lunes, 21 de marzo de 2011

Año 2011
Geografía (Ciencias Sociales)
1ro ES


En www.nuevodiario.com.ni
“La Tierra no es como la pintan” Por Carlos Daguer Redactor de El Tiempo. Artículo publicado el jueves 07 de Junio de 2001, en El Nuevo Diario (Managua, Nicaragua) VERSIÓN ADAPTADA

Desde hace más de cuatro siglos, el mapamundi con que se ha enseñado geografía muestra a Norteamérica y Europa más grandes de lo que son. Pero la realidad es otra: África es treinta por ciento más grande que Norteamérica y Colombia es el doble de España.

Veintiséis años de debate por un mapa de cuatro siglos

El mapamundi con el que se ha enseñado la geografía tradicional se proyectó en el siglo XVI. En éste ha estudiado geografía la mayoría de los niños en el mundo, y aun para estos días sigue siendo el más popular. La preocupación por el tema tiene más de dos siglos, pero la obsesión comenzó hace veintiséis años y todavía los interesados pelean.

En efecto, en 1974 el historiador alemán Arno Peters, un apasionado del Tercer Mundo, denunció los dejos colonialistas que han tenido los mapas durante más de cuatro siglos. Por expresarlo con un nuevo mapa del mundo, se convirtió en un hereje, no de la religión, sino de la cartografía.

Peters pintó la Tierra de una manera distinta y -si cabe mencionar la intención- más justa. Tradicionalmente, la imagen que se tiene del mundo es un planisferio hecho en 1569 por el cartógrafo flamenco Gérard de Cremer, mejor recordado como Mercator. Este muestra descomunales los países del Norte del globo y, en contraste, pequeños los del Sur.

Sobre un plano, es imposible representar con exactitud un planeta redondo. Sería como aplanar una naranja y esperar que muestre todas sus caras sin que la superficie se rasgue. Incluso, en una clase de geografía básica Groenlandia es más grande que la India, cuando este país tiene un millón de kilómetros cuadrados más.

SACRIFICARON PROPORCIONES REALES

De alguna manera, la necesidad de pintar la Tierra sobre una superficie plana forzó a Mercator a “aplastar la naranja”. La consecuencia fue que hacia los polos -donde las rasgaduras habrían quedado más amplias- se “estiraron” las superficies. En pocas palabras, en nombre del aplanamiento se sacrificaron las proporciones reales.

Mercator no hizo su planisferio para enseñar a los estudiantes, sino para orientar a los marineros. Sin embargo, su proyección -u otras basadas en esta- terminó decorando las paredes de las aulas prácticamente en todo el mundo.

Hace dos años, el investigador Thomas Saarinen, en un trabajo para la National Geographic, analizó 3.800 mapamundis pintados de memoria por niños de 49 países. Casi la totalidad tenía en su mente la proyección de Mercator.

Algunas versiones de este mapa aclaran en letra menuda que las áreas no guardan las proporciones, pero la imagen que queda en la retina es que el Norte es más grande. Y esa misma imagen dice que el Hemisferio Sur, la otra mitad del mundo, es dos veces más pequeño que su homólogo norteño.

Si a esto se suma que entre los siglos XV y XVI se adoptó la convención de pintar en la parte superior el Norte de los mapamundis, la imagen que queda es que definitivamente esa parte es la más importante.

MODELO IDEOLÓGICO

El polémico planisferio del alemán Arno Peters no tuvo la intención de orientar a los marineros, sino de poner las cosas en sus justas proporciones. Situó la línea del Ecuador en el centro y, para respetar las dimensiones, en la cuadrícula redujo las distancias entre los paralelos a medida que se acercan a los polos. Las consecuencias fueron que el Norte se hiciera menos grande y que se sacrificaran las formas en nombre del respeto a las áreas. Según el cartógrafo Arthur Robinson, un furibundo crítico de esta proyección, el mapa de Peters es como "un calzoncillo largo, mojado y andrajoso colgado del Círculo Polar Ártico".

Por ejemplo, allí Colombia aparece más alargada. No obstante, este mapa revela que su territorio, de 1.100.000 kilómetros cuadrados, es tan amplio como Escandinavia (Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca), que se ve tres veces más grande en la proyección de Mercator. O, por ejemplo, Groenlandia, cuya dimensión se cree que es como la de África, en cambio en un planisferio de Peters se ve en sus correctas proporciones: no más grande que México.

No fue por estas razones -demostradas en la realidad y aceptadas por la cartografía- que el mapa de Peters ha sido criticado, aun cuando goza del respaldo de las Naciones Unidas, el Consejo Mundial de Iglesias y otras instituciones.

En el fondo, aparte de las singulares formas que toman algunos países, lo que disgusta es su abierta carga ideológica. En 1885, el reverendo escocés James Gall hizo un mapa similar que pasó casi inadvertido.

