lunes, 4 de marzo de 2013


5to ES   Año 2013

¿Qué hay que saber hoy sobre Geografía?

Una ciencia para comprender los territorios En El Monitor de la Educación número 13, 5ta Época, Julio/Agosto 2007, páginas 48 y 49.- VERSIÓN ADAPTADA
Por Alejandro Benedetti (Doctor en Geografía, becario posdoctoral del Conicet. Investigador del Instituto de Geografía y docente, UBA).

Cualquier geógrafo al comentar cuál es su profesión, suele recibir preguntas del estilo: “¿Cuál es la capital de Kirguizistán?; ¿descubriste alguna mina de oro?”; o también: “¿Haces mapa?”. Sería incorrecto afirmar que la toponimia, la geología o la cartografía son saberes ajenos a la geografía. Pero ninguna de esas disciplinas son, indefectiblemente, especificidades del quehacer de los geógrafos.
El término Geografía tiene una pluralidad de sentidos. Uno de ellos remite a un saber práctico y se remonta a las primeras culturas. El conocimiento sobre la localización de las fuentes de alimento, el agua potable o los enemigos, y también los caminos de acceso, era una información vital. Lo sigue siendo. También suele asociarse al medio físico: la geografía de una comarca es el conjunto de construcciones, ecosistemas, estructuras geológicas y superficies ocupadas con agua que encuentran allí. Suele haber una fuerte asociación del término geografía con la asignatura escolar.
Esta materia está presente en el sistema escolar desde fines del siglo XIX. En la Argentina como en otros estados nacionales, junto a la historia y el civismo, la geografía fue una poderosa herramienta que aglutinó a una heterogénea población, creando y fortaleciendo los sentimientos de pertenencia a la comunidad imaginada. La geografía escolar fue un importante motor para el desarrollo de la geografía profesional. Si bien actualmente la enseñanza sigue siendo un importante ámbito laboral para los geógrafos, el espectro de intereses y áreas de inserción es mucho más amplio.
Suele afirmarse que el pensamiento geográfico se origina en la Grecia antigua, de donde proviene el término. En sus orígenes consistía en la mensura y descripción de la extensión del mundo conocido, sus fronteras y el más allá.
En 1650, Bernhard Varenio condensó buena parte del conocimiento del mundo, aunque la geografía seguía siendo un saber disperso. La sistematización de los conocimientos en geografía comenzó a producirse hacia fines del siglo XIX, en el contexto de la formación de los estados nacionales, el imperialismo europeo y la consolidación del sistema educativo:
En la Argentina, los primeros pasos en el proceso de institucionalización de la geografía se dieron con la creación de algunas cátedras, hacia 1900, dentro de una carrera de Historia; con la creación en 1904 de una carrera especializada en la formación de profesores de Geografía, en el Instituto Joaquín V. González; y, a mediados de siglo, se establecieron las primeras carreras universitarias.
Puede reconocerse una continuidad a lo largo de la tradición geográfica, dada por el interés por comprender las variaciones de fenómenos naturales y sociales en la superficie terrestre. Los temas, las formas de abordarlos y las prácticas profesionales fueron cambiando de manera notable. La geografía asiste actualmente a una creciente diversidad y complejidad del abanico de temas y problemas. Algunos de los campos emergentes son la geografía de género, el desarrollo local, los problemas de la mundialización, las geografías de la vida cotidiana, por mencionar algunos ejemplos.
Cada vez hay mayor consenso en que la geografía forma parte de las ciencias sociales. Aun cuando se estudien los recursos naturales, la mirada de los geógrafos no está puesta en los procesos naturales que dieron origen a los materiales, sino en la conflictividad social generada por su apropiación y puesta en valor. La mirada sobre un proceso social cualquiera apunta a comprender las configuraciones territoriales resultantes, a describir la disposición particular que adquieren las infraestructuras, a interpretar las formas en que se organizan territorialmente las instituciones o a reconstruir el proceso de formación de las identidades regionales.

En el quehacer de los geógrafos, las categorías de análisis fundamentales son:
-Espacio
-Región y paisaje
-Territorio
-Límite y frontera
-Lugar
-Red,
entre otras.

