jueves, 15 de agosto de 2013


El socialismo comunitario  Año 6. Edición número 271. Domingo 28 de julio de 2013

Bolivia. Fragmento del libro Las tensiones creativas de la revolución, del vicepresidente boliviano Álvaro García Linera.

Una tensión que impulsa la dialéctica y el proceso de nuestra revolución es la contradicción creativa entre la necesidad y la voluntad de industrialización de las materias primas, y la necesidad imprescindible del Vivir Bien entendido como la práctica dialogante y mutuamente vivificante con la naturaleza que nos rodea.

 Veamos primeramente el tema de la industrialización.

 La nacionalización de los recursos naturales no puede completarse y expandirse si no se pasa a una segunda fase que es la industrialización de esos recursos. Se trata ciertamente de un tema de mejora en los ingresos del Estado, pues los productos industrializados y semi-industrializados son portadores de un mayor valor agregado con el potencial de beneficiar económicamente al país en mayor medida a la actual simple exportación de materias primas. Pero, además, la industrialización crea una capacidad productiva nacional, un manejo tecnológico y un conjunto de saberes científicos que dan al país una base para impulsar crecientes variedades de actividades industriosas, intensivas en tecnología y mano de obra, que podrán transformar la rezagada infraestructura laboral primario-exportadora.

 La industrialización de las materias primas es una antigua demanda popular emergente de la dolorosa constatación de que a lo largo de 500 años Bolivia aportó al mercado mundial ingentes cantidades de materias primas, dando lugar a emporios industriales y al crecimiento acelerado de las economías receptoras, pero dejando al país inerme y en la pobreza económica. Por eso es que durante los años 2006-2009, el Gobierno de los movimientos sociales se lanzó rápidamente a nacionalizar las empresas estatales anteriormente privatizadas del sector hidrocarburífero (YPFB), Huanuni, Vinto, Entel, Ende. Hoy, la mayoría, empresas públicas consolidadas pese a las dificultades de contar con personal técnico capacitado, la mayor parte inclinado a la actividad privada por el nivel de los salarios. Y a partir del año 2010 se inició la segunda etapa del proceso nacionalizador, consistente en la industrialización misma.

 No es fácil avanzar, en primer lugar, porque no tenemos experiencia en ello; se trata de un proceso novedoso en el que hay que ir aprendiendo al mismo tiempo en que se lo realiza. En segundo lugar, porque es un proceso costoso y, por tanto, se requieren inversiones muy grandes, posiblemente las mayores de toda la historia económica del país. Una petroquímica, por ejemplo, cuesta cerca de 1.000 millones de dólares, una termoeléctrica grande, entre 1.000 y 3.000 millones de dólares, cantidades nunca antes imaginadas por el país. Y, en tercer lugar, porque se trata de un proceso largo, pues mínimamente se requieren de al menos 3 años para ver funcionar las industrias más pequeñas, 5 o 6 las medianas y 10 años o más, las más grandes.

 El Gobierno ya tomó la decisión de industrializar el gas, minerales como el litio, el hierro y algunas reservas de agua. Cada una de esas actividades productivas requiere mucho esfuerzo, tiempo y dinero, pero al final, una vez puestas en marcha, son ellas las que permitirán multiplicar los ingresos monetarios del país por tres, por cinco o más, logrando una base duradera para mejorar salarios, construir más infraestructura, mejorar los bonos a los niños, a los ancianos, a las mujeres, etc. Ésta es una de las mayores demandas históricas del pueblo boliviano, como también lo fueron la plurinacionalidad y la autonomía, y nuestro Gobierno la asume como un reto a cumplir lo más pronto posible.

 Algunos intelectuales políticamente erráticos han intentado interpretar este proceso de construcción de empresas públicas como un tipo de capitalismo de Estado, que no contribuiría a consolidar una mirada comunitarista. Cometen un terrible error conceptual que encubre un conservadurismo político sin excusa. Se trata de un falso debate porque el capitalismo es, por definición, usufructo del trabajo ajeno para la acumulación de riqueza privada. Durante el capitalismo de Estado de los años cincuenta, las empresas estatales se utilizaron para el beneficio de ciertos grupos particulares, de una clase burocrática que usufructuó personalmente de esos ingresos y los transfirió a otros sectores empresariales, intermediarios, hacendales, etcétera.

