El socialismo comunitario Año 6. Edición número 271. Domingo 28 de julio
de 2013
Bolivia. Fragmento del
libro Las tensiones creativas de la revolución, del vicepresidente boliviano
Álvaro García Linera.
Una tensión que impulsa la dialéctica y el proceso de
nuestra revolución es la contradicción creativa entre la necesidad y la
voluntad de industrialización de las materias primas, y la necesidad
imprescindible del Vivir Bien entendido como la práctica dialogante y
mutuamente vivificante con la naturaleza que nos rodea.
Veamos primeramente
el tema de la industrialización.
La nacionalización de
los recursos naturales no puede completarse y expandirse si no se pasa a una
segunda fase que es la industrialización de esos recursos. Se trata ciertamente
de un tema de mejora en los ingresos del Estado, pues los productos
industrializados y semi-industrializados son portadores de un mayor valor
agregado con el potencial de beneficiar económicamente al país en mayor medida
a la actual simple exportación de materias primas. Pero, además, la
industrialización crea una capacidad productiva nacional, un manejo tecnológico
y un conjunto de saberes científicos que dan al país una base para impulsar
crecientes variedades de actividades industriosas, intensivas en tecnología y
mano de obra, que podrán transformar la rezagada infraestructura laboral
primario-exportadora.
La industrialización
de las materias primas es una antigua demanda popular emergente de la dolorosa
constatación de que a lo largo de 500 años Bolivia aportó al mercado mundial
ingentes cantidades de materias primas, dando lugar a emporios industriales y
al crecimiento acelerado de las economías receptoras, pero dejando al país
inerme y en la pobreza económica. Por eso es que durante los años 2006-2009, el
Gobierno de los movimientos sociales se lanzó rápidamente a nacionalizar las
empresas estatales anteriormente privatizadas del sector hidrocarburífero
(YPFB), Huanuni, Vinto, Entel, Ende. Hoy, la mayoría, empresas públicas
consolidadas pese a las dificultades de contar con personal técnico capacitado,
la mayor parte inclinado a la actividad privada por el nivel de los salarios. Y
a partir del año 2010 se inició la segunda etapa del proceso nacionalizador,
consistente en la industrialización misma.
No es fácil avanzar,
en primer lugar, porque no tenemos experiencia en ello; se trata de un proceso
novedoso en el que hay que ir aprendiendo al mismo tiempo en que se lo realiza.
En segundo lugar, porque es un proceso costoso y, por tanto, se requieren inversiones
muy grandes, posiblemente las mayores de toda la historia económica del país.
Una petroquímica, por ejemplo, cuesta cerca de 1.000 millones de dólares, una
termoeléctrica grande, entre 1.000 y 3.000 millones de dólares, cantidades
nunca antes imaginadas por el país. Y, en tercer lugar, porque se trata de un
proceso largo, pues mínimamente se requieren de al menos 3 años para ver
funcionar las industrias más pequeñas, 5 o 6 las medianas y 10 años o más, las
más grandes.
El Gobierno ya tomó
la decisión de industrializar el gas, minerales como el litio, el hierro y
algunas reservas de agua. Cada una de esas actividades productivas requiere
mucho esfuerzo, tiempo y dinero, pero al final, una vez puestas en marcha, son
ellas las que permitirán multiplicar los ingresos monetarios del país por tres,
por cinco o más, logrando una base duradera para mejorar salarios, construir
más infraestructura, mejorar los bonos a los niños, a los ancianos, a las
mujeres, etc. Ésta es una de las mayores demandas históricas del pueblo
boliviano, como también lo fueron la plurinacionalidad y la autonomía, y
nuestro Gobierno la asume como un reto a cumplir lo más pronto posible.
Algunos intelectuales
políticamente erráticos han intentado interpretar este proceso de construcción
de empresas públicas como un tipo de capitalismo de Estado, que no contribuiría
a consolidar una mirada comunitarista. Cometen un terrible error conceptual que
encubre un conservadurismo político sin excusa. Se trata de un falso debate
porque el capitalismo es, por definición, usufructo del trabajo ajeno para la
acumulación de riqueza privada. Durante el capitalismo de Estado de los años
cincuenta, las empresas estatales se utilizaron para el beneficio de ciertos
grupos particulares, de una clase burocrática que usufructuó personalmente de
esos ingresos y los transfirió a otros sectores empresariales, intermediarios,
hacendales, etcétera.
Por el contrario, los
procesos de industrialización que está impulsando el Estado Plurinacional lo
que hacen es, en primer lugar, generar un tipo de valor, en algunos casos bajo
la forma de renta, que no se acumula privadamente ni se usufructúa
dispendiosamente de manera privada. Esto marca una diferencia estructural con
las experiencias previas de capitalismo de Estado.
