impulsadas tanto por la dictadura militar como por la convertibilidad enmarcada en el neoliberalismo económico;

 3) las actuales políticas de la “post-convertibilidad”.

Las políticas de ISI surgen como consecuencia de la crisis de los años treinta y las dos Guerras  Mundiales y concluyen hacia comienzos de la década de los setenta con el embate del neoliberalismo. Señaladas como políticas que se proponían modificar el tradicional patrón primario exportador establecido en nuestro país desde fines del siglo XIX se manifiestan claramente a partir del primer gobierno peronista del período 1946-1955. Diversos estudios remarcan como parte de este proceso el crecimiento de la industria, y la sustitución de importaciones de productos manufacturados. En un primer período se trata del establecimiento de industrias livianas (textiles, artefactos para el hogar, etc.), mientras que en una segunda etapa se complejiza el desarrollo industrial y tienden a sustituirse las importaciones de algunos bienes intermedios y de capital al establecerse industrias tales como la petroquímica, química pesada, automotriz, etcétera.

 A lo largo de esta etapa el proceso de industrialización se manifiesta en el aumento de la participación del producto industrial en la producción global; en nuestro país, éste alcanza un máximo en el período 1970/1974 con un producto industrial que representa 43,5% del PBI. Se trata de un proceso que involucra a toda América latina en general.

La otra variable que configura un indicador del grado de sustitución de importaciones alcanzado es el porcentaje de la participación de la producción manufacturera en las importaciones (en particular en lo que concierne a importaciones de bienes de consumo) que a lo largo del período se reduce sustancialmente. El proceso de industrialización incide sobre el aumento del PBI per cápita de toda la región alcanzando un 2,5% por año entre 1950 y 1973. Asimismo, si bien se manifiesta una tendencia decreciente en las importaciones de productos manufacturados, en casi todos los países de la región se producen déficit de la balanza comercial, inclusive en nuestro país. Esto se debe, por una parte, a los aumentos de las importaciones de bienes intermedios y de capital, y por la otra, a que las exportaciones siguen siendo casi exclusivamente productos primarios que no aumentan sus volúmenes o valores de exportación lo suficientemente como para hacer frente a las crecientes importaciones. Asimismo se trata de un período en el que se presenta un claro enfrentamiento entre el modelo de ISI y el de la “apertura” apoyado por sectores tradicionales y el capital extranjero.

En esta etapa, el movimiento obrero adquiere un protagonismo muy importante y la participación del trabajo en el ingreso nacional alcanza niveles muy altos (en particular a comienzos de los años ’50). En nuestro país el modelo es en general resistido por diversos sectores, lo que se manifiesta en una gran inestabilidad política. Vemos así que con vaivenes y en el marco de procesos políticos complejos que conducen inclusive a golpes de Estado, el proceso de industrialización en nuestro país sigue su curso. Al mismo tiempo, el grueso de las exportaciones están conformadas por los tradicionales productos primarios de exportación, constituyéndose en determinadas coyunturas económicas cuellos de botella a causa de los déficits en la balanza comercial que conducen a cambios bruscos de política. Cabe destacar también que la ISI como régimen de acumulación se constituyó como un proceso que se proponía modificar las pautas primarias exportadoras de antaño. Ya se había generado un debate impulsado inicialmente por la Comisión Económica Para América latina (Cepal) destacándose la importancia de la ISI y la necesidad de modificar estructuras económicas y los modelos de acumulación basados en exclusividad en las “ventajas comparativas” que presuntamente tenían los países de la periferia respecto de sus productos primarios de exportación.

 Estas políticas de ISI entran en crisis en los años ’70, a causa del auge del neoliberalismo en todo el continente. En nuestro país surge con el golpe militar del “Proceso de reorganización nacional” primero y durante la “Convertibilidad” de los años 1990 después. Comienzan a prevalecer las políticas de “apertura” al exterior, la presunta necesidad de dar rienda suelta a las denominadas “ventajas comparativas”, y al “mercado” que cuestionaban las anteriores políticas de ISI. Se trata de la implantación de políticas de desregulación, privatizaciones, y aperturas al exterior, políticas que habrían de potenciar fundamentalmente a dos sectores de la economía que paulatinamente se transformaron en hegemónicos: el sector financiero y los sectores primarios relacionados fundamentalmente al agronegocio sojero. Es el período en el que se impulsa la expansión sojera y se establecen las bases para el crecimiento de la minería a cielo abierto. También se trata de darle rienda suelta al capital extranjero en estos sectores y en el sector petrolífero, en el proceso de privatización de YPF.