LA INIQUIDAD DE LA GLOBALIZACIÓN

La diferencia es que el de Arno Peters puso la ideología en la agenda de la cartografía. De hecho, en la última década este historiador se ha dedicado, entre otras cosas, a denunciar la inequidad de la globalización. Por eso el debate sigue vivo. Aunque existen otras proyecciones distintas a la suya y a la de Mercator -incluso más científicas- su planisferio hoy despierta pasiones más políticas que geográficas.

El suyo se considera un mapa no racista en cuanto busca recordar que al sur de Norteamérica, Europa y Rusia está la mayor cantidad de países, habitantes y territorios de la Tierra. Además, es una crítica a la visión colonialista del mundo que, según su autor, pudo acabarse en la realidad, pero no en la cartografía.

Cuando lo hizo, Peters estaba preparando un atlas histórico. "Mi historia del mundo -decía- trae al recuerdo gente del Tercer Mundo (de Egipto, Mesopotamia, China, India) como creadores de la cultura de la Humanidad. Yo no podía usar un mapa como el de Mercator, que muestra los países de esta gente en un tamaño demasiado pequeño para su importancia histórica".

De seguro, para las próximas generaciones, tanto la proyección de Mercator como la de Peters serán anécdotas en la historia de la cartografía. Pero la lección se habrá aprendido: a los mapas también hay que leerlos entre líneas.


Lío irresoluble

Nadie ha encontrado la fórmula del mapamundi perfecto. La única representación fiel es el globo terráqueo. Aparte de la de Arno Peters, se han planteado varias fórmulas para resolver el problema áreas versus formas.

Las proyecciones de Karl B. Mollweide, de 1805, y de Max Eckert, hacia 1920, pintan la Tierra como un huevo acostado. La propuesta reduce las distorsiones en los polos. En 1921, Paul Goode hizo una versión que parece una naranja pelada y que logra distorsiones menores.

En el último siglo, la National Geographic Society ha utilizado tres proyecciones (Van der Grinten, Arthur H. Robinson y Oswald Winkel), en las que la Tierra aparece como una elipse.
Aunque evitan las distorsiones, conservan el problema de las proporciones erradas. Es decir, intentan resolver salomónicamente el problema: procuran respetar a la vez las formas y las áreas, pero siempre alguna en detrimento de la otra.


En www.lavoz.com.ar Artículo publicado en el Suplemento Temas/Dominical del Diario
La Voz del Interior (Córdoba-Argentina) el 24 de septiembre de 2003.-

“El viejo planisferio de proyección Mercator” Por Norberto Schiavonni / Profesor de Geografía
Nota: Este artículo ha sido desarrollado en base a los aportes del investigador alemán Arno Peters.

La imagen del mundo determinada por los europeos tiene demasiadas deformaciones como para que sigamos trabajando con un mapa cuyo trazado tuvo lugar hace más de 400 años.

Una nueva concepción irrumpe con la modernidad y debería ser aplicada para borrar las profundas alteraciones que produjo el colonialismo cultural, del que deviene el mapa aquí cuestionado.

Es posible que en estos momentos la nueva cartografía pueda cumplir con los requisitos de exactitud, sistematización y objetividad requeridos por la ciencia geográfica.

Pero aún en la actualidad, y aunque se trabaje con todo rigor, el material científico con que se cuenta, al trasladar la superficie de la esfera terrestre al plano del mapa, siempre se pierden inevitablemente tres cualidades del globo: la fidelidad de la forma, la fidelidad de la distancia y la fidelidad angular.
Esto implica que la concordancia entre la superficie terrestre y la imagen del mapa es imposible. De modo que para informarnos sobre las formas, las distancias o los ángulos deberemos consultar el globo terráqueo.

Cambiar el meridiano cero

En la nueva cartografía será necesario llevar el meridiano cero al centro del Estrecho de Bering, lugar en el que no atravesará ninguna zona habitada del planeta. Esto puede hacerse ya que el meridiano cero, al contrario de lo que ocurre con el Ecuador y los polos, no es un punto que se encuentre predeterminado naturalmente.

Por consiguiente, tampoco existen razones de orden científico para que se siga ubicando el meridiano cero en Greenwich, sitio donde se encuentra en la actualidad porque arbitrariamente así lo determinó la mayor potencia colonial europea de su momento. De este modo, Gran Bretaña quedó en el centro del mapa junto a sus vecinos colonialistas.

En coincidencia con la determinación del nuevo meridiano cero, debería establecerse una nueva línea de demarcación de la fecha. Allí donde comienzan a contarse los meridianos, deberían comenzar a contarse los días.

Así, la nueva frontera horaria se situaría en el lugar que naturalmente se presta para ello, sin atravesar ningún continente, ni Islandia, ni Groenlandia, ni verse obligada en su trazado a serpentear sobre el mar, tal cual ocurre hoy.

Planisferio de nuevo tipo

Para nuestros pueblos sudamericanos, a los efectos de recuperar nuestras imágenes reales, se hace vital conformar un planisferio en el cual el continente americano sea representado en el centro, en lugar de Europa. Del mismo modo, también se puede colocar en el centro al continente asiático.