Pero probablemente es territorio el concepto con más revisita. Tradicionalmente fue asociado a la idea de suelo, de soporte material y jurisdicción de un Estado nacional, o a área controlada por un animal. Las nuevas perspectivas han contribuido a enriquecer esta categoría de análisis.

Algunas claves para comprender los territorios son:

- La idea de territorio no está asociado en forma unívoca al Estado nacional. Un territorio puede concebirse como un resultado de las acciones de cualquier sujeto (individual o colectivo) que busca controlar en un área determinada, sus recursos, las personas y sus relaciones. El territorio es un ámbito delimitado, que muchas veces se estabiliza (el territorio de los estados nacionales, aunque otras veces su perdurabilidad puede ser muy acotada en el tiempo (en un partido de fútbol, durante unas horas, cada hinchada controla cierto ámbito dentro de la cancha).

- Los territorios (de la Argentina, de Jujuy, pero también de la religión católica, de la multinacional Coca-Cola o de la minoría étnica wichí) son entidades históricas, contingentes, en permanente transformación, que se reproducen a través de las prácticas sociales y culturales de los sujetos.

- Un territorio, especialmente el del estado nacional, es una realidad compleja donde se articulan procesos económicos, políticos y socioculturales.

- En la Argentina o en cualquier otro país, se articulan procesos globales (redes financieras internacionales), regionales supranacionales (creación del Mercosur), nacionales (intervención del Estado Nacional a través de la Gendarmería Nacional), regionales sub-nacionales (iniciativas para el desarrollo económico regional de Norte Grande) y locales (en cada lugar donde se construyen fuertes sentimientos de pertenencia a una pequeña comunidad). En suma, los territorios se conforman a diferentes escalas.

- Lo anterior, a su vez, está señalando la existencia de una red de actores, con diferentes intencionalidades y que actúan con distintas lógicas. Los estados nacionales, los municipios, las asociaciones empresariales, las ONG (Organizaciones No Gubernamentales) ambientalistas, los diferentes grupos sociales políticamente movilizados moldean los territorios en función de sus intereses.

- Si bien puede presentar ciertas homogeneidades (una misma lengua o un mismo sistema legal), los territorios son fragmentados e internamente desiguales. La desigual distribución de los ingresos, por ejemplo, tiene su correlato en la desigual distribución territorial de las oportunidades. La sociedad genera cambios diferenciales en el territorio, y el territorio origina diferencias sociales.

Uno de los desafíos de la enseñanza de la Geografía es complejizar la mirada sobre los territorios; no solo por presentar al territorio argentino como una construcción histórica; sino, de igual forma, por intentar comprender cómo se formaron, cómo funcionan y cómo participan en la vida cotidiana de los alumnos otros territorios. El del municipio o de la provincia, el de la comunidad campesina o de la minoría religiosa a la que pertenecen, por ejemplo.
Una definición contemporánea de Geografía sería, tal vez, la de una ciencia que busca comprender, en el tiempo, la dimensión territorial de los procesos sociales.

DEFINICIONES DE CONCEPTOS  En www.wikipedia.org

 Espacio geográfico

 El espacio en geografía, es el espacio en el que se desenvuelve el ser humano y por consiguiente es una construcción social.
Diferentes autores han estudiado a lo largo de la historia este concepto. Antes de enumerar sus teorías se podría intentar una primera aproximación. Si el espacio (físico) hace referencia a un lugar que ocupa alguna cosa y la geografía es la ciencia que estudia el medio ecológico y las sociedades que lo habitan, podríamos afirmar que el término denota el lugar que ocupan las sociedades.

