5T0 SOCIALES GEOGRAFÍA 2020 Profesor: Carlos Corzo 11/03/20
Escuchar. La expulsión de lo distinto TEXTO ADAPTADO
Byung - Chul Han. (o Pyong-Chol Han)
(Seúl, 1959) es un filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios
culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. Escribe en
idioma alemán y está considerado como uno de los filósofos más destacados del
pensamiento contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del
trabajo, la tecnología y la hiper-transparencia. El hiper-consumismo, la auto-explotación y el miedo al otro son algunos
de los rasgos distintivos de la civilización moderna, de acuerdo con sus
postulados. Este filósofo ha sido considerado una de las voces más reputadas
para diseccionar la sociedad del siglo XXI.
La Red está
ahí y no hay más salida que aceptarlo. Pero mucha gente es consciente de los
muchos inconvenientes que se agregan a las evidentes ventajas de esta realidad.
La reflexión que nos propone Alejandro Floría Cortés, del filósofo surcoreano
Byung - Chul Han, Profesor en Alemania, reflexiona sobre los paradójicos
problemas de incomunicación que afloran en un sistema, precisamente, de
comunicación. Porque desaparece un elemento básico de esta comunicación: la
otra parte.
De la red
obtengo información, y para ello no tengo que dirigirme a ningún interlocutor
personalmente. Para obtener información o productos no tengo que desplazarme al
espacio público. Más bien, hago que la información y los productos vengan a mí.
La comunicación digital me interconecta y al mismo tiempo me aísla. Destruye la
distancia, pero la falta de distancia no genera ninguna cercanía personal. Sin la presencia del otro, la comunicación
degenera en un intercambio acelerado de información. No entablé ninguna
relación, sólo una conexión. Es una comunicación sin vecino, sin ninguna
cercanía vecinal. Escuchar significa algo totalmente distinto que intercambiar
información. Al escuchar no se produce ningún intercambio. Sin vecindad, sin
escucha, no se configura ninguna comunidad. La comunidad es el conjunto de
oyentes.
En Facebook
no se mencionan problemas que pudiéramos abordar y comentar en común. Lo que se
emite es sobre todo información que no requiere discusión y que sólo sirve para
que el remitente se promocione. Ahí no se nos ocurre pensar que el otro tenga
preocupaciones y dolor. En la comunidad del "me gusta" uno sólo se
encuentra a sí mismo y a quienes son como él. Ahí tampoco resulta posible
ningún discurso. El espacio político es
un espacio en el que yo me encuentro con otros, hablo con otros y los escucho.
La escucha tiene una dimensión
política. Es una acción, una participación activa en la existencia de otros, y
también en sus sufrimientos. Es lo único que enlaza e intermedia entre hombres
para que ellos configuren una comunidad. Hoy oímos muchas cosas, pero perdemos
cada vez más la capacidad de escuchar a otros y de atender a su lenguaje y a su
sufrimiento.
Hoy, de
alguna manera, cada uno se queda a solas con sus sufrimientos y sus miedos. El
sufrimiento se privatiza y se individualiza, pasando a ser así objeto de una
terapia que trata de curar el yo y su psique (es aquello formado por los
fenómenos y los procedimientos que ocurren en la mente). Todo el mundo se
avergüenza, pero cada uno se culpa solo a sí mismo de su endeblez y de sus
insuficiencias. No se establece ningún enlace entre mi sufrimiento y tu
sufrimiento. Se pasa por alto la sociabilidad del sufrimiento.
La estrategia de dominio consiste hoy
en privatizar el sufrimiento y el miedo, ocultando con ello su sociabilidad, es
decir, impidiendo su socialización, su politización. La politización significa
la transposición de lo privado a lo público. Lo que hoy sucede es más bien que
lo público se disuelve en lo privado. La esfera pública se desintegra en
esferas privadas.
