viernes, 27 de abril de 2012


5to ES
En www.infonews.com

Glifosato, un herbicida sin control Por  Fundación de Ambientes y Recursos Naturales (FARN)

sociedad@miradasalsur.com



La siembra masiva de soja transgénica, no sólo en el campo sino también en zonas muy cercanas a los cascos urbanos, trajo aparejados fuertes cuestionamientos sobre la aplicación de agroquímicos, cuyas consecuencias aún son imprevisibles, y ha motivado que el tema del uso de pesticidas sea puesto bajo la lupa judicial.

 Durante el 2009 se sucedieron hechos que hicieron evidente la falta de una discusión y tratamiento del tema de los agroquímicos, a la vez que mostraron la existencia de fuertes posiciones antagónicas, incluso en el ámbito científico, como consecuencia del llamado “Informe Carrasco”  y la respuesta al mismo por un grupo de científicos del Conicet.

 La soja RR (Roundup Ready) fue diseñada para usarla junto con el glifosato que es considerado un herbicida, concepto que puede corroborarse en la Guía de Productos Fitosanitarios. Ahora bien, este paquete tecnológico requiere un uso apropiado del mismo con miras a una correcta aplicación y una protección de la salud y el ambiente en todo el territorio de la Nación, en particular las prácticas asociadas con aspersiones aéreas para los cultivos de Soja RR.

 El glifosato, a principios de 2010, representaba el 37% del total de herbicidas utilizados en la producción agrícola argentina, por lo que su importancia en el actual modo de producción agraria es tan grande que lo han llevado a ser un insumo estratégico y con el mismo nivel de dependencia que el gasoil para la actividad.

 A pesar de que el consumo de estos productos está en constante aumento, no contamos a nivel nacional con un marco normativo adecuado con respecto al embalaje, distribución, aplicación (épocas del año, condiciones climáticas, características de suelos y napas, poblaciones cercanas, existencia de especies en peligro de extinción, etc.).Es prioritaria la necesidad de abordar el fenómeno de la expansión de la frontera agrícola trascendiendo el coyuntural posicionamiento líder de la soja, y así planificar y ordenar el desarrollo sustentable del sector con una perspectiva de corto, mediano y largo plazo.

 En ese sentido, también resulta esencial la adopción de medidas de índole económica y fiscal que incentiven prácticas agrícolas orientadas a un uso sostenible del territorio y la imposición de tasas o impuestos que desmotiven el uso inapropiado del suelo y que complementen las estrategias regulatorias.

 Entre las recomendaciones más destacadas para un mejor funcionamiento del sistema existente y un apropiado uso de los productos fitosanitarios se destacan:

 • Promover el tratamiento y la sanción de una ley de presupuestos mínimos de manejo integral de los productos fitosanitarios, desde su producción, pasando por su comercialización y utilización hasta su disposición segura (productos y envases), con la finalidad de dar un tratamiento inequívoco y armonizado en todo el territorio nacional de cuestiones fundamentales.

 • Propender a la sistematización de la normativa existente, especialmente a nivel nacional, dado que existe una numerosa cantidad de normas de diversa jerarquía y temáticas que se encuentran dispersas. Esto es un factor que influye negativamente en la aplicación y cumplimiento de la normativa ambiental tanto para los reguladores y aplicadores como para los ciudadanos y los usuarios del sector privado.

 • Reforzar y promover una ampliación del sistema federal creado en el marco de la autoridad nacional, dado que el uso de pesticidas involucra intereses inter-jurisdiccionales, y que existen dificultades presupuestarias para el control, y carencia de políticas públicas provinciales.

 • Fomentar la observancia de las buenas prácticas agrícolas.

 • Garantizar que la sociedad civil cuente con el debido acceso a la información respecto del uso y gestión de productos fitosanitarios.



 • Impulsar que las autoridades ambientales generen, sistematicen y pongan a disposición, información sobre los efectos actuales que está generando la utilización de pesticidas (fitosanitarios) sobre ecosistemas frágiles cercanos a zonas de alta productividad, así como también un registro de los problemas ambientales centrales por regiones, y de las acciones de mitigación de impacto que se estuvieren promoviendo actualmente y para el futuro.