 A lo largo y ancho del continente se establecen regímenes y leyes que favorecen al extractivismo y a la reprimarización de la economía. En Argentina se decreta el Plan de Convertibilidad y el Decreto de Desregulación del año 1991 siendo éste último el marco en el que se establecen las bases para dar impulso al neoliberalismo y a la reprimarización de la economía. El Plan de Convertibilidad establece el uno a uno (un peso igual a un dólar) y la plena liberalización de los capitales desde el exterior hacia el país y desde el país hacia el exterior. Como consecuencia existe una recuperación de los sectores primarios en el producto agregado y en particular en la estructura de las exportaciones, pero también se manifiesta un intenso proceso de desindustrialización, lo cual conduce a “la destrucción de la capacidad instalada y del tejido industrial, así como la pérdida de capacidades humanas difíciles y costosas de revertir”.

 Durante este período se promueve activamente la reprimarización de la economía aparte de la importancia que se le asignada al sector financiero. Se manifiesta cierta recuperación de los sectores primarios en el producto agregado y en las exportaciones, o sea, una tendencia hacia la reconfiguración de la tradicional economía primario-exportadora. El contexto global ha cambiado con relación a lo que eran las economías primario-exportadoras de comienzos del siglo pasado; hoy en día están motorizadas por grandes empresas transnacionales que dominan sectores claves en las que operan y en los espacios financieros que las impulsan. Se manifiesta la utilización de tecnologías de punta –en la producción agraria las semillas transgénicas, en la minerías grandes emprendimientos “a cielo abierto” en la que se dinamitan montañas enteras en vez de utilizar los tradicionales socavones, en la producción de hidrocarburos el nuevo sistema de fracking– y entre cuyas características determinantes están los enormes pasivos ambientales y sociales que generan.

No es de extrañar entonces que son procesos altamente resistidos tanto en nuestro país como en todo el continente, dados sus efectos sociales y ambientales altamente perniciosos.

(…)

En nuestro país, con la reprimarización de la economía, las exportaciones de soja adquieren preeminencia en el total, y en términos globales si bien se produjo cierto recupero de las exportaciones de productos manufacturados (por ejemplo, automóviles al Brasil), casi el 70% de las exportaciones sigue siendo productos primarios, tanto agropecuarios y manufacturas de origen agropecuarios, como productos mineros. Ésta es una tendencia que sigue también en nuestros días, pese a que el modelo neoliberal es denostado por los gobiernos denominados “progresistas”.

La reprimarización continúa intensamente durante la tercera etapa, la post-convertibilidad. Si bien en 2001-2002 hay una crisis propia del neoliberalismo, algunas políticas que se remiten precisamente a la reprimarización de las economías siguen su curso con posterioridad. Un cambio importante lo constituye el hecho de que en los términos planteados por el economista Daniel Azpiazu habría habido una reactivación industrial donde se quebró el modelo de desindustrialización que arrancó en 1976. Sin embargo, la nueva paridad cambiaria y los bajos costos salariales en dólares potenciaron un perfil exportador vinculado con la producción de commodities . El autor acepta que hubo un proceso industrializador circunscripto a determinados sectores pero tuvo sus limitaciones. La única política activa que hubo fue la de promover  industrias que favorecieron  a los oligopolios (las siderúrgicas, las automotrices y las de procesamiento de soja). En medio del conflicto del agro, se les dio beneficios de promoción a los que procesaban soja de exportación y a las que producen biodiésel a partir de la soja. Se promocionaron además proyectos que se hubiesen hecho de todas formas porque estaban las condiciones dadas en el escenario internacional.

 Daniel Azpiazu fue crítico del proceso industrializador por ser concentrador y extranjerizante, marcaba que no hubo políticas para las pymes (Pequeñas y Medianas Empresas) y se mantenía un perfil exportador semejante a los de 1990. Asimismo, si bien hasta 2006 las cifras muestran superávit comercial, en 2007 y 2008 se transforman en déficit industrial. Vuelven a aparecer las figuras del “stop and go de la industrialización sustitutiva”; y si la estructura de la producción industrial no se modificaba volvería a aparecer el déficit comercial.

 Como es sabido, y nuestro libro intenta reforzar la idea con datos y análisis de todo tipo, la Argentina sigue impulsando significativamente los sectores primario-exportadores a fin de garantizar la provisión de reservas de divisas para hacer frente a posibles efectos de la crisis mundial. El modelo extractivista cobra intensidad a raíz del aumento de la demanda de China y la India y del alza de los precios de los commodities en los mercados internacionales. El mercado de commodities asume plenamente las características que tienen los mercados financieros globales y que han contribuido significativamente a la debacle actual que sufren los países europeos, Estados Unidos y Japón, entre otros.

Con respecto a nuestro país, creemos que es necesario poner en cuestionamiento un modelo que no sólo es inestable y no resuelve los problemas fundamentales de la sociedad sino que los agrava, creando con el correr de los años creciente sufrimiento entre amplios espectros de la población.