La voluntad
política de configurar un espacio público, una comunidad de la escucha, el
conjunto político de oyentes, está menguando radicalmente. La interconexión
digital favorece este proceso. Internet no se manifiesta hoy como un espacio de
la acción común y comunicativa. Más bien se desintegra en espacios expositivos
del yo, en los que uno hace publicidad sobre todo de sí mismo. Hoy Internet no
es otra cosa que una caja de resonancia del yo aislado. Ningún anuncio escucha.
La
alborotadora sociedad del cansancio es sorda, a diferencia de ella, la sociedad
venidera podría llamarse una sociedad de los oyentes y de los que atienden. Hoy
es necesaria una revolución temporal que haga que comience un tiempo totalmente
distinto. Se trata de redescubrir el tiempo del otro. La actual crisis no es la
aceleración, sino la totalización del tiempo del yo.
El tiempo
del otro no se somete a la lógica del incremento del rendimiento y la
eficiencia., la cual genera una presión para acelerar. La política temporal
neoliberal elimina el tiempo del otro, que por sí mismo sería un tiempo
improductivo. La totalización del tiempo del yo, viene acompañada de la
totalización de la producción, que hoy abarca todos los ámbitos vitales y
conduce a una explotación total del hombre.
La política temporal
neoliberal elimina también el tiempo de la fiesta, el sublime tiempo nupcial,
que no se somete a la lógica de la producción. Conduce a la eliminación de la
producción. A diferencia del tiempo del yo, que nos aísla y nos individualiza,
el tiempo del otro crea una comunidad. Por eso es un tiempo bueno.
En el
enjambre
En esta obra, analiza la forma en la
que la revolución digital, internet y las redes sociales han transformado la
esencia misma de la sociedad. Se ha formado una nueva masa: “el enjambre
digital”: una masa de individuos aislados, sin alma, sin acción colectiva, sin
sentido y sin expresión. La hiper-comunicación
digital destruye el silencio y únicamente percibe ruido carente de coherencia,
aturdidor. Bajo este contexto se impide el cuestionamiento al orden
establecido, tomando así el sistema rasgos de totalitarismo de forma poco
visible.
Byung-Chul Han parte de la base que
el respeto constituye una pieza fundamental para lo público, y que si el
primero desaparece, decae de inmediato lo segundo. La comunicación digital
deshace las distancias. Y la falta de ella conduce a que lo público y lo
privado se mezclen, y los límites entre ambos pierdan sentido. Así, se
configura el escenario digital ideal para borrar todo contacto humano. De este
modo, se origina un vertiginoso río informativo que decanta en el llamado
anonimato, excluyente del respeto. La comunicación digital, además de incentivar
lo individual y anónimo, destruye a la vez, el respeto, íntimamente ligado a la
distancia que se da entre las personas. Distancia que hoy en día es casi nula,
al igual que el respeto.
Hoy vivimos en una cultura virtual
extrema, donde las emociones no son expresadas de piel a piel, sino con
emoticones. Las relaciones de carne y hueso escasean. Deja de existir ese
espacio de interlocución, donde existía un equilibrio entre oyente y hablante.
Este nuevo paradigma de relaciones viene de la mano con el ensimismamiento y la
poca participación colectiva. “(…) La intimidad es expuesta públicamente y lo
privado se hace público”. La vida ocurre a través de una pantalla que todo lo
sabe, que todo controla y mucho más aún de lo que podemos llegar a imaginar. La
manipulación es ejercida intencionalmente, y posee tal poder que incluso maneja
los estados anímicos de los participantes como los estados anímicos colectivos.
La sociedad se ha disgregado al punto
que lo comunitario y participativo está en claras vías de extinción. “La
privatización se impone hasta en el alma”.
Hoy todo
se mira desde un yo no participativo, un yo que no se involucra y que ve como
espectador lo que sucede a lo largo y ancho del globo. Siempre desde su
intocable individualidad, vendida como logro personal, pero que, a fin de
cuentas, es una cárcel.
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