 • Aumentar la conciencia pública sobre los efectos en la salud y el medio ambiente derivados del uso de los agroquímicos y la importancia de mejorar su marco normativo a través del contacto sostenido con medios de comunicación masiva. Es fundamental que el Estado promueva la investigación de los efectos de los agroquímicos en la salud y el ambiente.

“Ni siquiera somos el granero del mundo, somos el pastizal" por  Ignacio Jawtuschenko

Alberto Lapolla es un ingeniero agrónomo especializado en genética, estudioso del modelo sojero, que despliega sus críticas con convicción y fundamentos. Director del Instituto de Investigación de la Central de Movimientos Populares y asesor de la Comisión Nacional de Tierras

– ¿Cuál es la correlación entre la concentración de la tierra y el boom sojero?

 El germen de la sojización estuvo en esencia en la última dictadura militar y la convertibilidad menemista. Es un abandono del modelo industrial y el retorno al modelo agroexportador concentrado, cuya historia se entiende en perspectiva: los terratenientes son los descendientes directos de los encomenderos españoles.

 – ¿Hay una continuidad? ¿Y la Revolución de Mayo?

 –Castelli, Moreno y Artigas fueron derrotados en este punto. No se liquidaron los latifundios. Donde se logra tener una política agraria distinta, no basada en el latifundio, es en el Paraguay de Gaspar Rodríguez de Francia, que aplica el Plan Revolucionario de Operaciones de Moreno. Allí la tierra es del Estado. Con Rivadavia, Rosas, Mitre y Roca continúa la concentración de la tierra en pocas manos. En 1960, teníamos 660.000 productores; hoy tenemos menos de la mitad, y 6.900 propietarios son dueños del 49,7 por ciento, unas 80.000.000 de hectáreas.

 – ¿Cuáles son sus críticas al actual paradigma agropecuario?

 –La sojización tiene impactos estructurales. Hemos dejado de producir alimentos –carne, leche, trigo maíz, producción ovina, apícola, frutas, hortalizas y miel, entre otros– para producir un forraje, “pasto-soja”. En la localidad bonaerense de San Pedro había montes de 80 años que fueron limpiados para hacer soja. Es una materia prima que se exporta en un 95% con la que estamos subsidiando la industrialización de China y la India. Ni siquiera somos el granero del mundo, somos el pastizal.

 – ¿Cuál es el impacto social de esta realidad?

 –Los pequeños y medianos productores son los desaparecidos del modelo sojero. Cada mil hectáreas de soja, se crean dos puestos de trabajo pero se destruyen nueve de cada 10. En cambio, 100 hectáreas de agricultura familiar emplean entre 10 y 20 trabajadores. Además, sobre cerca de 1.200.000 trabajadores agrarios, sólo 350.000 están en blanco. Los agricultores hortícolas han sido de los más castigados.

 – ¿Por qué?

 –El glifosato rociado desde los aviones destruye los cultivos de verduras cercanos a los campos de soja. El sistema consume gran cantidad de agrotóxicos, todos cancerígenos. Hemos perdido 13.000.000 de hectáreas en Pampa Húmeda para el ganado. La ganadería está recluida en los feedlots, donde se producen 11 de las 14.000.000 de cabezas de ganado que se consumen. Es una carne de mala calidad, son animales sometidos a mucha tensión, que consumen hormonas, granos y alimento balanceado, en lugar de pasto y forraje, lo cual afecta su valor nutricional y fisiológico.

 –Hace poco, en Córdoba, la AFIP detectó maniobras fraudulentas en la comercialización por más de 2.500.000 toneladas de granos y detuvo a más de 20 personas.

 –Sí, gran parte del negocio de la soja es en negro, se hace todo de palabra. Este año, el complejo sojero producirá  19.000.000.000 de dólares. La soja transgénica sólo se puede cultivar en 20 países del mundo. En Europa no se permite.

 – ¿Por sus impactos en el ambiente?

 –Claro, la transgenia afecta al ambiente. Cultivamos decenas de millones de hectáreas de una soja cuya composición no conocemos. Requeriría de la realización de estudios de largo aliento que no se hacen. Estamos jugando con el ecosistema y la salud de la población.

 – ¿Qué opina del estudio que hace un tiempo presentó Andrés Carrasco?

 –Estoy de acuerdo. Según el informe, en sus estudios realizados en anfibios, no hizo más que comprobar que el Round Up (producto comercial del glifosato) causa la muerte de las células embrionarias y del cordón umbilical dando lugar a malformaciones y tumores. El problema es que acá no se puede prohibir el glifosato por el enorme poder de Monsanto y el lobby sojero.