 Por el contrario, los procesos de industrialización que está impulsando el Estado Plurinacional lo que hacen es, en primer lugar, generar un tipo de valor, en algunos casos bajo la forma de renta, que no se acumula privadamente ni se usufructúa dispendiosamente de manera privada. Esto marca una diferencia estructural con las experiencias previas de capitalismo de Estado.

Pero, además, el Estado Plurinacional que redistribuye la riqueza acumulada entre todos los sectores sociales, simultáneamente prioriza el valor de uso* y la necesidad por encima del valor de cambio, es decir, la satisfacción de necesidades por encima del lucro y la ganancia. Es el caso de los servicios básicos declarados como un derecho humano y, por tanto, objeto de acceso en función a su necesidad y no a su rentabilidad, lo que lleva a políticas de subvención. El acceso al agua está subvencionada, lo mismo el crédito a los pequeños productores, y el Estado también compra productos agrícolas para garantizar soberanía alimentaria y su venta a precio justo. En ese caso, los precios para que los consumidores accedan a esos productos no se regulan por su valor mercantil capitalista sino por su valor de uso. Entonces, el Estado, a través del excedente generado en la industrialización, comienza a desprenderse gradualmente de la lógica capitalista de la apropiación privada como norma económica e introduce expansivamente la lógica del valor de uso, de la satisfacción de necesidades, de fundamento comunitario y comunista, como principio rector de actividades económicas.

 Hablamos, por tanto, de otro régimen social en construcción con avances y retrocesos, eso es lo que estamos haciendo, potenciando al Estado como el mecanismo de generación de riqueza, no para la acumulación de una clase sino para su redistribución en la sociedad, especialmente entre los más humildes, los más pobres y los más necesitados, que son el alma, el sentido profundo y el norte final de todas nuestras acciones como Gobierno.

 Pero, a la vez, esta fuerza económica de generación de excedentes a ser redistribuidos entre la sociedad entera y utilizados para potenciar el valor de uso no capitalista genera un conjunto de efectos, de agresiones a la madre naturaleza, al medio ambiente, a la tierra, a los bosques, a los cerros, daños que a la larga afectan irremediablemente al propio ser humano.

 Toda actividad industriosa tiene un costo natural, siempre ha sido así, pero lo que hace el capitalismo es subordinar las fuerzas de la naturaleza, retorcerlas y degradarlas al servicio del valor de cambio, de la ganancia privada, no importándole si con ello se destruye el núcleo reproductivo de la propia naturaleza. En el fondo, el capitalismo es suicida, pues en su acción devoradora y devastadora destruye la naturaleza y a la larga también al ser humano. Nosotros tenemos que eludir ese destino fatal, y ahí la fuerza de la comunidad agraria se presenta como un horizonte, como un principio ordenador de la relación entre las necesidades del ser humano y las de la naturaleza como totalidad viva.

 Las fuerzas productivas comunitarias y la ética laboral agraria incorporan una mirada distinta a la lógica capitalista respecto de cómo vincularnos con la naturaleza. Nos proponen ver a las fuerzas naturales como componentes de un organismo vivo, total, del que el ser humano y la sociedad son tan sólo una parte dependiente y que, por tanto, el usufructo de sus potencias productivas naturales, entendidas como tecnologías y saberes sobre la naturaleza, deben darse en el marco de una actitud “dialogante” y reproductora de esa totalidad natural.

 Las formas comunitarias han desplegado una tendencia de una otra forma social del desarrollo de las fuerzas productivas en las que la naturaleza es concebida como la prolongación orgánica de la subjetividad humana, que se debe velar para su continuidad creadora, pues de esa manera se garantiza también la continuidad de la vida humana para las siguientes generaciones.

“Humanizar la naturaleza y naturalizar el ser humano” proponía Marx (en el tercero de los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844) como alternativa al suicidio social y a la destrucción de la naturaleza impulsada ciegamente por la lógica capitalista de la valorización del valor. A eso le llamaba Marx el comunismo, la realización de la lógica total del valor de uso de la naturaleza en el ser humano y del ser humano realizado en la naturaleza. En eso consiste el Vivir Bien: en utilizar la ciencia, la tecnología y la industria para generar riqueza, de otra manera con qué se podrían construir carreteras, levantar postas sanitarias, escuelas, producir alimentos, satisfacer las necesidades básicas y crecientes de la sociedad. Pero, a la vez, necesitamos preservar la estructura fundamental de nuestro entorno natural para nosotros y las generaciones que vendrán, que tendrán en la naturaleza la realización de sus infinitas capacidades para satisfacer sus necesidades sociales.