 Los griegos, ya hablaban de la ecúmene. Para ellos ésta se refiere al conjunto del mundo conocido por una cultura, a aquella porción de la Tierra permanentemente habitada. Se relaciona estrechamente con la geografía humana. Se toma la Tierra como morada de la especie humana y se pregunta la relación de interdependencia entre la humanidad y su hábitat. El punto de vista geográfico se confunde con el etnográfico para pasar a delimitar sus zonas habitadas, dando lugar a otras ecúmenes, aparte de la griega.
El conocimiento de la Tierra les lleva a conocer otros espacios, desiertos y habitados, y otras formas de habitar. La cartografía contribuye a precisar las localizaciones y las distribuciones; las escuelas geográficas nacionales desarrollan sus intereses y sus métodos. La teoría de una sola ecúmene en la Tierra desaparece aunque se preserve con algunas teorías filosóficas, como en el caso de Kant que al exponer el deber del ciudadano encuentra que: habitar la Tierra es comportarse como un ciudadano del mundo.
La cuestión de la ecúmene se reformula en la geografía humana en la que Paul Vidal de la Blache (Principes de géographie humaine, 1921) emplea la palabra para denominar la relación de la Tierra con la humanidad:
"Por encima del localismo, del cual se inspiran las concepciones anteriores, las relaciones generales entre la Tierra y el hombre se actualizan (...). Las soledades oceánicas dividieron a las ecúmenes durante mucho tiempo, ignorándose unos a otros (...). Hoy en día todas las partes de la Tierra entran en relación, el aislamiento es una anomalía que parece un desafío".

 

La evolución de una humanidad dividida en ecúmenes distintas hacia una sola ecúmene unida, da paso al principio de unidad terrestre que funda la geografía humana.
Max Sorre desarrolla este concepto de la “ecúmene unida” de Vidal y llega a decir que la Tierra es ante todo un hábitat en el sentido biológico, donde el género humano vive y se reproduce, dividiéndose en sí mismo en razas adaptadas a los diferentes medios. Empieza a vislumbrar que es un espacio que atañe a la sociedad. Max Sorre hace de la ecúmene una noción clave de la geografía humana.

 Años más tarde, aunque ya parecía que había llegado el final de la geografía clásica, Olivier Dollfus, se la vuelve a encontrar y pretende reducir a aquellos que intentan reformular el proyecto geográfico:
“El dominio del espacio geográfico en su sentido más amplio es "la epidermis de la Tierra”, es decir la superficie terrestre y la biosfera. En una acepción que no es más que en apariencia más restrictiva, es el espacio habitable, la ecúmene de los antiguos, allí donde las condiciones naturales permiten la organización de la vida en sociedad. Hasta una fecha reciente la ecúmene coincidía más o menos con las tierras cultivables y utilizables para la agricultura y el pastoreo. Los desiertos donde la irrigación es imposible, el dominio glacial de las grandes altitudes y de la alta montaña estaban excluidos de ésta. Esta noción de la ecúmene debe ser revisada. El geógrafo Max Sorre, que la ha desarrollado y empleado extensamente lo constataba él mismo”.

 
En el análisis del espacio geográfico, se parte de lo que está presente, de lo visible, para entender la importancia de las herencias y la velocidad de las evoluciones, para descifrar los sistemas que son las estructuras que actúan sobre el espacio. El análisis de un paisaje urbano es revelador de su historia y de sus condiciones de desarrollo, y muestra el peso del pasado en la organización del espacio urbano en la época contemporánea. Se han llevado a cabo distintos intentos de clasificación de los espacios geográficos y el criterio fundamental que se ha seguido es el de orden espacial aunque otras clasificaciones podrían basarse en clima o incluso en los niveles de desarrollo (países desarrollados o subdesarrollados). El análisis y comprensión de los fenómenos localizados en un espacio geográfico pasan por el uso de documentos cartográficos donde son seleccionados elementos distintos según las escalas utilizadas. La acción humana tiende a transformar el medio natural en medio geográfico, y aunque la historia humana sea mínima para la historia de la Tierra, ostenta a una posición principal para la explicación y comprensión del espacio geográfico.