 – Hay una disputa por la legitimidad. En aquel momento el ministro Barañao le restó validez, diciendo que no estaba publicado en ninguna revista científica y que esa investigación no se había hecho en el marco del Conicet...

 –Ya lo publicará. Su trabajo fue realizado en el Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA. Carrasco comprobó los efectos, en la línea de los estudios del equipo del francés Gilles-Eric Seralini. Lo que tiene que descubrir ahora son las causas metabólicas, las enzimas que actúan sobre las proteínas y eso le puede llevar más tiempo. De todas maneras, Carrasco fue muy valiente en darlo a conocer. El problema es que el ministro Barañao es parte de la industria biotecnológica. Cuando por 1984 Carrasco era mencionado para el Premio Nobel por su descubrimiento de los genes Hox, nadie salió a descalificarlo como en esta oportunidad.

 – Pero, ¿cuál sería la solución? El Estado formalmente niega la toxicidad del glifosato.

 –La solución es salir paulatinamente del monocultivo de soja. Hay que prohibir las fumigaciones aéreas, porque el viento las lleva. Permitir las terrestres sólo a mil metros de distancia de cualquier poblado, para evitar lo que sucedió en el barrio Ituzaingó de Córdoba, donde hay 200 casos de cáncer y leucemia en una población de 4.000. Repoblar el campo, recuperando producción y soberanía alimentaria. Lo ideal sería un gran debate nacional, con participación de todos los sectores, y con una policía ambiental que controle eficientemente las prácticas, porque no se puede seguir fumigando con aviones como en la selva de Colombia, para luchar contra las plantaciones de coca.

 – ¿Qué deberían hacer el INTA y las facultades de Agronomía?

 –De una vez por todas tienen que estudiar el glifosato. Hoy hay un pensamiento único sojero, perdieron la capacidad para pensar en otros términos económicos e ideológicos.

El malestar de la Argentina sojera  por  Ignacio Jawtuschenko  VERSIÓN ADAPTADA

La de la soja es una controversia que interpela a toda la sociedad y con especial aspereza al sistema científico técnico. Los sectores pro y los anti en un diálogo de sordos, cruzan acusaciones. Es una antinomia en la que salud y calidad de vida se contraponen al éxito económico del campo, y en la que cada parte cita los estudios científicos que le conviene y omite mencionar los que no apoyan sus argumentos. En ese contexto, la sojización prolifera y pone en tensión a las identidades sociales, las culturas rurales, las políticas públicas de desarrollo y el comercio con la otra punta del globo.

 “La soja y sus prácticas están cruzadas por polémicas con raíces profundas que convocan a múltiples actores a discusiones todas importantes: los riesgos de contaminación y la biodiversidad, el patentamiento y la mercantilización de la ciencia, y la diversidad biológica y cultural”, analiza Ana María Vara investigadora del Centro José Babini de Estudios de la Ciencia y la Tecnología de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín.

 A esta forma de agricultura se la señala tanto como una imposición del mercado mundial, reproductora de inequidades sociales, como por la tecnología beneficiosa, columna vertebral de la recuperación económica del país.

En 2010, los campos se fumigarán con un océano de 300 millones de litros de glifosato y cada tonelada de soja cultivada extraerá 80 kilos de nitrógeno, 33 de potasio y 8 de fósforo, entre otros nutrientes.



“Con el monocultivo se destruyen las plantaciones autóctonas y se las reemplaza por cultivos para un mercado global. La tendencia es hacia la homogeneización de la producción de alimentos. Esta agricultura de escala es la puesta en práctica de una receta de agro-tóxicos, que destruye la vida, la tierra y la vida de la tierra”, observa el médico Jorge Kaczewer, miembro del Grupo de Reflexión Rural (GRR).

 Cultivar es domesticar el tiempo.