 Industrializar sin destruir el fondo estructural del entorno natural-social de la vida, preservar las capacidades naturales para las futuras generaciones de todos los seres vivos pero a la vez producir riqueza para satisfacer las actuales necesidades materiales insatisfechas de la población, esa es la tensión, la contradicción viva que nos plantea el presente que no puede ser respondida por el capitalismo como tal, que sólo se preocupa por la riqueza material a costa de la destrucción de la riqueza natural, y además para el aumento de la ganancia de unos pocos, la ganancia privada de una clase social.

 Necesitamos industrializarnos pero también cuidar la naturaleza y preservarla para los siguientes siglos. El capitalismo la depreda, la destruye, la utiliza con fines de lucro y no para la satisfacción de las necesidades.

 Esta tensión creativa es la que el presidente Evo ha llamado el socialismo comunitario del Vivir Bien, la satisfacción de las necesidades materiales humanas mediante el diálogo vivificante con la naturaleza, preservándola para preservar también el destino y el bienestar común de las futuras generaciones de todos los seres vivos.

 La inclinación hacia el industrialismo desbocado lleva a la reproducción de la dinámica depredadora y a la conversión de las fuerzas productivas en fuerzas destructivas de la sociedad y de toda la naturaleza y, a su vez, la actitud contemplativa de la naturaleza lleva a la preservación de las carencias materiales de la sociedad, y en ambos casos, a la continuidad del proceso de producción y reproducción capitalista de los seres humanos. En cambio, vivir la tensión permanentemente, desplegando las capacidades técnicas del conocimiento que afectan el entorno natural pero que también son capaces de reproducir el fondo estructural de ese entorno natural es el gran desafío para eludir y superar las formas grises o verdes de la vorágine capitalista.

* Al referirse al valor de uso de las mercancías, Marx señala: “La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran [...]. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso [...]. Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de ésta” (El Capital, Tomo I, Vol. 1, pp. 43-44; Siglo XXI Editores).

http://www.vicepresidencia.gob.bo/Evo-Morales-plantea-13-pilares

Evo Morales plantea 13 pilares para construir la Bolivia digna y soberana antes del 2025 22 /01/2013

(LA PAZ).- El presidente Evo Morales Ayma planteó el martes 13 pilares fundamentales de la Agenda Patriótica del Bicentenario para poder construir la Bolivia digna y soberana, que empezó su camino desde la lucha del pueblo boliviano contra el neoliberalismo en 2006 y se consolidó 2009 con la fundación del Estado Plurinacional.

“Con la nueva Constitución Política del Estado iniciaron su camino hacia el Pachakuti, o los tiempos de equilibrio, fortalecido siempre con nuestros movimientos sociales, ahora nos toca construir con claridad los pilares fundamentales para levantar una nueva sociedad y Estado, más incluyente, más participativa, más democrática, sin discriminación, sin racismo, sin odios y sin división como manda la Constitución Política del Estado, consideramos que debemos plantear 13 pilares de la Bolivia digna y soberana”, manifestó durante su informe de gestión, brindado en la sesión de honor de la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Morales precisó que el primer pilar es erradicar la extrema pobreza, porque así se logrará un país más justo y se podrá alcanzar el socialismo comunitario, el segundo punto es socializar universalizar los servicios básicos con soberanía para vivir bien, porque actualmente un gran parte del país aún no cuenta con agua potable, luz eléctrica y alcantarillado.

El tercer pilar fundamental para llegar a la Bolivia digna y soberana el año 2025 es que todos los bolivianos puedan acceder a salud, educación y deporte de manera gratuita con el objetivo de formar seres humanos integrales y sanos; el cuarto punto está orientado a contar con una soberanía científica y tecnológica pero con identidad propia, porque el conocimiento y la tecnología son fundamentales para poder acceder y llevar servicios básicos a todo el país y para poder explotar de mejor manera nuestros recursos naturales renovables y no renovables.

“Quinto, soberanía comunitaria financiera sin servilismo al capitalismo financiero”, porque “Bolivia no puede depender de los gendarmes financieros que promueven recetas del desarrollo neoliberal, privatizadoras y mercantilistas, y que chantajean a los estados y pueblos condicionando los créditos y las donaciones al cumplimiento de acciones y políticas de asimilación de la inversión privada y nacional con favoritismo”, explicó el Primer Ejecutivo.

