Los BRICS y la caída de otro muro Por Raúl Zibechi (periodista uruguayo, docente e investigador en la Multiversidad
Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales)
El sistema creado en Bretton Woods hace siete décadas está a
punto de colapsar. No se trata de un hundimiento abrupto sino de la lenta
erosión de su legitimidad y de la capacidad para dirigir los asuntos globales.
Vivimos un parteaguas, asegura el historiador Paul Kennedy. “Mientras ocurre,
son muy pocos los contemporáneos que se dan cuenta de que han entrado en una
nueva era”, escribió en un articulo titulado, precisamente, “¿Hemos entrado en
una nueva era?” (El País, 3 de noviembre de 2011). El historiador prefiere no
abordar los cambios bruscos como las grandes guerras, sino “la lenta
acumulación de fuerzas transformadoras, en su mayor parte invisibles, casi
siempre impredecibles, que, tarde o temprano, acaban convirtiendo una época en
otra distinta”.
En su análisis destaca cuatro “fuerzas transformadoras”. La
primera es la erosión constante del dólar que pasó de representar el 85 por
ciento de las divisas internacionales para situarse en el entorno del 60 por
ciento. Caminamos hacia un mundo en el que habrá sólo tres grandes divisas de
reserva: el dólar, el euro y el yuan. La segunda es la parálisis del proyecto
europeo. La tercera es el ascenso de Asia que supone el fin de “500 años de
historia” hegemonizada por Occidente. La cuarta es la decrepitud de las
Naciones Unidas.
La mirada larga del historiador podría ser complementada con
el tiempo corto del análisis estratégico como el que esboza el Laboratorio
Europeo de Anticipación Política (LEAP) en el análisis de las tendencias
globales del último año: “En marzo de 2011 todavía estábamos en el mundo
unipolar post 1989. En marzo de 2012 ya estamos en el mundo multipolar post
crisis que vacila entre confrontaciones y colaboraciones” (Geab No. 63, 17 de
marzo de 2012). En suma, estamos parados sobre una coyuntura de cambios
profundos que dejarán su impronta en el mundo del siglo XXI.
La IV Cumbre del BRICS realizada el 28 y 29 de marzo en
Nueva Delhi, India, es uno de los núcleos del cambio ya que encarna una de las
más potentes fuerzas transformadoras que refiere Kennedy. Los jefes de Estado
Dilma Rousseff (Brasil), Dmitri Medvedev (Rusia), el primer ministro Manmohan
Singh (India), Hu Jintao (China) y Jacob Zuma (Sudáfrica) decidieron comenzar a
trabajar para crear un Banco de Desarrollo de los cinco países que es un
reflejo del peso adquirido por el grupo en la economía mundial pero también una
reacción ante la negativa de los Estados Unidos y la Unión Europea de soltar el
control del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
Los cinco emergentes, a los que pueden sumarse en un futuro
Turquía, Indonesia e Irán, buscan transformar a sus países en alternativa a las
instituciones mundiales dominadas por países occidentales y transformar su
creciente poder económico en influencia política y diplomática. La creación de
un “banco del BRICS” permite a los países contar con recursos para obras de
infraestructura y contar con instrumentos de crédito para afrontar crisis
financieras como las que afronta Europa.
El Yuan despliega sus alas
En los últimos meses el yuan ha sido aceptado por varios
países como moneda para intercambio bilateral en sustitución del dólar. En
diciembre China y Japón acordaron eliminar gradualmente el dólar en los pagos
mutuos para utilizar las monedas nacionales (yen y yuan) en el comercio
bilateral. Más importante aún, Japón decidió comprar bonos chinos nominados en
yuanes. Ambas decisiones, tomadas en diciembre de 2011, tienden a acelerar la
conformación de una zona de libre comercio asiática en la que participarán nada
menos que la segunda y la tercera economías del mundo, además de Corea del Sur.
Acuerdos similares de intercambio en monedas locales
estableció China con Rusia y Bielorrusia, pero ahora también con Australia, un
país que al igual que Japón se considera en la zona de influencia de Estados
Unidos. Los bancos centrales de Australia y China firmaron el acuerdo para
comerciar en yuanes y dólares australianos con el objetivo de fortalecer los
lazos económicos. Para China es otro paso importante en la internacionalización
del yuan que, según el HSBC, una de las mayores instituciones financieras del
mundo, se convertirá para 2015 en una de las tres principales monedas globales
(Russia Today, 23 de marzo de 2012).