Pasar de la caza y la pesca a la previsión agrícola representó un salto cuántico. Pero desde el arado ancestral y el respeto a la Pachamama a la agricultura de escala industrial de hoy, se han dado al menos dos inflexiones. La primera fue la llamada “ Revolución  Verde”, aquel sideral incremento de la producción agrícola de los ’60. La segunda bisagra llegó en los ’90 con el paquete de la biotecnología. Jugando a ser Dios, en la asepsia del laboratorio, pistolas cargadas de genes intervienen en los cromosomas de los vegetales para transferir rasgos deseables, como, por ejemplo, la resistencia a un herbicida total como el glifosato. Pero tiene sus beneficios: los nuevos tipos de semillas desarrollados por ingeniería genética se patentan y se licencian igual que un software.

 Pasaporte al Primer  Mundo.

La revolución productiva generada por la siembra directa la hizo el ex secretario de Agricultura menemista Felipe Solá, que permitió a Monsanto traerla de los Estados Unidos e implantarla a velocidad récord. A caballo de una campaña de promoción para lograr una aceptación social, bajos costos y simplicidad técnica, el paquete tecnológico de este sistema de siembra era el pasaporte para que el país ingresara al Primer  Mundo. Para el ingeniero agrónomo Alfredo Galli, ex técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), “no hubo rigor científico. La soja entró por la ventana burlándose de las instituciones nacionales. Los estudios fueron presentados por la propia Monsanto, sin siquiera traducirlos ni contrastarlos. Primó el interés de la empresa”. En 1996, se autorizaron también otros cultivos transgénicos, como algodón y dos variedades de maíz resistentes a insectos. Ese año era transgénica sólo el 0,7 por ciento del total de la soja sembrada. A partir del 2002, el 100 por ciento. En la Argentina el uso del glifosato es excluyente, casi no se usa otro herbicida.

Los herbicidas han evolucionado desde los selectivos (para algunas malezas) a los de amplio espectro y finalmente los totales como el glifosato, diseñados para que eliminen toda vegetación con la que toma contacto. “Nos hicieron creer que era el menos tóxico para los seres humanos y el más amigable para el ambiente”, señala Kaczewer.

 Efectos adversos

Hay quien puede decir que la biotecnología es inocua y confiable porque está detrás de las fermentaciones que producen vino, cerveza, pan, quesos y yogur. Pero la marea transgénica no es color de rosa. Si bien es escalofriante, la opacidad de la información y la falta de estudios en las universidades sobre efectos de agrotóxicos en humanos, días atrás, la Comisión de Investigación del Agua del Chaco fue la primera en confirmar oficialmente la relación entre los agroquímicos y el aumento de enfermedades en la localidad de La Leonesa, cerca de Resistencia. El ministro de Educación de esa provincia, Francisco Romero, dijo: “Desde las forestales, la de esta provincia ha sido una historia de expoliación irracional de los recursos naturales. En las últimas décadas, la tierra pública fue saqueada para plantar soja. En 1995 teníamos 5.000.000 de hectáreas de tierras fiscales y, en 2007, quedaban 600.000. Aunque ya hemos logrado recuperar unas 600.000 que fueron vendidas ilegalmente, tenemos una deuda en la política ambiental. Por ejemplo, en la escuela rural de Cancha Larga, en el departamento Bermejo, donde han aparecido síntomas preocupantes en los chicos, estamos trabajando fuertemente en la educación eco-ambiental y la organización social”.

 Consultado por este diario, el Ingeniero Enrique Martínez, titular del Instituto de Tecnología Industrial (INTI), aseveró: “No hay inocencia científica. Podrá haber ignorancia o indiferencia culposas, o acción u omisiones dolosas, pero en cualquier caso, los científicos y técnicos somos responsables ante la sociedad. Lo crítico es que la agricultura industrial prioriza el negocio por sobre la relación hombre-suelo. La actividad se ha simplificado al extremo de convertirse en extractiva, como la minería”. Martínez pone a la sojización en la mira y propone que desde el Estado se trabaje en “una ley del uso del suelo rural, que evite exponer a las tierras al riesgo de perder la fertilidad y convertirlas en un páramo y una normativa rigurosa para el uso de herbicidas y pesticidas”.


martes, 24 de abril de 2012


4to ES Sagrada Familia
Saskia Sassen:   Nuevas Tecnologías y el “poder de los sin poder”.   VERSIÓN ADAPTADA

Saskia Sassen, investigadora social y considerada una de las cinco máximas autoridades mundiales sobre la Sociedad de la Información, analiza conceptos como las divisiones sociales, el control de las tecnologías y las nuevas fuerzas sociales, tan contrapuestas como los activismos pacifistas o las redes terroristas, que han encontrado un eco importante de la Red, para preguntarse finalmente acerca del 'poder de los sin poder'. Nacida en Holanda, vivió 14 años en Argentina y actualmente está establecida en EEUU, es una reputada especialista en asuntos urbanos, actualmente profesora de Sociología en la Universidad de Chicago y profesora invitada en la London School of Economics, Reino Unido. Se volvió conocida internacionalmente luego de publicar su obra seminal – La Ciudad Global, en 1991 (Princeton University Press), reeditada y revisada en 2001.