Agregó que el sexto pilar está basado en la soberanía productiva con diversificación y desarrollo integral sin la dictadura del mercado capitalista, el séptimo es “la soberanía sobre nuestros recursos naturales con nacionalización, industrialización y comercialización en armonía y equilibrio con la madre tierra”, es decir que si Bolivia pretende industrializar los recursos naturales con los que cuenta no deberá dañar la tierra con la emisión de gases venenosos y materiales tóxicos.

“Octavo, soberanía alimentaria a través de la construcción del saber alimentarse para vivir bien, noveno, soberanía ambiental con desarrollo integral respetando los derechos de la madre tierra”, puntualizó Morales.

El décimo pilar es la integración complementaria de los pueblos con soberanía, que está dirigido a unir los pueblos y comunidades, y entre los estados y gobiernos, en un marco de respeto, apoyo, colaboración y solidaridad, para enfrentar juntos a la “diplomacia de la muerte y la guerra”; el punto 11 que propuso el Mandatario de Estado está dirigido a consolidar el Estado y su administración son soberanía y transparencia bajo los principios básicos de “no robar, no mentir y no ser flojo”.

“Decimosegundo, disfrute y felicidad plena de nuestras fiestas, de nuestra música, nuestros ríos, nuestra selva, nuestras montañas, nuestros nevados, de nuestro aire limpio y sobre todo de nuestros sueños, porque la cultura del neoliberalismo, la cultura de la competencia, la cultura del mercantilismo y de la eficiencia individualista promovidos por una visión capitalista, por un modelo que confiaba en la empresa y la iniciativa privada lucrativa por encima de los derechos sociales, porque busca por sobre todo verla ganancia, ha deshumanizado nuestra sociedad y son destructores de la comunidad y de nuestros vínculos armónicos con la Madre Tierra, con la naturaleza, Bolivia ha decidido romper con esta visión desarrollista basado en el mercado, el individualismo, el consumismo”, enfatizó el Presidente.

Asimismo, señaló que el último pilar es el reencuentro soberano con nuestra alegría, felicidad, prosperidad con nuestro mar, porque Bolivia perdió su acceso soberano a las costas del Océano Pacífico por una guerra injusta manipulada por intereses de pequeños grupos, “no fueron los pueblos los que pelearon por las costas de nuestro Litoral, fueron más bien los grupos de poder que motivaron por intereses imperiales y mezquinos”.

“Sabemos que nuestro arribo ha de llegar influidos por fuerza de la razón, de solidaridad y de complementariedad de los pueblos, por fuerza del apoyo mutuo, de la integración de los pueblos, por el mandato de la justicia, de la verdad histórica, por la fuerza de la democracia de los pueblos, con la soberanía de nuestras autoridades nacidas en las entrañas de nuestros pueblos y que gobierna con ellos, por la fuerza de nuestro espíritu nos encontraremos con nuestros hermanos chilenos, con el pueblo chileno y así se abrirán los caminos para encontrarnos con nuestro mar”, complementó.

Asimismo, el primer Presidente del Estado Plurinacional señaló que para alcanzar a cumplir con todos los puntos de la Agenda Patriótica del Bicentenario se debe empezar a trabajar en proyectos de integración de manera inmediata y anunció que en los próximos seis meses se podría empezar a planificar la construcción del ferrocarril bi-oceánico para unir más a los pueblos de Sudamérica.

En ese marco, señaló que para construir los 13 pilares fundamentales de la agenda se debe garantizar los recursos económicos, y planteó que el Estado deberá contar con al menos 6 fuentes de ingreso.

“Al 2025 debemos tener por lo menos cinco o seis pilares en la economía, por su puesto los recursos naturales, minerales, hidrocarburíferos, pero también las plantas hidroeléctricas, sigo convencido que exportando energía podemos tener otros ingresos (…) y otra pata de economía nacional debe ser el tema agropecuario, el tema por ejemplo de turismo”, indicó.

Agregó que otro pilar de la economía también debe ser la ciencia y la tecnología, porque con una buena preparación se podría exportar la medicina “tradicional”, porque hoy en día, distintos países del mundo están recuperando esos conocimientos ancestrales para curar distintas enfermedades.

Sin embargo, durante su informe de gestión, Morales destacó la mejora en la economía boliviana y señaló que se está redistribuyendo de mejor manera los recursos obtenidos por el Estado, para que Bolivia se convierta en un país de digno, soberano y con igualdad de oportunidades.

 

 

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