Pero, además, el Estado Plurinacional que redistribuye la
riqueza acumulada entre todos los sectores sociales, simultáneamente prioriza
el valor de uso* y la necesidad por encima del valor de cambio, es decir, la
satisfacción de necesidades por encima del lucro y la ganancia. Es el caso de
los servicios básicos declarados como un derecho humano y, por tanto, objeto de
acceso en función a su necesidad y no a su rentabilidad, lo que lleva a
políticas de subvención. El acceso al agua está subvencionada, lo mismo el
crédito a los pequeños productores, y el Estado también compra productos
agrícolas para garantizar soberanía alimentaria y su venta a precio justo. En
ese caso, los precios para que los consumidores accedan a esos productos no se
regulan por su valor mercantil capitalista sino por su valor de uso. Entonces,
el Estado, a través del excedente generado en la industrialización, comienza a
desprenderse gradualmente de la lógica capitalista de la apropiación privada
como norma económica e introduce expansivamente la lógica del valor de uso, de
la satisfacción de necesidades, de fundamento comunitario y comunista, como
principio rector de actividades económicas.
Hablamos, por tanto,
de otro régimen social en construcción con avances y retrocesos, eso es lo que
estamos haciendo, potenciando al Estado como el mecanismo de generación de
riqueza, no para la acumulación de una clase sino para su redistribución en la
sociedad, especialmente entre los más humildes, los más pobres y los más
necesitados, que son el alma, el sentido profundo y el norte final de todas
nuestras acciones como Gobierno.
Pero, a la vez, esta
fuerza económica de generación de excedentes a ser redistribuidos entre la
sociedad entera y utilizados para potenciar el valor de uso no capitalista genera
un conjunto de efectos, de agresiones a la madre naturaleza, al medio ambiente,
a la tierra, a los bosques, a los cerros, daños que a la larga afectan
irremediablemente al propio ser humano.
Toda actividad
industriosa tiene un costo natural, siempre ha sido así, pero lo que hace el
capitalismo es subordinar las fuerzas de la naturaleza, retorcerlas y
degradarlas al servicio del valor de cambio, de la ganancia privada, no
importándole si con ello se destruye el núcleo reproductivo de la propia naturaleza.
En el fondo, el capitalismo es suicida, pues en su acción devoradora y
devastadora destruye la naturaleza y a la larga también al ser humano. Nosotros
tenemos que eludir ese destino fatal, y ahí la fuerza de la comunidad agraria
se presenta como un horizonte, como un principio ordenador de la relación entre
las necesidades del ser humano y las de la naturaleza como totalidad viva.
Las fuerzas
productivas comunitarias y la ética laboral agraria incorporan una mirada
distinta a la lógica capitalista respecto de cómo vincularnos con la
naturaleza. Nos proponen ver a las fuerzas naturales como componentes de un
organismo vivo, total, del que el ser humano y la sociedad son tan sólo una
parte dependiente y que, por tanto, el usufructo de sus potencias productivas
naturales, entendidas como tecnologías y saberes sobre la naturaleza, deben
darse en el marco de una actitud “dialogante” y reproductora de esa totalidad
natural.
Las formas
comunitarias han desplegado una tendencia de una otra forma social del desarrollo
de las fuerzas productivas en las que la naturaleza es concebida como la
prolongación orgánica de la subjetividad humana, que se debe velar para su
continuidad creadora, pues de esa manera se garantiza también la continuidad de
la vida humana para las siguientes generaciones.
“Humanizar la naturaleza y naturalizar el ser humano”
proponía Marx (en el tercero de los Manuscritos económicos y filosóficos de
1844) como alternativa al suicidio social y a la destrucción de la naturaleza
impulsada ciegamente por la lógica capitalista de la valorización del valor. A
eso le llamaba Marx el comunismo, la realización de la lógica total del valor
de uso de la naturaleza en el ser humano y del ser humano realizado en la
naturaleza. En eso consiste el Vivir Bien: en utilizar la ciencia, la
tecnología y la industria para generar riqueza, de otra manera con qué se
podrían construir carreteras, levantar postas sanitarias, escuelas, producir
alimentos, satisfacer las necesidades básicas y crecientes de la sociedad. Pero,
a la vez, necesitamos preservar la estructura fundamental de nuestro entorno
natural para nosotros y las generaciones que vendrán, que tendrán en la
naturaleza la realización de sus infinitas capacidades para satisfacer sus
necesidades sociales.