Vivimos en un mundo en el que las nuevas tecnologías nos imponen tener una identidad digital. ¿Estamos preparados?

Bueno, sí y no. Por un lado, sí, porque existe el concepto de identidad digital casi como imaginario. La gente que aún no la tiene, especialmente en el Primer Mundo, tiene un imaginario en torno a ese concepto. Y no, porque en realidad es un proceso en formación, una buena parte de la gente sólo asume su identidad digital como un juego... Yo creo que hay un sector que ya tiene identidad digital, y tenemos datos sobre eso. Y es un sector muy interesante, ya que entre ellos se da una interactividad y una confianza muy fluida en el mundo digital, y cuando esa gente se conoce en persona las relaciones son más difíciles

La oportunidad de tener una identidad digital por pertenecer a un país desarrollado, ¿no agranda las diferencias entre los pueblos?

 Yo creo que sí ahonda las diferencias. Mi pregunta siempre es: cuando una nueva tecnología se inventa, y no pasa por tu casa, ¿se puede llegar con un caballo? Por ejemplo, cuando el tren se desarrolló, uno podía seguir tomando el caballo como medio de transporte. Pero aquí no hay caballo, ese es el problema. Mi pregunta, en el plano político, es: ¿Cuál es el caballo? Claro, es algo muy complicado porque abarca el acceso a las computadoras, la conectividad... Es un caballo que depende demasiado de fuerzas externas. Se trata de un proyecto macro, como por ejemplo llevar la conectividad muy barata a un hogar. Y va a generar divisiones, genera nuevos tipos de diferencias. Ahora bien, yo creo que es importante reconocer que hay muchos sectores pobres, como las barriadas en Lima, en donde ya hay conectividad a través de cabinas públicas donde uno puede usar Internet. Por eso, no es verdad que la gente pobre no tenga acceso a la Red, lo que pasa es que es un acceso limitado. Y permite a la gente no demasiado rica comunicarse de una manera global, les hace sentirse parte de una comunidad global.

Yo tengo la impresión de que el acceso a las nuevas tecnologías agranda la división también entre las personas de sociedades menos desarrolladas...

Sí, hay una nueva geografía de la centralidad, donde las clases altas, ricas, se encuentran en un mismo circuito internacionalizado. Pero yo creo que entre los activistas, ahora, se da esa posibilidad, de un circuito internacional. Pero hay que tener una disposición, hay que focalizar ese circuito en algo, como el medio ambiente, los derechos humanos... Yo creo que el ser político abre la posibilidad de encontrarte con gente de otros países y establecer esa red. Por eso, existe un nuevo internacionalismo desglosado, digamos: el rico y el pobre.

 Pero parece que las nuevas tecnologías, en lugar de eliminar barreras, crean nuevas diferencias sociales, ¿no?

 La cuestión es que nunca nos vamos a poder librar de las diferencias, de las desigualdades, pero estas son nuevas desigualdades, y además con el problema de que no hay caballo que te lleve.

Y dado que la integración digital, esa globalización virtual, es algo inevitable, ¿qué alternativas hay para aquellos que se queden descolgados? ¿Qué se puede hacer para luchar contra estas nuevas desigualdades?

 Ese es un tema muy, muy importante para mí. Cuando se hablaba tanto de la 'brecha digital', yo siempre decía: "Una vez que uno entra en el círculo, dentro del ciberespacio, existe otra división, la que hay entre las redes de alta velocidad y la Internet lenta". Además, hay que tener en cuenta la privatización del espacio 'ciber'. Hay nuevas desigualdades dentro del espacio 'ciber', por tanto, nuevas 'segmentaciones' o 'cibersegmentaciones'.



Pero, ¿cuales son nuestras armas para luchar contra esas nuevas segmentaciones?