Las empresas chinas ya usan el yuan en intercambios con sus
socios en 181 países, sobre todo en Asia, Oriente Medio y América Latina.
Aunque el dólar aún representa el 60 por ciento de las reservas
internacionales, en Asia no llega al 50 por ciento pese a que los principales
tenedores de esa divisa son China y Japón. En la región, la más próspera del
mundo, la preferencia es por el oro.
En la misma dirección, China viene modificando radicalmente
sus reservas y toman recaudos ante la
pérdida de valor del dólar. Por su parte,
los bancos europeos abandonaron sus préstamos en esa moneda ante la
creciente volatilidad del mercado de divisas.
En el marco de la IV Cumbre, el Banco de Desarrollo de China
se dispone a firmar un acuerdo con el BRICS para ampliar a esos países los
préstamos en yuanes, lo que supone un paso importante en la
internacionalización de esa moneda (Russia Today, 9 de marzo de 2012). El
bloque que representa el 41 por ciento de la población mundial, casi el 20 por
ciento del PBI y la mitad de la reservas en divisas y oro, parece haber
apostado al yuan como su paraguas monetario frente a un dólar cada vez más
devaluado.
La imposible hegemonía China
La decisión supone traspasar una línea de no retorno. Que
ese paso lo den China y Rusia, dos potencias nucleares que no temen el enorme
poderío militar de Washington, no es algo que pueda llamar la atención. Que lo
hagan India y Brasil, es diferente. Jaipal Reddy, ministro de Petróleo de
India, desafió las presiones estadounidenses al afirmar que su país seguirá
importando petróleo de Irán y llamó a Occidente a entender “las necesidades” de
su país (Russia Today, 26 de marzo de 2012).
Por su parte, la subsecretaria de Asuntos Políticos de la
cancillería brasileña, Maria Edileuza Fontenele Resis, recordó que en 2012 los
BRICS “serán responsables del 56 por ciento del crecimiento global cuando el G7
(Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón, Italia y Canadá) será
apenas responsable por el 9 por ciento del crecimiento”. Destacó que el intercambio
entre los cinco emergentes creció de 27 mil millones de dólares en 2002 a 250
mil millones en 2011 e insistió en que además el bloque presenta una “notable
convergencia” de posiciones en aspectos destacados de la agenda internacional
como la situación n Oriente Medio y el norte de África (Xinhua, 22 de marzo de
2012).
Pero el bloque BRICS presenta enormes dificultades para su
consolidación. La principal, además de sistemas políticos, economías y
objetivos diferentes, consiste en el rechazo a la política de exportaciones
baratas de China que genera desindustralización en países como India y Brasil.
China se niega a aceptar una ampliación
de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y muy en concreto
rechaza e ingreso de países asiáticos, lo que la lleva a chocar con India.Para
superar las dificultades que imponen las contradicciones anotadas, sumada a la
dificultad de convertirse en un bloque dada su dispersión geográfica, es que se
han concentrado en el objetivo común de buscar alternativas al dólar, un
problema que aqueja a todas las economías emergentes.
Sudamérica tiene la palabra
Los pasos que vaya a dar Brasil serán decisivos para la
región sudamericana.¿Por qué debe concederse tanta importancia a Brasil?
Simplemente, porque es el único país que se comporta como una verdadera
locomotora: incluyó 40 millones de personas en apenas siete años en el mercado
de consumo de las clases medias; hasta 2016 invierte 900 mil millones de dólares,
más de un tercio del PBI, en 12 mil grandes obras, sobre todo en
infraestructura y energía (Valor, 28 de marzo de 2012). Es l que menor
exposición tiene a los avatares del comercio mundial, y que sus exportaciones
representan apenas el 11 por ciento de su PBI, menos aún que las de Estados
Unidos.
¿Está la región preparada para un escenario global complejo?
Aún no. Hay tres caminos para enfrentar un probable escenario de
desarticulación económica y guerra monetaria: seguir en el área del dólar,
apostar a una moneda regional o trabajar para la internacionalización del real.
La primera es apostar al status quo. La tercera no entra en los cálculos. A la
vista de la experiencia europea, una moneda común sudamericana requiere niveles
de consolidación de la integración que aún están muy lejanos, aunque puede llegar
a ser apremiante avanzar en esa dirección. El problema de la región son los
tiempos, como lo atestigua el cansino trote del Banco del Sur.