Industrializar sin
destruir el fondo estructural del entorno natural-social de la vida, preservar
las capacidades naturales para las futuras generaciones de todos los seres
vivos pero a la vez producir riqueza para satisfacer las actuales necesidades
materiales insatisfechas de la población, esa es la tensión, la contradicción
viva que nos plantea el presente que no puede ser respondida por el capitalismo
como tal, que sólo se preocupa por la riqueza material a costa de la
destrucción de la riqueza natural, y además para el aumento de la ganancia de
unos pocos, la ganancia privada de una clase social.
Necesitamos
industrializarnos pero también cuidar la naturaleza y preservarla para los
siguientes siglos. El capitalismo la depreda, la destruye, la utiliza con fines
de lucro y no para la satisfacción de las necesidades.
Esta tensión creativa
es la que el presidente Evo ha llamado el socialismo comunitario del Vivir
Bien, la satisfacción de las necesidades materiales humanas mediante el diálogo
vivificante con la naturaleza, preservándola para preservar también el destino
y el bienestar común de las futuras generaciones de todos los seres vivos.
La inclinación hacia
el industrialismo desbocado lleva a la reproducción de la dinámica depredadora
y a la conversión de las fuerzas productivas en fuerzas destructivas de la
sociedad y de toda la naturaleza y, a su vez, la actitud contemplativa de la
naturaleza lleva a la preservación de las carencias materiales de la sociedad,
y en ambos casos, a la continuidad del proceso de producción y reproducción
capitalista de los seres humanos. En cambio, vivir la tensión permanentemente,
desplegando las capacidades técnicas del conocimiento que afectan el entorno
natural pero que también son capaces de reproducir el fondo estructural de ese
entorno natural es el gran desafío para eludir y superar las formas grises o
verdes de la vorágine capitalista.
* Al referirse al valor de uso de las mercancías, Marx
señala: “La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que
merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran
[...]. La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso [...]. Los valores
de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma
social de ésta” (El Capital, Tomo I, Vol. 1, pp. 43-44; Siglo XXI Editores).
http://www.vicepresidencia.gob.bo/Evo-Morales-plantea-13-pilares
Evo
Morales plantea 13 pilares para construir la Bolivia digna y soberana antes del
2025 22 /01/2013
(LA PAZ).- El
presidente Evo Morales Ayma planteó el martes 13 pilares fundamentales de la
Agenda Patriótica del Bicentenario para poder construir la Bolivia digna y
soberana, que empezó su camino desde la lucha del pueblo boliviano contra el
neoliberalismo en 2006 y se consolidó 2009 con la fundación del Estado
Plurinacional.
“Con la nueva
Constitución Política del Estado iniciaron su camino hacia el Pachakuti, o los
tiempos de equilibrio, fortalecido siempre con nuestros movimientos sociales,
ahora nos toca construir con claridad los pilares fundamentales para levantar
una nueva sociedad y Estado, más incluyente, más participativa, más
democrática, sin discriminación, sin racismo, sin odios y sin división como
manda la Constitución Política del Estado, consideramos que debemos plantear 13
pilares de la Bolivia digna y soberana”, manifestó durante su informe de
gestión, brindado en la sesión de honor de la Asamblea Legislativa
Plurinacional.
Morales
precisó que el primer pilar es erradicar la extrema pobreza, porque así se
logrará un país más justo y se podrá alcanzar el socialismo comunitario, el
segundo punto es socializar universalizar los servicios básicos con soberanía
para vivir bien, porque actualmente un gran parte del país aún no cuenta con
agua potable, luz eléctrica y alcantarillado.
El tercer
pilar fundamental para llegar a la Bolivia digna y soberana el año 2025 es que
todos los bolivianos puedan acceder a salud, educación y deporte de manera
gratuita con el objetivo de formar seres humanos integrales y sanos; el cuarto
punto está orientado a contar con una soberanía científica y tecnológica pero
con identidad propia, porque el conocimiento y la tecnología son fundamentales
para poder acceder y llevar servicios básicos a todo el país y para poder
explotar de mejor manera nuestros recursos naturales renovables y no
renovables.
“Quinto,
soberanía comunitaria financiera sin servilismo al capitalismo financiero”,
porque “Bolivia no puede depender de los gendarmes financieros que promueven
recetas del desarrollo neoliberal, privatizadoras y mercantilistas, y que
chantajean a los estados y pueblos condicionando los créditos y las donaciones
al cumplimiento de acciones y políticas de asimilación de la inversión privada
y nacional con favoritismo”, explicó el Primer Ejecutivo.