 
Espacio geográfico  En www.club.telepolis.org

 
En su sentido más amplio el espacio geográfico es la «epidermis de la Tierra» que decía Jean Tricart. La superficie terrestre y la biosfera, lo que los griegos llamaban ecúmene, aunque este concepto abarca sólo las tierras habitables, que son las conocidas por la humanidad. Las tierras cultivables. Hoy en día las tierras habitadas alcanzan a todo el planeta, según Max Sorre, hasta la Antártida, los mares, el aire e incluso el espacio exterior son accesibles a la sociedad, y objeto de conocimiento y aprovechamiento. El espacio geográfico es el espacio accesible a la sociedad.
Por definición todo punto del espacio geográfico se ubica en la Tierra y se define por su latitud, su longitud y su altitud. Pero además se localiza: se define por su emplazamiento concreto, por su posición y por estar relacionado con otros puntos. Claro que esa relación depende de la escala.
Todo punto localizable se puede cartografiar. La representación cartográfica permite situar los fenómenos y esquematizar los componentes eligiendo la escala. Cada punto del espacio tiene una personalidad única, una identidad que lo diferencia de los demás, en virtud de su emplazamiento y su posición, y que evoluciona según el conjunto de relaciones que se establecen con otros puntos del espacio. El que cada punto del espacio sea irrepetible no contradice la homogeneidad del paisaje, ya que esta surge de la repetición de unas determinadas formas, parecidas. El geógrafo que analiza el espacio localizado se esfuerza por encontrar los nexos comunes y las diferencias con el espacio colindante, no a la manera de las ciencias exactas sino en virtud de su evolución, sus combinaciones dinámicas y sus comparaciones, que facilitan la explicación y la clasificación.
La faz de la Tierra es siempre cambiante, si bien siempre se pueden rastrear en ella las huellas del pasado. Aunque la velocidad de los cambios es diferente para cada fenómeno, son los procesos actuales, sobre la herencia del pasado, los que dan personalidad al paisaje. Para comprender el paisaje es necesario describirlo, valorarlo, clasificarlo y ordenarlo de manera que se pongan de relieve sus elementos. Además, es necesario explicarlo, planteando problemas y buscando relaciones, tanto en los procesos actuales como en la historia.
Pero los fenómenos que actúan en el paisaje no lo hacen aisladamente, sino que interaccionan unos con otros a diferentes ritmos y a diversas escalas, con lo que dan originalidad al paisaje.
Los cambios en el paisaje suelen presentarse bruscamente, en forma de crisis que afectan a los demás elementos que interactúan. Esto supone que las condiciones que intervienen sobre un determinado paisaje cambian radicalmente a lo largo del tiempo, dejando las huellas de su paso impresas en el mismo. Y no siempre es posible volver a la situación anterior.
Cada paisaje se mantiene, mientras que los procesos que interactúan se encuentren entre unos determinados umbrales, traspasados los cuales comienzan a funcionar otros procesos, se extinguen los que había, y el paisaje cambia radicalmente. Para cambiar la naturaleza de un paisaje basta con que un sólo fenómeno esencial que lo define traspase el umbral, o que varios fenómenos, aparentemente más elásticos, actúen en la misma dirección. El estudio de los umbrales para la organización de las sociedades que ocupan el espacio es labor de la Geografía. Actualmente los economistas llaman a esto crecimiento sostenible.
A pesar de la originalidad de cada punto en el espacio, este ofrece una apreciable homogeneidad, debido a los puntos en común, que se repiten, y dan extensión al paisaje y continuidad al espacio. Si bien habitualmente la homogeneidad viene dada por un fenómeno destacado que se repite. No hay que olvidar que la dominante que aparece como elemento que da homogeneidad al paisaje depende de la escala elegida para el estudio. El cambio de escala supone la modificación del problema e incluso su total desaparición.

 

LA BIOSFERA

 La biosfera abarca el conjunto de todos lo organismos vivos, las interacciones entre ellos y con el hábitat que los rodea. Comprende parte de la litosfera, la hidrosfera y la atmósfera, en diferentes proporciones.
En la hidrosfera, la biosfera se extiende hasta las profundidades oceánicas, pero en la atmósfera se limita solamente a las capas inferiores que son las recorridas por insectos, pájaros y organismos microscópicos. En la superficie terrestre se extiende entre las grandes alturas y las profundas cavernas y grietas de rocas, abarcando además, los microorganismos del suelo.

 
AJÓN , ANDREA Y  BACHMANN; LÍA  “Territorios en el mundo actual” Buenos  Aires, Editorial Longseller, 2002, Páginas 21 y 22.- Libro 1

 ¿Qué es el territorio?