Yo creo que hay que identificar aquí dos temas: uno es la identificación de quién controla, y otro la conectividad, llevarla a todos los sectores sociales, algo que ha de ser un proyecto muy importante. La conectividad debe aparecer en todos los proyectos, y no sólo para objetivos muy instrumentalizados. Para esto ha de existir cierta conciencia social, y los responsables públicos tienen que entender la enorme importancia de llevar la conectividad a todos los sectores sociales. Y hay que tener una cultura de uso, además, que no es sólo saber usar la máquina, sino saber por qué la estás usando.

Hablemos ahora del control.

 Bien, ese era el otro tema. Aquí la cosa es muy seria. Por poner un ejemplo, cuando digitalizamos una biblioteca pública, existe la posibilidad de incorporar mecanismos de pago, que van a crear nuevas exclusiones. Ahora, sin ir más lejos, las revistas para profesionales, las más académicas, digamos, van a empezar a cobrar por las páginas usadas, mientras que antes una iba a la biblioteca. Se trata de una privatización 'pay per use' que va a restringir mucho. La cuestión de la propiedad intelectual privada es un monstruo que se está empezando a despertar y aún no sabemos lo que se nos viene encima. Y además es una apropiación horrenda, por parte de un sector organizado (las grandes empresas, digamos) para captar, y que además deja al margen al resto, a la mayoría, al pueblo que no tiene acceso a esos instrumentos. Como dice la frase, "las semillas vienen con copyrigt".

Frente a todos estos intentos de democratización de las Tecnologías de la Comunicación, frente a tanto activismo y tanta comunidad, parece que hay un surgimiento del individualismo reflejado en el auge de las 'weblogs' o bitácoras. ¿Te parece paradójico?

Lo que pasa es que esta tecnología nos permite otras modalidades, o sea, que cada cual puede ser su propio editor y publicador. Creo que este caso no es tanto paradójico como que indica una madurez en el uso, y cuando estás en un medio tan tecnológico, y por ende tan estandarizado, que lo individual, puede también surgir. A mí me interesa mucho la cultura del uso, y los ‘blogs’ son en sí cultura de uso, ya que el autor sabe usar la herramienta para un uso concreto, en este caso individualizado. Te voy a poner un ejemplo de cultura de uso: hace tiempo se hizo un estudio en el mundo islámico, comparando el uso de Internet de la gente joven, muy modernizada (un uso muy similar al de la juventud de aquí, que es muy elemental, muy estandarizada: navegación, descarga de música, compras), con el uso que hacen de la Red los escolares estudiantes del Corán, que son muy tradicionales. Estos últimos sí saben cómo usar la tecnología, porque el hipervínculo les permite generar todos los comentarios a los Textos Sagrados, y además pueden establecer vínculos con otras comunidades de estudiosos del Corán. Total, que este uso de la tecnología es mucho más sofisticado, tienen una cultura de uso muy compleja. Por tanto, a medida que la tecnología se va expandiendo, hay ciertas culturas de uso que emergen y que generan todo un nuevo mundo en torno a esa cultura, cosas más creativas, más individualizadas... Esto para mí indica una madurez en el uso de las tecnologías, y no una paradoja. Al fin y al cabo, todas las tecnologías se reducen al instrumento, y este es un instrumento, en principio, muy social, porque tiene que ver mucho con la interactividad. Entonces, hay que refinar nuestro uso.

Gran parte de tu trabajo ha girado en torno a las ciudades, y en alguna ocasión has afirmado que el atentado  a las Torres Gemelas y sus consecuencias mundiales demuestran tus teorías acerca de las ciudades globales (Nueva York sería una ciudad global).

Yo siempre digo que la ciudad es un espacio que comunica, es un espacio eurístico en el sentido que produce conocimiento sobre algo que va mucho más allá de la ciudad' Y por otra parte, es un espacio de comunicación, por lo que proyecta mensajes a todo el mundo.

Todo esto tiene un reflejo en el ciberespacio, e incluso estos movimientos a veces se crean en la Red...

Absolutamente. Hay una serie de activismos que se dan exclusivamente en el espacio digital, lo que pasa es que se trata de una historia menos conocida. Se trata de un activismo muy técnico y sofisticado. Hay acciones que se dirigen a determinados políticos, muy seleccionados, en determinados países, para lograr resultados. A veces no hay manera de hacerlo de otra forma.