Agregó que el
sexto pilar está basado en la soberanía productiva con diversificación y
desarrollo integral sin la dictadura del mercado capitalista, el séptimo es “la
soberanía sobre nuestros recursos naturales con nacionalización,
industrialización y comercialización en armonía y equilibrio con la madre
tierra”, es decir que si Bolivia pretende industrializar los recursos naturales
con los que cuenta no deberá dañar la tierra con la emisión de gases venenosos
y materiales tóxicos.
“Octavo,
soberanía alimentaria a través de la construcción del saber alimentarse para
vivir bien, noveno, soberanía ambiental con desarrollo integral respetando los
derechos de la madre tierra”, puntualizó Morales.
El décimo
pilar es la integración complementaria de los pueblos con soberanía, que está
dirigido a unir los pueblos y comunidades, y entre los estados y gobiernos, en
un marco de respeto, apoyo, colaboración y solidaridad, para enfrentar juntos a
la “diplomacia de la muerte y la guerra”; el punto 11 que propuso el Mandatario
de Estado está dirigido a consolidar el Estado y su administración son
soberanía y transparencia bajo los principios básicos de “no robar, no mentir y
no ser flojo”.
“Decimosegundo,
disfrute y felicidad plena de nuestras fiestas, de nuestra música, nuestros
ríos, nuestra selva, nuestras montañas, nuestros nevados, de nuestro aire
limpio y sobre todo de nuestros sueños, porque la cultura del neoliberalismo,
la cultura de la competencia, la cultura del mercantilismo y de la eficiencia
individualista promovidos por una visión capitalista, por un modelo que
confiaba en la empresa y la iniciativa privada lucrativa por encima de los
derechos sociales, porque busca por sobre todo verla ganancia, ha deshumanizado
nuestra sociedad y son destructores de la comunidad y de nuestros vínculos
armónicos con la Madre Tierra, con la naturaleza, Bolivia ha decidido romper
con esta visión desarrollista basado en el mercado, el individualismo, el
consumismo”, enfatizó el Presidente.
Asimismo,
señaló que el último pilar es el reencuentro soberano con nuestra alegría,
felicidad, prosperidad con nuestro mar, porque Bolivia perdió su acceso
soberano a las costas del Océano Pacífico por una guerra injusta manipulada por
intereses de pequeños grupos, “no fueron los pueblos los que pelearon por las costas
de nuestro Litoral, fueron más bien los grupos de poder que motivaron por
intereses imperiales y mezquinos”.
“Sabemos que
nuestro arribo ha de llegar influidos por fuerza de la razón, de solidaridad y
de complementariedad de los pueblos, por fuerza del apoyo mutuo, de la
integración de los pueblos, por el mandato de la justicia, de la verdad
histórica, por la fuerza de la democracia de los pueblos, con la soberanía de
nuestras autoridades nacidas en las entrañas de nuestros pueblos y que gobierna
con ellos, por la fuerza de nuestro espíritu nos encontraremos con nuestros
hermanos chilenos, con el pueblo chileno y así se abrirán los caminos para
encontrarnos con nuestro mar”, complementó.
Asimismo, el
primer Presidente del Estado Plurinacional señaló que para alcanzar a cumplir
con todos los puntos de la Agenda Patriótica del Bicentenario se debe empezar a
trabajar en proyectos de integración de manera inmediata y anunció que en los
próximos seis meses se podría empezar a planificar la construcción del ferrocarril
bi-oceánico para unir más a los pueblos de Sudamérica.
En ese marco,
señaló que para construir los 13 pilares fundamentales de la agenda se debe
garantizar los recursos económicos, y planteó que el Estado deberá contar con
al menos 6 fuentes de ingreso.
“Al 2025
debemos tener por lo menos cinco o seis pilares en la economía, por su puesto
los recursos naturales, minerales, hidrocarburíferos, pero también las plantas
hidroeléctricas, sigo convencido que exportando energía podemos tener otros
ingresos (…) y otra pata de economía nacional debe ser el tema agropecuario, el
tema por ejemplo de turismo”, indicó.
Agregó que
otro pilar de la economía también debe ser la ciencia y la tecnología, porque
con una buena preparación se podría exportar la medicina “tradicional”, porque
hoy en día, distintos países del mundo están recuperando esos conocimientos
ancestrales para curar distintas enfermedades.
Sin embargo,
durante su informe de gestión, Morales destacó la mejora en la economía
boliviana y señaló que se está redistribuyendo de mejor manera los recursos
obtenidos por el Estado, para que Bolivia se convierta en un país de digno,
soberano y con igualdad de oportunidades.