El concepto de territorio ha sido objeto de debate en el campo de la Geografía. Tradicionalmente, se lo había reducido al espacio cuyos límites políticos coinciden con los del territorio estatal. Esta idea fue puesta en discusión y hoy se ponen en relación las nociones de territorio y poder.
Los territorios se van conformando según complejas relaciones de poder que los vuelven ámbitos geográficos inestables y variables en el tiempo. La delimitación del territorio implica el establecimiento de límites que marcan relaciones de exclusión e inclusión, de fronteras entre un adentro y un afuera. Los límites a veces pasan por la ocupación efectiva de un espacio o por las marcas que deja en él un pueblo. Así, el territorio es una pertenencia colectiva que, en ocasiones, puede dar lugar a tensiones o conflictos entre los que se consideran pertenecientes al territorio y los que son considerados ajenos.
Según esta perspectiva, son territorios los marcados por una actividad ilegal (por ejemplo, los espacios dominados por la guerrilla colombiana), los reclamados por los pueblos que reivindican un Estado (como los kurdos, obligados a exiliarse en otros países), la Unión Europea o los ámbitos geográficos que consideran suyos las hinchadas de fútbol en una ciudad.
Esta idea de territorio permite detectar una compleja trama de delimitaciones territoriales e, incluso, territorios vinculados por un problema específico y que no necesariamente se corresponden ámbitos geográficos contiguos; en África, por ejemplo, por el reparto colonial, el grupo étnico yoruba quedó dividido entre Nigeria, donde el idioma oficial es el inglés, y Benin, de habla francesa. Éste es un caso en el que un pueblo con la misma pertenencia étnica y cultural resultó repartido en dos Estados.
El territorio estatal es un ejemplo de territorio en el que los límites son precisos y de carácter jurídico: a lo largo de toda su extensión geográfica, el Estado ejerce la soberanía legítima.
Hoy, muchos pueblos con diferencias étnicas, lingüísticas y religiosas comparten la pertenencia a un mismo Estado. Las desiguales relaciones de poder entre las distintas comunidades o los diferentes pueblos en el marco de ese Estado definen quiénes constituyen las minorías nacionales y quiénes, la mayoría.
En otros términos, la dominación política permite a la mayoría ejercer una discriminación contra la minoría y adoptar una actitud que puede expresarse de diversos modos que van desde las representaciones caricaturescas hasta el exterminio.
Esta convivencia obligada por los vericuetos de la historia y la política suele no ser armónica. En consecuencia, surgen frecuentemente disputas territoriales o movimientos políticos que buscan obtener igualdad de condiciones en el marco del Estado o que , directamente, intentan la separación. En otros casos, la diversidad de los pueblos no impide la convivencia pacífica en el Estado, aunque éste privilegie a algunos grupos.

En síntesis: como, precisamente, la geografía política mundial actual se organiza en Estados nacionales con fronteras precisas, ciertas comunidades buscan que sus territorios alcancen autonomía y estatuto jurídico propios.

 
BACHMANN; LÍA  y BENEDETTI  Sociedad, cultura y territorio en la Argentina “ Buenos  Aires, Editorial Longseller, 2003 Páginas 15.- Libro 6

Territorialidad y territorio

 Se llama “territorialidad” a un tipo de relación social por medio de la cual un sujeto (individual o colectivo) procura controlar los actos de otros sujetos en una determinada área geográfica. El territorio es, entonces, el área geográfica en la cual se tiene el poder de controlar tanto el emplazamiento como la circulación de bienes, personas e ideas.

Los territorios estatales son ámbitos geográficos en los cuales distintas instituciones del Estado controlan las acciones de quienes se encuentran dentro de sus límites, tanto en lo que respecta a otras personas como a los recursos. Por ejemplo, en la Argentina, la Dirección de Migraciones  controla el ingreso de personas desde otros países y la Dirección de Minería habilita o no la explotación de una mina. Dentro de su territorio, cada Estado realiza un ejercicio exclusivo y excluyente de su soberanía.