Es que la ubicación de los continentes en un mapa planisferio no está dictada por una cuestión física, o por su importancia estratégica o por razones de otro orden. Es necesario adquirir la conciencia de que podemos operar de cualquier forma sobre el planisferio sin alterar el sentido de la representación del globo terráqueo.

Este criterio, denominado de suplementariedad, permite destacar que en la era de la comunicación mundial de la televisión y de Internet, se puede trabajar desde imágenes distintas respetando la objetividad y que se pueden obtener del mundo, proyecciones diferentes a las expresadas desde el Viejo Continente.

Por otro lado, al considerar el nuevo planisferio, denominado “Proyección Peters”, las zonas templadas aparecen prácticamente igual que en su forma real. Lo cual sigue el principio geográfico de representar lo más fielmente posible los territorios más densamente poblados.

En cambio, las zonas ecuatoriales, situadas en el medio del mapa, siguen apareciendo con distorsiones. El precio de esta solución es que los territorios entre los paralelos 60 y los polos (90°) están representados en forma deficiente.


De todas maneras, el Planisferio Peters no será nunca percibido como extraño a causa de la distorsión de los territorios polares sino únicamente por la distorsión de las zonas intertropicales, aun cuando éstas no superen valores razonables. Pero el planisferio es correcto desde el punto de vista matemático al hacer prevalecer el principio de los territorios más poblados.

El mapa como símbolo

Como un mapa no es una representación antojadiza sino, por el contrario, la imagen abstracta o la simbolización de un lugar, de una ciudad, de una región o un país, de un continente o del mundo, representa un valor concreto almacenado en el cerebro de cada uno de los seres humanos.

Tampoco es algo metafísico, ni corresponde a la ciencia ficción. Es la encarnación, nada más ni nada menos, del espacio donde cada uno de nosotros vive su vida en relación directa con ese lugar preciso y concreto del mundo.

Contando con el desarrollo de la ciencia y los avances técnicos, es posible desenvolver una nueva categoría de mapas que se ajusten a la realidad, dejando atrás la falacia de la vieja cartografía sustentada y desplegada desde Europa para avalar su dominio territorial mediante el colonialismo cultural.

Esta es una tarea que puede ser difundida por los medios de comunicación masivos y por las instituciones escolares en todos sus niveles. Los primeros, por el alcance global que tienen dentro de la sociedad y las segundas, porque, a pesar de los golpes contra la propia cultura de parte de la globalización, siguen siendo instituciones creíbles.

En www.rionegro.com.ar
“Los mapas y las mentiras de los cartógrafos” Publicado en la sección Sociedad, el lunes 26 de Junio de 2006
VERSIÓN ADAPTADA

El planisferio que conocemos desde la escuela primaria nos muestra una visión errónea del tamaño de los continentes.

En realidad la tiranía de la geometría no les deja alternativa a los pobres cartógrafos que no tiene otra opción que mentirnos con sus dibujos. Transferir la forma de un continente desde el globo terráqueo a la superficie plana de un mapa es una tarea imposible de hacer sin mostrar algo que no es.

Las proyecciones son los sistemas matemáticos que se utilizan para transferir una realidad esférica a las dos dimensiones de un mapa. Hay más de cincuenta variantes diferentes y tres tipos básicos para elegir en que mentir y en que no.
Las proyecciones que respetan la forma pero no el tamaño se denominan "Conformes". Las proyecciones "Equivalentes" respetan las áreas pero no sus formas y finalmente las proyecciones "Equidistantes" que mantienen la distancia real entre los distintos puntos del mapa sin respetar la forma ni las dimensiones.
No es de extrañar la conmoción política que causó en 1974 Arno Peters al presentar su Proyección bajo provocativos argumentos políticos: "La Proyección de Mercator sobrevalora al hombre blanco y distorsiona la imagen del mundo para ventaja de los colonialistas".
Peters mostraba en su proyección, basada en la de James Gall de 1885, la proporción real de las superficies evidenciando la superioridad territorial de un sur pobre ante el eurocentrismo que mostraba la proyección Mercator.
La forma de las masas de tierra de la versión de Gall-Peters está muy distorsionada pero con la finalidad de representar su área con máxima exactitud. De la misma manera, la deformación de Mercator, fue una consecuencia originada en la necesidad que fuera de utilidad en la navegación. Este, mapa fundamentalmente sirve para navegar con brújula, no para enseñar geografía.

Hoy en día la proyección de Peters es la tercera de las proyecciones más utilizada junto a la Mercator y a la de Robinson adoptada por EE.UU.
Lo cierto es que la proyección de Peters es matemáticamente tan válida como las otras sin embargo el público en general todavía la desconoce.

Nuestra realidad de forma globoidal no nos hace las cosas fáciles, la verdad no es una sola y los cartógrafos dirían, "todo depende de la proyección con que se dibuje."

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