 En www.elargentino.com Año 3. Edición número 134. Domingo 12 de diciembre de 2010

Se aprobó el uso del mapa bicontinental de la Argentina   Por Mariana Vaiana cultura@miradasalsur.com  VERSIÓN ADAPTADA

La recién sancionada ley 26.651 establece que el mapa bicontinental de la Argentina, que muestra el sector antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular, sea utilizado en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, su exhibición pública y en todas ediciones de los libros de texto.

La cartografía fue, desde sus comienzos, una fuente de información esencial y estratégica. Los datos que recogían los geógrafos en los siglos XVIII y XIX eran de suma utilidad para las autoridades coloniales, para los comerciantes e industriales y, por supuesto, para la Iglesia. Durante ese tiempo, la Argentina carecía de una cartografía oficial, lo que hacía coexistir mapas que representaban de manera diferente el territorio nacional y que, no obstante, funcionaron como documentos públicos que luego cada Estado utilizó para argumentar sus pretensiones territoriales en las disputas limítrofes. Si bien con el correr del tiempo los mapas se fueron haciendo más precisos, la demarcación de los límites sigue funcionando como antecedente para disputar soberanía.

En este sentido, la Ley 26.651 –promulgada el mes pasado– reglamenta el uso del mapa bicontinental de la República Argentina confeccionado por el Instituto Geográfico Nacional (leyes 22.963 y su modificatoria 24.943). Este mapa que muestra el territorio antártico en su real proporción respecto del resto del país, será utilizado obligatoriamente en todos los niveles educativos públicos y privados y de exhibición permanente en las reparticiones estatales nacionales y provinciales. El proyecto de ley, iniciativa de la diputada nacional por Tierra del Fuego Mariel Calchaquí (Frente para la Victoria), fue aprobado por unanimidad en el recinto de Diputados y por mayoría en la cámara de Senadores. Poner en vigencia este mapa fue idea de Juan Carlos Luján (titular de la Fundación Marambio) y Horacio Lemos, portadores de una larga historia de campañas en el territorio Antártico. Ambos vienen trabajando sobre el tema desde hace más de diez años, habiendo logrando en primera instancia convertirlo en ordenanza en el partido de Vicente López, posteriormente en ley de la provincia de Mendoza y, finalmente, en legislación nacional.

Lo que resulta de esta ley es que el Ministerio de Educación será el encargado de garantizar la exhibición, empleo y difusión, en todas las instituciones educativas públicas y privadas, de este mapa mediante la provisión de la lámina correspondiente en escala 1:5.000.000.

Además establece que las editoriales incluyan el mapa bicontinental de la República Argentina en las nuevas ediciones de los libros de texto y que los textos ya editados deberán incorporar este mapa en caso de reimpresión o reedición. La promulgación, que lleva la firma de la presidenta Cristina Fernández, es un paso importantísimo sobre las pretensiones de soberanía que Argentina tiene sobre el sector antártico, sumando un antecedente de índole cartográfico, muy tenido en cuenta en cuestiones de diferendo territorial, a los ya conocidos de exploración, investigación y permanencia en el territorio.

En el año 1942, la Argentina delimitó el Sector Antártico Argentino, también conocido como Antártida Argentina, entre los 25 y 74 grados de longitud Oeste, y los 60 grados de latitud Sur hasta el Polo. Pero esto no es exclusivo de la Argentina. Sobre el sector, otros Estados limitaron los suyos, entre ellos Chile y Gran Bretaña.La participación activa de nuestro país en el Año Geofísico Internacional (1957-58) y la posterior firma en 1959 del Tratado Antártico, en vigencia desde el 23 de junio de 1961 –suspendido en la disputa de soberanía hasta el 2041–, hacen que la Argentina exhiba una triple categoría de intereses y derechos: 1) Es un país que determinó su soberanía sobre un sector de la Antártida, status que hizo conocer internacionalmente antes de la firma del Tratado Antártico. 2) Es un Estado parte del sistema del Tratado Antártico con carácter de parte consultiva y pertenece además al grupo de los doce signatarios originarios del Tratado. 3) Posee presencia efectiva y realiza actividades científicas con carácter permanente en las estaciones establecidas, así como también en las expediciones que envía regularmente a la región. (Fuente: Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Mendoza Expte. Nro 45.207.)

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